jueves, diciembre 31, 2009

jueves, diciembre 17, 2009

Un vicio cualquiera

Los síntomas eran claros: un gusanillo recorría mi estómago, mis manos dibujaban y dibujaban compulsivamente sobre los folios, mis ojos observaban con detenimiento las habitaciones...
-¡Nooo! -exclamó mi Alonso al percibir mi cuerpo emocionado.
-¡Sí, querido, no lo puedo evitar!
Alonso me miró con cara de "¡qué le vamos a hacer!" y soñó con una mujer que fuera feliz con diamantes, joyas, abrigos de piel... Cualquier cosa antes que una adicta a las obras.
-Emma, ¿estás segura?
-Sí, voy a cambiar las habitaciones de los niños.
-Pero si no están mal...
-Huy, sí. Además, me van a quedar monísimas. Lo malo es que para el diseño que tengo previsto hay que cambiar de lugar los radiadores, los enchufes...
-Noooo....
Le sonreí y asumió que no tenía nada que hacer.
Al día siguiente, llamada a mi amigo David. Por la tarde, revisión de catálogos, elección de muebles, de colores... Por la noche me envió por mail los "prediseños".
-¡Adelante! -grité como una pirata sobre el mástil de su fragata.
-En menos de quince días te lo instalan.
-¡Bien! 
De pronto la ansiedad me atacó con fuerza. Móvil en mano llamé al albañil y le conté mi drama.
-Nos quedan ocho días (hábiles, que aún no había pasado el puente) para que todo esté listo.
-Tranquila, señora -dijo Adalid, el albañil que realizó mi obra del año pasado.
El fin de semana se esfumó desmontando las habitaciones de los niños, plagando la casa de somieres, colchones, estanterías, libros... Un auténtico caos.
-Emma, ¿te has dado cuenta que van a empezar las navidades y tenemos la casa manga por hombro? -dijo mi Alonso cargando un mueble con su dedo gordo del pie negro por la patada al cemento.
-Sí, más emoción.
El viernes corrí a encargar el papel de empapelar. Después de 400 modelos encontré el adecuado. Por la tarde los niños me acompañaron a seleccionar las pinturas para la pared. 
Saqué del bolso las muestras de madera y de papel y probé cómo combinaban con los distintos tonos.
-Diego, sujeta el papel sobre ese gris, tú Álvaro la madera, así, quietos que me alejo para ver qué impresión me causa.
Tras una hora se escucharon las quejas.
-Mamá, ¡eres pesadísima! 
-Ya, ya, pero ahora acercaros a ese azul...
Han pasado los días, los martillazos me han vuelto más loca si cabe, los cuartos ya están casi rematados, el sábado instalan los muebles...
-¿Eres feliz? -pregunta mi Alonso.
-Mucho.
-Pues si así eres feliz...
-Sí, además ya le he comentado a Adalid que en febrero quiero...
-Calla, calla, no me estreses más
Y por una vez, callé.

martes, diciembre 15, 2009

Pisa con garbo, moreno

Si fuera una mala mujer contaría que mi Alonso tiene un andar renqueante, que se queja al caminar y que teme que alguien le roce el dedo gordo del pie.
Si fuera una mala mujer contaría que se lesionó jugando al fútbol, que intentó marcar un gol y que de la emoción su dedo topó con fuerza en el cemento en vez de dar al balón.

Si fuera una mala mujer contaría que tiene la uña negra, que se queja amargamente y que no puedo evitar reír al ver su garbo al caminar.
Menos mal que soy una buena mujer y no lo voy a contar. Si callo es porque no tengo fuerzas, que tengo mil frentes abiertos y estoy que no puedo más de los de aquí, de los de allá, de albañiles y electricistas... Otro día contaré más.


martes, diciembre 08, 2009

Ocio por cuatro

Los planes para estos cuatro días de ocio en familia variaron según las condiciones climatológicas y los eventos sociales que se iban sucediendo:
-Emma, un favor, se puede quedar Alejandro a dormir en tu casa para que Vicente y yo salgamos a cenar -me comentó Ángeles por teléfono.
-Por supuesto -contesté feliz por la invasión.
Llegué a casa después de trabajar y el silencio reinaba en el ambiente.
-¿Qué ocurre? -pregunté a Liset, la cuidadora de los niños, con intriga.
-Nada, están todos abajo.
Me asomé por la puerta del cuarto de estar y vi a Alejandro, Rubén, Diego y Álvaro jugando con las cartas "Magic".
Tras la cena, risas con "Los Gremlins 2" y unos cuantos gritos para que se fueran a dormir.
El sábado se escapó sin hacer nada en especial. Por la tarde, visita familiar para entregar a Álvaro sus regalos de cumpleaños. A las nueve partieron y el estrés apareció al mirarme al espejo y observar mis pelos de bruja y mi mala cara. En una hora, cena de Navidad con los amigos del FEM. "¡¡Horreur!! -grité en pleno estado neurótico-. Chicos, necesito vuestra ayuda. Colocad la planta de abajo, poneros los pijamas mientras preparo la cena y a ver si antes de que llegue papá con la abuela está todo listo". Mis hijos, que son un cielo (han salido a madre), colocaron, se pusieron el pijama y mientras cenaban dejaron que yo me duchara.
-¡Qué cambio, Emma! -exclamó mi santo al ver mi transformación.
-Sí, parece increíble -asentí consciente de que la restauración me había quedado muy bien.



