jueves, diciembre 29, 2011

martes, diciembre 20, 2011

¡Felices fiestas! ¡Feliz stop motion!

Este año me he lanzado a hacer una pequeña animación-felicitación con algunos de los muñecos que he diseñado para decorar la casa. Con el tiempo espero mejorar. Por ahora, os dejo este vídeo plagado de cariño y dedicación. "Es para mí un orgullo y una satisfacción desearos unas felices Navidades"

jueves, diciembre 08, 2011

París me mata

Para visitar París sin imprevistos, la mejor opción es comprar una guía turística para conocer los enclaves más famosos y ceñirse a sus consejos. En cambio, si deseas una aventura para recordar y no olvidar, te sugiero mi propio decálogo: "Diez momentos para descubrir París y no morir en el intento".
Al fondo, Notre Dame
1- Según se llega a la ciudad es necesario comprar la tarjeta "Paris Visite" para moverse libremente en metro y tren. Si de pronto el último día se te caen los billetes al suelo, en ese preciso momento se desencadena un vendaval que hace que vuelen y después de correr tras ellos pierdes uno, no hay que desesperar: es la hora de enseñar a los niños cómo colarse en el transporte público para que con un solo billete pasen dos. Estrategia imprescindible en un turista desastre.
Mi histeria se desató en el parque
2-  Disneyland Paris es una cita obligada para cualquier familia que viaje con niños. Allí, además de sumergirse en un mundo de fantasía, disfrutar en estas fechas de la cabalgata de Navidad y admirar la decoración, hay que subir en las distintas atracciones. ¿Conocéis a alguien que se haya quedado colgado en la montaña rusa "Space Mountain" y lo hayan tenido que evacuar por la salida de emergencia? Sí, amigos, a Diego y a mí nos sucedió: siete minutos parados en una subida empinada con el corazón acelerado y el miedo a fallecer en cualquier instante. ¿Dónde terminaríamos: en el cielo, el infierno o crionizados como Walt Disney?
Un paseo por los jardines de Versalles
3- En el tren hacia Versalles hay que estar muy pendiente en la salida de París para ver la Estatua de la Libertad, cuya réplica fue regalada por el gobierno francés a Nueva York. Si se acude al palacio el lunes debéis saber que está cerrado (por supuesto fue lo que hicimos para comprobarlo), pero se puede pasear por sus impresionantes jardines.
En Navidad, las luces y la decoración de París hipnotizan al turista
4- París desde el cielo. Subir a los monumentos para ver la ciudad desde las alturas es una experiencia única. Los 284 escalones de L' Arc du Thriomphe nos trasladan hasta el "ático parisiense" desde el que se puede ver la avenida de Les Champs Élyssés, la noria y, en el otro extremo, L' Arc de la Défense (versión moderna del Arco del Triunfo). Al bajar no pierdas la oportunidad de pasear entre el bullicio parisiense, los escaparates y alimenta el cuerpo con un sabroso crèpe de algún puesto del mercadillo de Navidad. En la Place de la Concorde, sube a la noria, admira "Paris la nuit" y recuerda que cerca del obelisco (traído desde Luxor) fueron guillotinados Luis XVI y María Antonieta.


La Tour Eiffel y mis amores
5- La Tour Eiffel, pese a las controversias que generó en sus inicios, es el monumento más emblemático de París. Para no olvidar sus jardines (Champs de Mars) o Trocadero, Álvaro se cayó y rompió la súper cámara fotográfica de Alonso y en lo alto de la torre, una dulce ancianita intentó sustraerme el monedero. Para mitigar estos pequeños caprichos del azar nada mejor que un paseo en "bateau mouche" por el Sena, un momento de calma, tranquilidad y frío. 
Los candados del amor del Pont des Arts
6- Casi todos los turistas que acuden a la ciudad esperan una larga cola para visitar Notre Dame. En mi opinión, el templo más bonito se esconde a pocos metros:  "La Sainte-Chapelle", una capilla decorada con unas impresionantes vidrieras que cortan la respiración. Después, un paseo por le marché aux fleurs, rincón de flores y pájaros; y por último, si el corazón late con fuerza, hay que colgar un candado en la baranda del Pont des Arts para sellar el amor de la pareja.
La gran pinacoteca del mundo, el Louvre
7- Antojos del corazón: perderse en el barrio de Saint Germain des Prés, comer en un pequeño bistrot, olvidar los minutos entre los objetos navideños y comidas típicas francesas de los mercadillos de La Défense o les Champs Élyssés; si tiene tiempo, ver la Gioconda en el Louvre (si lo permite la invasión de chinos que se aglomeran frente a ella para hacer una foto) y, cómo no, el maravilloso Musée D'Orsay.
Le Sacré-Coeur
8- En Montmartre, la colina está coronada por la basílica de Le Sacré-Coeur. A sus pies, varios grupos de trileros atraen a los turistas incautos para sustraerles con uno de los timos más antiguos su dinero.
Menos mal que el humor nunca nos falla
9- Es el momento de volver, pero París nos tienta y sin darnos cuenta llegamos tres minutos tarde al aeropuerto Charles De Gaulle. La facturación está cerrada. Pasamos la maleta por el escáner y antes de entrar en el avión una negra con cara de bull-dog nos detiene. 
─No podéis pasar con esa maleta─ nos escupe con muy malos modos. 
─Disculpe, hemos llegado tarde...
─Me da igual. 
─Bueno, pues dejamos la maleta aquí.
─¡No! Os quedáis en tierra... (estos puntos suspensivos resumen sus cientos de improperios)
Los niños lloran, el bull-dog es insensible y nos cierra la puerta en las narices, sin opción de reacción, con una ira en el cuerpo incontrolable...
10- Todo buen turista debe saber reaccionar ante los imprevistos e intentar solucionar los problemas con la mayor celeridad posible. Al final volvimos en tren: Paris-Poitiers en el TGV (¡igual que el de Tom Cruise en Misión Imposible!) y Poitiers-Madrid en el coche cama del Talgo. ¡Toda una aventura para los niños y no tan niños!


Cinco días en París, un decálogo de aventuras y una mochila cargada de recuerdos y anécdotas. 

domingo, noviembre 27, 2011

Tarta de chuches y animales

Para ver mejor el vídeo, cliquead en el extremo derecho inferior, donde pone Youtube. De esa manera no saldrá cortado... ¡Espero que os guste!


martes, noviembre 22, 2011

Cóctel de conejillos de indias

Chicos, que mañana tenemos que decorar la mesa para ver si nos elogian...

Según el refranero español quien tiene un amigo tiene un tesoro. Por suerte en mi vida hay varios tesoros que valen su precio en oro por aguantarme y apoyar mis locuras. De vez en cuando, desde el cariño, los convierto en mis conejillos de indias para que caten mis experimentos y elogien mis virtudes (a veces me critican pero como este blog es mío omito la información).
El viernes envié la invitación a mi grupo conejil: 

"PEQUEÑOS BOCADOS DE AMISTAD"
No hay nada mejor que compartir pequeños instantes, leves sonrisas y efímeros abrazos. Por eso esta vez degustaremos una cena centrada en minúsculos manjares: un poco de sushi, unos canapés... Todo muy leve, todo muy cóctel
¿Quién se apunta?
Besos para todos

El sábado mi ojo madrugador se despertó a las nueve de la mañana. Los nervios de Álvaro botaban por la cama:
─¡Venga, levantaros, que no llegamos a fútbol!
Ración doble: a las diez, partido del pequeño y a la una, del mayor. Mucho fútbol, mucha emoción. En el intervalo entre pitidos, aproveché para montar las croquetas y elaborar el arroz nipón.
La tarde se esfumó entre los makis, nigiris, zarangollos, piruletas de queso y quiche. 
─Emma, me has vuelto a engañar. ¿No ibas a ser un cóctel en el que cada uno traía un plato? ─preguntó Alonso con sonrisa pícara.
─¿Seguro que dije eso? No lo recuerdo, amor. Anda, baja las copas de vino y pon el mantel.
Intenté contenerme, pero como siempre he sido muy facilona a la hora de caer en la tentación, no me pude resistir y decoré la mesa con una muestra de algunos muñecos que estoy preparando para estas navidades. Además, coloqué los carteles con los nombres de los bocados internacionales que se iban a degustar (nipón, italiano, español, francés...). 
La manada de conejillos de indias llegó a las nueve y media con botellas de vino y postre (mini tartaletas y mini palmeritas, para no fallar a la premisa de "pequeños bocados"). A Mayte no le gustaron los makis pero sí los nigiris, a Cristina le encantaron los temakis, David devoró los rollitos, Claudio gozó con los makis y las pocas croquetas que dejó Álvaro; Blanca saboreó la quiche; Alonso, el zarangollo... ¡El alpiste le había gustado a los conejillos de indias y el vino volaba por sus paladares!
Una auténtico éxito, una noche fantástica, un cóctel de amigos en el que saboreamos confidencias, secretos, risas y efímeros bocados de placer. Sí, ¡adoro a mis conejillos de indias!

Detalle de la mesa

PD. Por respeto a los roedores, sus fotos solo serán visibles en sus perfiles de facebook. Ay, cuánta timidez y qué pánico me tenéis... ;-)

jueves, noviembre 10, 2011

Adoro el cuerpo, el cuerpo de policía

Anoche salí del trabajo con mi despiste habitual y enfadada con el mundo por trabajar un festivo. Arranqué el coche, pasé la barrera de seguridad, giré en la rotonda y al subir por una estrecha calle vislumbré las luces del control policial. "¡Dios  mío, no me he puesto el cinturón!". Mis manos empezaron a temblar por los nervios. Intenté colocarme el cinturón pero no localizaba el enganche. "Ay, que me pillan". El policía me indicó que parara, mi mano derecha sujetaba el cinturón para que pareciera que estaba bien colocado.
Buenas noches.
Buenas noches. 
─Señora, ¿va bien?
─Que si voy bien... ─repetí sin entender la pregunta.
─¿Ve bien?
Y al oírle fui consciente de mi fallo.
─Huy, perdone, que no he encendido las luces. Acabo de salir del trabajo y no me he dado cuenta. Perdón, perdón...
─Además no se puede conducir dando esos volantazos. ¿Iba hablando con el móvil?
Mi sonrisa nerviosa aumentaba por momentos.
─¡No, no!... De verdad... Agente, no le voy a mentir: iba sin el cinturón y al ver las luces de la policía he intentado colocarlo, por eso los volantazos, pero no encontraba el enganche y mire ─retiré mi mano derecha y comprobó como el cinturón volvía a su ser y me dejaba desprotegida.
Me va a poner una multa y me va a quitar seis puntos, eso como mínimo.
El agradable, guapo, simpático, encantador y amable agente de policía rió ante mi sinceridad o por contagio de mi risa nerviosa.
Ande, siga, pero que no se vuelva a repetir.
Por supuesto, agente, por supuesto.
¡Y quite las largas!
Ay, sí, sí, es que me está poniendo muy nerviosa. Perdón, perdón y mil gracias. Buenas noches, agente.