Pequeño detalle de algunos de los asistentes


En la cena, besos a los recién casados que relataron con emoción su viaje por África, a los leoneses y a todos  los residentes en Madrid. La cena, como es habitual, estuvo plagada de anécdotas, risas, confidencias y orden de agenda para concretar el viaje a Peñafiel y la próxima súper fiesta de los cuarenta años. Como despedida, regreso al pasado en un local de la juventud: "Turf".
El domingo, tras varias discusiones, Álvaro me dejó ir con Diego a ver "Luna nueva". Hora y media de placer con mi adorado Edward Cullen, mis vampiros, mis hombres lobos... 
-¿Qué tal la película? -nos preguntó Alonso.
-No hay tanta acción como en la primera... -suspiró Diego.
-Una maravilla, súper excitante,  Edward tan guapo como siempre, Jako cada vez más corpulento... 
-Calla, vampirilla, que se te ve el plumero.
La lluvia del lunes nos impidió ir a la nieve y nos decidimos por ir al Museo de ferrocarril sin saber que el lunes estaba cerrado. Viaje en balde.
-¿Qué te parece si me llevo a todos los niños al ver "Planet 51" y así vais vosotros a ver lo que queráis? -sugirió Ángeles por teléfono.
-Fantástico, eres un sol, te quiero.
Alonso y yo, por fin, vimos una película de adultos con personajes y tramas complejas. Un film fantástico que nos emocionó y encantó: "El secreto de sus ojos".
Cansados y felices, volvimos a casa.



-Ay, mamá, que este fin de semana teníamos que hacer un trabajo de Navidad: una estrella, un árbol... Lo que quiera y se me ha olvidado.
-Tranquilo, Álvaro, duérmete.
El estrés apareció de nuevo. ¿Cómo iba a permitir que mi hijo fuera sin su trabajo?, ¿cómo iba a consentir que no fuera el mejor de su clase?, ¿cómo iba a evitar mi neurotismo?
Rebusqué en la basura, encontré un bote de yogur, cogí las pinturas y hasta la una de la mañana elaboré un gracioso árbol repleto en su interior de granos de arroz para que al moverlo sonara como una maraca. Contenta y feliz con mi invento caí en los brazos de Morfeo.
-Buenos días, mamá -me despertó Álvaro con un beso.
-¿Has visto el adorno que te he hecho de Navidad?
-Sí, es muy bonito, pero...
-Pero qué.
-Pues que era una broma, que no tengo que llevar nada.
-No lo dices en serio...
-Sí, era una broma. Te quiero mucho mamá.
Le mato, pensé al palpar mis ojeras, yo le mato. 


miércoles, diciembre 02, 2009

Media luna roja




A las diez todo estaba listo: deberes hechos, duchas, pijamas, cenas...
-Hoy es mi día -exclamo como todos los lunes antes de que empiece "Medium", mi gran serie.
Alonso sube a los niños y escucho sus risas. Álvaro se queja porque no quiere dar una chuche a su hermano. Más risas, más peleas, más risas...
De pronto, un llanto, un perdón ha sido sin darme cuenta, un llanto más fuerte.
-¡¡¡Tonto, eres tonto!!! 
Álvaro trota escaleras abajo como un caballo. Asoma la cabeza por el quicio de la puerta y me enseña su cara marcada por la media luna roja.
-¿Pero qué te ha ocurrido?
-Ha sido papá.
-¡¡¡Alonso, ¿qué le has hecho a mi hijo?!!! Ven aquí, corazón, que te voy a curar.
-Mamá, es tonto -se queja Álvaro entre lloros.
-¿Qué ha pasado?
-Estábamos jugando y me ha clavado la uña en la mejilla.
-Bueno, tranquilo, ha sido un accidente. Papá lo ha hecho sin darse cuenta.
-Sí, pero es tonto...
Y entre mimos Álvaro consiguió todo lo que quiso: que le leyera dos cuentos, que se durmiera en nuestra cama...
-Perdona, lo he hecho si querer -suplicó su padre al darle su beso de buenas noches.
-Me da igual, papá, pero esta noche no te dejo mi cama para dormir y mañana estás castigado sin tele...
Alonso bajó a la cocina.
-Emma, este niño me maltrata.
-¡Encima que le hieres! Como le quede cicatriz, te mato. Y córtate las uñas.
-Pero si las tengo cortas.
Observo sus manos con detenimiento. Por una vez tiene razón.
-Chico, pues no entiendo como le has podido hacer semejante destrozo... ¿Sabes que mañana piensa decir en el colegio que le has clavado un puñal?
A Alonso, pálido como su vaso de leche, se le transformó la cara.
-No lo dices en serio.
-Es lo que me ha dicho.
-Lo que me faltaba, ayer contó que yo no le había ayudado con "El cuaderno viajero" y ahora va a decir que le he clavado un puñal... A este paso termino en la cárcel. 
-No exageres, padre asesino.