****************

Alonso, no te vas a creer lo que me acaba de pasar con tu coche.
No me hables de coches, que he llevado el tuyo a la ITV y no tenías agua en el limpiaparabrisas...
Huy, es verdad, se me olvidó decírtelo.
Eres un desastre! ¿Que te ha sucedido?
Nada, amor, nada.



lunes, noviembre 07, 2011

Placer nipón

Oli, el gran sushiman
Me cuesta admitirlo pero soy igual que Dinio. La noche me confunde. Cuando el cielo se torna azul oscuro y la luna se despereza siento como me abraza mi amante nocturno, el insomnio. Mis tácticas para ignorarle (leer, cocinar... ) no le alteran. Desesperada, me lanzo por mi ventana virtual: navego por mis blogs, twitter, facebook y al final me dejo tentar por las ofertas de Privalia, Groupalia, Groupon o Primeriti
Sí, lo confieso, la noche me confunde y soy una adicta a las compras on-line: sábanas, ropa de los niños, cuchillos, zapatillas deportivas, alisado de pelo japonés... Hace unos meses me auto-regalé con nocturnidad un curso de sushi y sashimi. A la mañana siguiente me fustigué: "¿por qué lo has hecho?". Rápidamente me contesté con mi frase de Alaska: "Porque yo así y así seguiré, nunca cambiaré". 

El arte del maestro
Esperé y esperé hasta que llegó el cinco de noviembre, mi gran día. Abandoné a mis hombres y me fui a mi anhelado curso acompañada por mi emoción gastronómica. Las clases las impartía Oliver Ochoa, el gran sushiman, en el restaurante "A cuerpo de rey".
Los veinte alumnos nos sentamos expectantes y comenzó el espectáculo. Oli nos demostró su arte con el cuchillo al cortar el salmón, nos explicó los trucos para cocer el arroz, cómo elaborar los makis y los niguiris... Una clase magistral. 

Además de bello, sabroso

Después de cuatro horas, los alumnos emulamos al maestro. No logramos su arte, pero sí reír y disfrutar al ver nuestros desastrosos rolls. Degustamos nuestros makis y Oli nos deleitó con sus niguiris flambeados que se deshacían en la boca, sus sushi morawase y temakis. Un auténtico placer nipón. 

Ahora es el momento de practicar lo aprendido y mimar a mis comensales (seguro que a ellos no les importa que la noche me confunda e insomnio, mi terco amante, sufrirá al ver cuánto le ignoro).

Mi primer plato de makis y niguiris ;-)

miércoles, noviembre 02, 2011

La bruja que todo lo ve


─¡Contra la pared, Emma, esa pelota es de pared! Venga, tú puedes. 
Los gritos y el ánimo de mi profesor insuflaron mi espíritu ganador, corrí tras la bola y le di con todas mis fuerzas consciente de que era la única opción para no quedar más humillada frente a los contrarios, unos auténticos profesionales. La pelota absorbió toda mi energía, rebotó contra la pared y salió directa hacia mi frente.
Sentí como mi cerebro bailaba dentro de mi cráneo y las ideas se esfumaban por mis orificios auditivos. Todo se movía en mí. Enderecé mis gafas y anduve unos pasos al estilo pato mareado. 
Oía las preguntas con eco de mis compañeros de pista: "¿Estás bien?, ¿te duele?, ¡menudo pelotazo te has autoinflingido contra tu frente!" La humillación y la vergüenza me obligaron a sonreír. "Tranquilos, no ha sido nada. Ahora me doy un poco de arnidol y evito que me salga un chichón".
Después de perder los dos partidos frente a los súper-mega e insoportables profesionales (¡nunca más!) me fui a casa con las lágrimas a punto de saltar al vacío. El dolor y el hinchazón de mi frente aumentaban por momentos.
Callé mis dudas, aguanté mi intriga y oculté mis pensamientos de bruja maléfica. Algo raro estaba sucediendo en mí, las fuerzas oscuras me rodeaban y me transformaban. ¿Qué sería? Me fui con mis hombres y mi preocupación a Toledo, a disfrutar de un día de ocio, visitas culturales y placeres gastronómicos. Al volver nos envolvió la noche de los monstruos, zombis, esqueletos y murciélagos. De pronto, bajo la luz de la luna, se desveló el misterio. El dolor de mi frente no era por el golpe. No. En mi cuerpo nacía un nuevo órgano: el ojo que todo lo ve se abría paso en mi frente para analizar a los humanos, los buenos y los malos. Ahora soy la bruja que todo lo ve, la bruja de los tres ojos. ¡Que tiemble el mundo! 

miércoles, octubre 26, 2011

Celos, cuernos y desamor

Los celos me matan


Los celos siempre me han parecido absurdos cuando una relación funciona, un sufrimiento sin motivo que solo conduce al auto-maltrato psicológico.  Esta teoría básica jamás debe confundirse con los celos con motivo, es decir, cuernos ─variación absoluta del término que destroza el corazón o, al contrario, permite visualizar una realidad por la que ya no merece la pena luchar─. Un punto y aparte de una historia de amor sin final feliz.
Pese a aplicar estos principios de libertad y confianza a mi vida, mis sentimientos  se han tambaleado este último mes. Una punzada de celos se ha agarrotado en mi estómago y no sé cómo superarlo. Me siento tan ínfima frente al nuevo amor de mi Alonso que ignoro cómo afrontar la batalla, qué hacer. Soy incapaz de alcanzar el estatus, glamour o la blanca "belleza" de su nuevo amor. Su amante lo tiene todo: dinero, poder, estilo, reconocimiento mundial... Además, le dedica todo su tiempo, de su boca solo salen palabras de elogio, de admiración. 
Pese a mi inmenso dolor y mis celos, mi espíritu positivo me impide hundirme y lleno mi tiempo de ocio con fantásticos planes.

 Visita a las bodegas Orusco 


Alonso me abandonó el día de fiesta para estar con su gran amor. Ni me inmuté. Tomé el coche y me dirigí a Valdilecha, a las bodegas Orusco. Todos los amigos (mejor dicho, todas las parejas salvo yo que era la única impar) paseamos entre barricas, descubrimos las distintas variedades de vino, comimos rodeados de risas infantiles, anduvimos por el pinar... Catamos la felicidad e intenté olvidar mi soledad.


Durante la visita, ejercí de fotógrafa oficial


 Toc-toc


El fin de semana, para mitigar mi dolor cardíaco, me escapé al teatro. Una huida hacia delante de varias mujeres en busca de grandes dosis de humor, unas copas nocturnas, unos cócteles de confidencias y secretos ocultos. 

 Pádel 
Y, cómo no, para desahogar las heridas sentimentales, mucho pádel. El viernes, clase por la mañana y partido femenino por la tarde. El sábado, partido matutino mientras los niños acudían a su curso de natación y mi Alonso, qué excusa más banal, a trabajar. El domingo le elegí de contrincante y le disparé varias bolas desde el campo contrario al estilo ametralladora para que entendiera que me había percatado de la situación.


 Final 
He perdido la batalla. Soy incapaz de luchar contra su obsesión, la fijación que le absorbe la mente, el tiempo... Sí, soy atlética de corazón y no sé qué hacer. Alonso está enfrascado en un  proyecto vinculado al periódico: el libro histórico del Real Madrid que le tiene encerrado entre las cuatro paredes de la redacción y las visitas al Santiago Bernabéu.
Mi Alonso me es infiel con el Real Madrid y eso para una atlética es muy duro. ¡Pero cómo voy a vencer con mis armas de seducción a su equipo del alma! Ay, que no tiene nombre que a una india colchonera le pongan los cuernos vikingos. 

martes, octubre 11, 2011

Directa a la perdición


Mi auténtica perdición
─¿Para qué vas a empezar la dieta el lunes si el miércoles es fiesta y te vas con varios amigos (niños incluidos y Alonso excluido por motivos laborales) a una cata de vino en las Bodegas Orusco y a comer manjares hipercalóricos? Además, el jueves tienes comida con una amiga y el viernes por la noche abandonas a tus  hombres para ir al teatro y después de parranda con unas cuantas locas. Con esta agenda tan comprometida es absurdo que comiences el régimen. Total, te lo vas a saltar sí o sí. ─Me susurraba mi conciencia mientras arrastraba mi carro tuerto de la compra, ¡siempre me toca el malo!, por los pasillos de Mercadona.
Salada tentación
─¡Para, para!, que una cosa es que no hagas dieta y otra que te concedas todos los caprichos calóricos que se te antojen. ¡Deja ahora mismo en el estante el pan de pipas! ¿Me has oído? ¡Pero no cojas la tarrina de tarta de queso! Emma, te estás echando a perder... ¡Dios mío, no mires a la zona de refrigerados, hay un producto nuevo que te va a enloquecer! Por favor, por favor, no mires...
Una luz iluminó el estante y observé las tarrinas blancas y rosas. Sí, habían traído unos sorbetes iguales que los "Dalkys de fresa", mi perdición. Mi conciencia se desgañitó con sus gritos.
─¡No los cojas, no los cojas! Pero, ¿tú no querías ceñirte estas Navidades en un traje de cuero al estilo Cat woman? A este paso serás Michelin woman.
Empecé a canturrear para no escucharla. Ay, que el día que la conciencia se pone pesada no hay quien la aguante.
─Tú verás, pero luego no te quejes... Que además de deporte tienes que hacer dieta. Que el deporte tonifica pero no adelgaza... Ay, no llegas a Cat woman ni de casualidad...
"Habla chucho, que no te escucho", empecé  a decir en voz alta hasta que percibí las miradas aterradas del resto de los "empujadores de carros buenos" que deambulaban al estilo paseo marítimo por Mercadona. Di unos pasos hacia atrás, me acerqué de nuevo a los refrigerados y... ¡¡¡cogí otros dalkys de fresa!!! ;-)


El nuevo placer para mis carnes




lunes, octubre 03, 2011

Flechas directas al corazón

Soy rara o más bien rarita. Nunca anhelé diamantes, joyas caras,  bolsos de marca o relojes súper-mega-fashion. No, no va con mi carácter. En cambio, me vuelve loca un buen libro, un viaje, una cena, un ramo de margaritas o una bella planta. Mi corazón se conquista con pequeños detalles, con esos guiños imperceptibles para muchos que me hacen botar de alegría y me trasladan a mis momentos zen de felicidad. 
Los que me conocen bien (ellos saben quiénes son) entienden mis "absurdos" sufrimientos y me sorprenden con sus detalles. Esta semana dos flechazos me han dado de lleno en el corazón.


Flecha 1: Ángeles.
El domingo quedamos para batirnos en duelo contra los hombres, esos seres miserables que nos vencieron en el último partido de pádel. Los bandos estaban muy bien definidos. Nosotras contra ellos. Una lucha cruenta. Las armas, las palas de pádel. La munición, las pelotas amarillas. Al final la batalla quedó en tablas y nuestro orgullo intacto.
Al abandonar la pista, observé sobre el banco donde descansaban todos los útiles "padelianos" una bolsa morada de la tienda "Lumbre y barro"  .
─Es para ti ─sonrió Ángeles─, tu regalo de cumpleaños.  Espero que te guste.
Abrí con cuidado y encontré un tesoro: un árbol mágico que me sonreía y escondía una planta en su interior. Intenté articular palabra, pero la emoción me lo impidió.


Mi árbol mágico, obra de la hermana de Ángeles. En lumbreybarro.com


─¿Te gusta?
─Me encanta, Ángeles... No sé cómo agradecértelo. Eres un cielo, me has emocionado. ¡Qué maravilla!
Volví a casa embriagada por los encantos de mi mágico árbol y por la amistad de Ángeles, un diamante en bruto.


Flecha 2: Luis e Icíar.

La vuelta al trabajo después de un fin de semana siempre se me hace cuesta arriba y cada vez la noto más empinada. Mis pies me arrastran al interior de la redacción mientras mi mente navega por su mundo de fantasía. Abro los ojos, cierro los ojos, repito la operación un par de veces hasta que compruebo que lo que hay sobre mi mesa no es una de mis alucinaciones, no es un sueño. Me acerco y me quedo hipnotizada ante las bolitas rojas. ¡Qué belleza! ¡La perfecta combinación cromática! El verde salpicado por motas rojas. 
─Luis ─susurró para mí misma─ ha sido Luis.
Mi mano roza las hojas puntiagudas y se estremece. Mis compañeros observan mi reacción. Quiero gritar, me contengo, aunque no puedo evitar musitar su nombre.
─Un acebo.
Sí, Luis me había regalado un acebo plagado de bayas rojas y de amistad, había devuelto la Navidad a mi casa. "Luichi" (Luis+Ichi), el acebo, está ahora en mi jardín, pero detrás, oculto de las miradas de los malechores, acoplándose a su nuevo hogar, conociendo al resto de las plantas.
"Luichi", mi acebo, mi alegría. ¡Mil gracias Luis e Icíar! He palpitado de emoción.
(¡Ay, cuando se enteré Fifí se va a poner súper celosa!)


"Luichi", mi nuevo acebo


Otras flechas al corazón


En estos últimos y tristes días las personas que nos quieren lo han demostrado a través de grandes y pequeños detalles. Con su presencia, con una simple llamada o un mensaje nos han arropado el corazón. Mi memoria prodigiosa (siento mi falta de modestia, pero es una de las pocas virtudes de las que puedo presumir) recuerda cada abrazo, cada llamada o cada mensaje. Mil gracias a todos los que habéis estado ahí.

miércoles, septiembre 28, 2011

Mi suegro

Mis suegros celebrando su amor en sus bodas de oro


La primera vez que le vi me esperaba junto a su mujer sobre la escalera de granito del restaurante "La Casa Grande". De aquella cena recuerdo su pelo blanco, la sonrisa continua en su boca y su carácter afable y cariñoso. Al cabo de unos meses, su estatus se elevó hasta la categoría de suegro, un miembro más de mi caótica familia. 
Poco a poco descubrí a un gran segoviano inseparable de su gran amor, Florentina. Estuvieron más de cincuenta años juntos, vivieron grandes y tristes momentos, discutieron como hacen todas las parejas que se aman y, sobre todo, él acató cada orden que ella decía porque "en esta casa manda la jefa".  
El día que nació Diego, su tercer nieto, le tomó asustado entre sus brazos, le acarició con sus grandes manos y rodaron por sus mejillas lágrimas de alegría. A los cuatro años llegó Álvaro y de nuevo retiró sin pudor las emotivas gotas saladas que surcaban su piel. Disfrutó con sus nietos pequeños jugando ─más bien, dejándose ganar─ al tute, al parchís o al bingo. Los llevó al parque, los cuidó por la noche para que nosotros pudiéramos salir y en Saldaña los vigilaba constantemente para que no se cayeran de la bici y se rozaran las rodillas. Incluso cuando le decíamos que no hacía falta que estuviera pendiente de ellos, él salía furtivamente por la puerta de atrás con su gorro de paja para protegerse del sol y verificaba que sus pequeños estaban sanos y salvos.   
Su vida estaba plagada de pequeñas manías. Una tarde se mareó después de comer jamón serrano y nunca más volvió a probarlo. Lo mismo le ocurrió con la sandía. Aunque el día que se mareó en la iglesia percibí una sonrisa pícara y delatora en su cara o puede que solo fueran imaginaciones mías.
De joven, la guerra sesgó sus aspiraciones y le impidió realizar los estudios que deseaba. Pese a todo y con mucha fuerza de voluntad no paró de aprender. No había día que no leyera el ABC y rellenó cientos de cuadernos con sus escritos y pensamientos. "Ay, cuando muera no sé qué vais a hacer con todos mis papeles", reía mientras sujetaba la patilla pegada con un trozo de esparadrapo de sus gafas. "¡Que no me voy a comprar otras gafas, que con estas veo perfectamente!", refunfuñaba cada vez que le regañábamos. La "jefa" asentía consciente de que era imposible convencerle.  
Si algo adoraba en su vida era celebrar las fiestas con un cordero asado de Corral, un vino tinto ("yo nunca bebo, pero por un día") y una tarta bien dulce. Al final, como siempre, el brindis. "Que lo repitamos el año que viene y que todos lo veamos".
Hace dos años y medio el cerebro le jugó una mala pasada. Un ictus le robó sus ideas, su alegría, sus fuerzas y lo secuestró dentro de su propio cuerpo. El final ha sido muy duro. Demasiado sufrimiento  para alguien tan bueno. Ha llegado el momento de despedirse, de borrar de la mente su última etapa y recordar su robusto cuerpo que albergaba pasión, alegría y, sobre todo, a un gran hombre, marido, padre y abuelo.
Adiós, Valeriano, querido suegro.

miércoles, septiembre 21, 2011

Me han robado la Navidad

Mi acebo, hace cinco años

Mi grito retumbó por todo el barrio. Tras las cortinas de las ventanas de algún vecino percibí miradas escondidas. Incluso sé que alguno cogió el móvil para llamar a la policía al oír mis tronadores alaridos. Mi corazón comenzó a palpitar descontroladamente y mi mirada ojicúbica intentó negar la evidencia: ¡me habían robado el acebo del jardín! Por mi mente, como si fuera una película, pasó su vida: lo compré hace cinco años; en primavera, unas coquetas flores blancas nacían con los primeros rayos de sol; en verano, salían sus frutos, unas pequeñas bayas verdes que en septiembre se tornaban rojas pasión. 
Por la mañana, antes de ir a trabajar, me paré ante mi planta. Sonreí al ver sus frutos rojos y pensé que la Navidad había llegado muy pronto a mi jardín. Rebusqué en el bolso mi cámara para hacerle una foto para mi blog de jardinería. No la encontré. "Esta tarde sin falta", pensé, sin saber que un miserable, despiadado y sin escrúpulos me lo iba a arrebatar, a robar sin ningún tipo de piedad. Ahora solo queda un hueco entre la tierra, un vacío y un ataque de ira.
Mis gritos alertaron a mis hombres.
─¿Qué ocurre? ─preguntaron ojipláticos al ver mi estado ojicúbico.
─¡¡¡Me han robado el acebo!!! ¡No os habéis dado cuenta!
Negaron con la cabeza. Los niños corrieron a ver la desgracia.
─¿Quién ha sido, mamá?
─Un capullo, un chorizo sin sentimiento al que auguro las peores Navidades de su vida, que maldigo por ser tan miserable y al que envío todas mis energías negativas, mis conjuros maléficos y espero que Murphy se cebe con él porque mi odio en estos momentos está alterando a todo mi mundo de brujas y seres maléficos.
─Mamá, respira que te va a dar un ataque de asma y así no vas a conseguir más puntos de buen karma ─suplicaron aterrados.
Respiré, bufé, arrastré mi dolor y contuve mis lágrimas al recordar el estilo y belleza de mi acebo. 

lunes, septiembre 12, 2011

Murphy, Feng shui, energía Chi y supersticiones


Uno de mis cactus


Es inevitable que la gente hable, cuente sus historias, sus manías u obsesiones. Es inevitable que los demás escuchen y, en muchos casos, que esas afirmaciones se adhieran con fuerza al alma. En mi caso suele ser así, sobre todo si están relacionadas con el futuro incierto. 
Durante muchos años de mi vida las supersticiones me han vuelto más tarumba de lo normal. Mi madre es adicta a coleccionarlas y ese goteo incesante al final cala hasta lo más hondo. La sal no se puede pasar de mano a mano, si encima se te cae debes ponerte de espaldas y lanzar un puñado de sal al infinito y más allá, cuidado con los gatos negros, las hortensias traen mala suerte, los peces auguran un negro futuro, sobre la puerta siempre debe haber una herradura, en la cocina un poquito de sal y vinagre para espantar los malos espíritus, si se deja el bolso en el suelo o encima de la cama espantas al dinero; si os contara lo que hay que hacer si pasa un coche fúnebre cerca nuestro...
Mi vida era un estrés: tenía que ver dónde dejaba el bolso, no errar a la hora de elegir una planta, cocinar con mimo y mucha precaución para que la sal no se desparramará... Encima las revistas me bombardeaban con normas de Feng Shui para que en casa la energía Chi fluyese sin descanso: la cama no debe colarse frente a la puerta, si en el baño tiras de la cadena sin haber bajado aún la tapa del water se ahuyenta el dinero y la suerte, hay que tener frutas y flores en la cocina para aumentar el flujo positivo del Chi (¡ojo!, pero no pueden ser cactus ni hortensias)...
Lograr ese estado zen estaba crispando mis nervios. La gota que colmó el vaso llegó el día en que mi madre me prohibió cortar las uñas al niño un domingo. "¡Emma, nunca lo hagas en domingo!", me gritó aterrada. En ese momento mi alma se rebeló. "¡Hasta ahí podíamos llegar"!, vociferó una voz en mi interior que no sé si provenía del Chi, del zen o de la supertición.
Al día siguiente, en el vivero, compré una hortensia y dos cactus; acaricié un gato negro, tomé un salero que me pasaron con la mano (si se me cae la sal, tiro un puñadito de espaldas, no lo puedo evitar) y dejé el bolso sobre la cama. Por fin notaba un poco de calma en mi vida y mis fantasmas también (algún un día os hablaré de ellos). 
De pronto apareció Murphy y trastocó mi calma. Esta vez fue culpa de mi padre que por teléfono me dijo "Emma, ya sabes lo que dice Murphy: si las cosas van mal irán a peor". Colgué el teléfono y sentí como mis piernas empezaban a temblar. "¿Por qué me ha dicho esa frase? Ay, Murphy, ten piedad de mí", supliqué mientras me apoyaba en una silla. Aterrada miré al jardín y vi los cactus y la hortensia, me acordé que por la noche se me había caído la sal y que uno de mis hijos no había bajado la tapa del water...
Por ahora el puñetero Murphy me ha roto el friegaplatos y los motores de las dos ventanillas del coche. Como estoy sin coche voy a trabajar andando y así alimento la energía zen, friego los platos para potenciar la energía Chi, salgo de casa con el pie derecho para hacer feliz a las supersticiones, he empezado a leer "Maldito karma" y me he puesto a dieta: ¡a ver si así le gusto a Murphy y deja de romperme las cosas!

jueves, septiembre 01, 2011

Del papel al Kindle

Sol, calma, mi kindle, mi coca-cola light... El paraíso
Mi joya, mi kindle, mi libro electrónico, mi compañero fiel que oculta en su interior fantásticas historias y ha permitido que mis lágrimas rodaran sobre su pantalla, va a cumplir un año. 
Junto a él este verano he investigado asesinatos, vibrado con pasiones ocultas y amores imposibles, padecido humillaciones y violaciones y viajado por distintos periodos de la historia. Aventuras que he leído y no ocuparán espacio en mis abarrotadas estanterías.
La imagen que ilustra este post se ha vuelto más tecnológica y el papel, destino injusto, ha sido sustituido: señal inequívoca que augura un final para la era de los medios impresos.

Lecturas del verano
  • "El cuaderno Maya", de Isabel Allende. Qué decir de esta autora y de sus novelas que no se haya dicho ya. Libro fantástico y emotivo. 
  • "Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven", de Albert Espinosa. Mi lectura más prescindible del verano. Se lee en un suspiro pero no me ha gustado su forma de escribir. Mucho márketing y poco contenido. 
  • "La elegancia del erizo", de Muriel Barbery. En un principio me enganchó su escritura, su manera de explicar y describir los personajes. Al final, demasiada fantasía para la vida real.
  • "No abras los ojos", de John Verdon. Al detective Gurney, policía retirado, le tientan un año después de "Sé lo que estás pensando" para que investigue un escabroso  asesinato y no es capaz de negarse. Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas, en esta ocasión ha sido "superbe". Gran novela negra.
  • "Dime quién soy", de Julia Navarro. Mi descubrimiento del año. Una historia aderezada con todos los ingredientes para lograr un cóctel explosivo: amor, acontecimientos históricos, familia... Lo mejor de lo mejor. Puro placer.
Archivo de otros años

lunes, agosto 29, 2011

Fotogramas. Final del verano

PRIMER FOTOGRAMA 
VIRADO A PÚRPURA
El color cardenalicio que domina mi cuerpo no tiene nada que ver con la visita de su Santidad a la capital de España. Para ser sincera confesaré que mis moratones tampoco se deben a una sesión de sado-masoquismo sexual, aunque sí están relacionados con mi vertiente masoca porque si una paga para que le coloquen un antiestético arnés, arrastra tres mosquetones por las alturas y decide imitar a Tarzán (eso sí, con varios kilos de más) saltando entre los pinos de Cercedilla luego no puede quejarse. 
Por la tarde embadurné mis zonas moradas-amarillentas-negruzcas con Arnidol, gemí por mis tremendas y angustiosas agujetas y escondí en lo más recóndito del ordenador el vídeo que muestra como mi cuerpo se desliza por una tirolina y en vez de parar con los pies en la siguiente plataforma se estampa de lado contra el tronco clavándose en la cadera el mosquetón (¡ay, ay, ay!). También oculté el vídeo donde se refleja mi falta de glamour para elevarme hasta la plataforma elevada o aquel en el que llegué al final de la tirolina de espaldas y con el culo rebotando sobre la rampa de madera. En fin, esos pequeños detalles que han amoratado mi piel (¡si tengo cardenales hasta en las piernas por la fijación del arnés de seguridad!). 
Los niños en cambio lucieron con estilo sus gráciles saltos entre troncos; Alonso, el muy canalla, ejerció de cámara oficial; Ángeles me abandonó a mitad del recorrido y mi madre, muy lista ella, se presentó a la hora de la comida para darse un chapuzón en las piscinas de Las Dehesas.
Ay, ay, ay, no cuento más porque mis atormentados músculos no me permiten teclear...


SEGUNDO FOTOGRAMA 
UNA DE OLIVA
¿Qué diferencia hay entre una oliva y una aceituna? La respuesta a esta pregunta siempre la he tenido clara: oliva es el fruto del olivo y tiene hueso y la aceituna es la oliva rellena. Es decir, si ofrezco olivas pondré la típica negra de Aragón (con hueso). En cambio, si digo aceitunas serán las rellenas, por ejemplo, de anchoa. La RAE no está de acuerdo conmigo, ni casi nadie con quien he filosofado sobre esta gran pregunta, pero a mí me da igual porque "yo soy así y así seguiré, nunca cambiaré" (frase de Alaska que asumí y acepté hace años).
Hacía mucho que no desarrollaba mi teoría del hueso y no-hueso del fruto del olivo, pero cuando Carmen me recomendó un lugar en Valencia para desconectar del mundo, activó inconscientemente mi pregunta filosofal sobre la diferenciación entre la oliva y la aceituna.
Me dejé seducir y opté por llevar a toda mi tropa de hombres a... OLIVA, una semana de placer, lectura, playa, paella, paseos, auto-cine, karts, fideuá y calma, mucha calma. Una inyección de energía y mimos para todos. Una ración de felicidad para afrontar los claroscuros de la vida.


TERCER FOTOGRAMA 
UNA IMAGEN VALE MÁS QUE MIL PALABRAS

Los Alonso fueron los reyes de la pista
Humm, paella... ¡A por ella!
Mis hombres, el mar, la playa y mi kindle. Puro placer.
¡Por Dios, que venga Tarzán a liberarme!



lunes, agosto 15, 2011

Y en verano... ¡deporte!

Este año el deporte ha marcado mi vida (¡qué os voy a contar del pádel que no sepáis!). Tanto es así que mis hijos se han emocionado con mis aptitudes y me retan día a día.
─Mamá, ¿por qué no empezamos a hacer footing? ─me propuso Diego una tarde de calor.
Le miré un poco escéptica, me acordé de los maratones que corre mi amiga Cristina, me imaginé disputando la "San Silvestre" y mi orgullo me hizo calzarme las zapatillas y vestirme con indumentaria deportiva.
─Yo también voy ─gritó Álvaro─ ¡pero en bici!
Salimos de casa preparados para la acción. 
─¡Vamos, mamá, empecemos a correr! 
─Espera Diego, aquí está cuesta arriba, será mejor que subamos hasta el paseo peatonal y así llaneamos.
De camino hacia allí me explicó todos las técnicas de calentamiento: girar tobillos, dar saltitos, mover las muñecas (¡pero si para correr no hacen falta las manos!), flexionar las rodillas...
─Venga, ¡preparados, listos, ya! ─gritó Álvaro desde su bici.
Diego empezó a correr con gran estilo, Álvaro pedaleó y detrás iba yo. Mi imagen patética es indescriptible. Tras los primeros trotes noté como la pequeña mochila de mi espalda brincaba y la botella de agua de su interior chocaba continuamente contra mi cuello taladrando mis cervicales. Por delante era aún peor, mis pechos subían y bajaban, mis lorzas no paraban de moverse, mi cara empezaba a congestionarse, mi respiración se entrecortaba... ¡Pero si parecía una gelatina con patas! Humillada con mi falta de estilo disminuí la velocidad. 
─¡Mamá! ─oí que gritaban mis hijos a más de 200 metros de distancia─ ¿Por qué te has parado?
─No me he parado, solo he cambiado de estilo, en vez de hacer footing voy a caminar deprisa. 
─Ay, mamá, cómo eres... 
Sí, sí, queridos, pero cómo voy a correr por Arturo Soria con este estilo tan patético y falto de glamour, pensé con la humillación a flor de piel, mi cara sonrojada por la congestión y mis carnes intentando ubicarse cada una en su lugar.

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Al estilo de "Tarzán"

Después de mi fracaso "futinero" mi amiga Ángeles me propuso ir a Aquopolis con toda la tropa de niños. Tras mi patética experiencia e imaginándome cómo iba a rodar por los toboganes, ceñí mi cuerpo en un horrible bañador que inmovilizaba todas mis carnes, me coloqué mis gafas de súper mosca para proteger mis lentillas y escondí por unas horas mi estilo glamuroso en el maletero.
Los pequeños disfrutaron como locos deslizándose con los flotadores gigantes por las distintas atracciones: Boomerang, Turbolance, Salto del ángel, Río rápido... Risas continuas y felicidad acuática a borbotones.
Ángeles y yo también nos deslizamos por unas cuantas atracciones, tragamos agua y sacamos brillo con nuestro trasero encajado en el flotador a varios toboganes.

Risas de felicidad acuática

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─¡Mamá, mamá, que esta tarde hay entrenamiento del Real Madrid en el Santiago Bernabéu! ¿Te apuntas? ─exclamaron Diego y Álvaro.
Miré a mi Alonso. Sonreía. 
─No, chicos, no puedo.
─Pero mamá...
─Por favor, ¿cómo va a ir una atlética de corazón a ver a los merengues? Nada, nada, vais con papá y así yo descanso un poco (y me repongo de tanto deporte, pensé, pero callé).
Volvieron emocionados, habían visto a sus ídolos (Sergio Ramos, Ronaldo, Benzemá...) y su corazón vestía de blanco.

Sin comentarios

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Además de mucha piscina, amigos durmiendo en casa, disparos con tirachinas, cenas, jardinería, bricolaje, pádel... Ha habido mucho cine: "Los pitufos", "La linterna verde", "El origen de los simios" (de esta me libré y aproveché para ir a cenar con unas amigas) y, oh, pobrecitos, deberes.
Un verano distinto en Madrid que intentamos que ellos disfruten pese a la situación familiar.

Unos marcos pintados con betún de judea para entretener el tiempo