lunes, agosto 29, 2011

Fotogramas. Final del verano

PRIMER FOTOGRAMA 
VIRADO A PÚRPURA
El color cardenalicio que domina mi cuerpo no tiene nada que ver con la visita de su Santidad a la capital de España. Para ser sincera confesaré que mis moratones tampoco se deben a una sesión de sado-masoquismo sexual, aunque sí están relacionados con mi vertiente masoca porque si una paga para que le coloquen un antiestético arnés, arrastra tres mosquetones por las alturas y decide imitar a Tarzán (eso sí, con varios kilos de más) saltando entre los pinos de Cercedilla luego no puede quejarse. 
Por la tarde embadurné mis zonas moradas-amarillentas-negruzcas con Arnidol, gemí por mis tremendas y angustiosas agujetas y escondí en lo más recóndito del ordenador el vídeo que muestra como mi cuerpo se desliza por una tirolina y en vez de parar con los pies en la siguiente plataforma se estampa de lado contra el tronco clavándose en la cadera el mosquetón (¡ay, ay, ay!). También oculté el vídeo donde se refleja mi falta de glamour para elevarme hasta la plataforma elevada o aquel en el que llegué al final de la tirolina de espaldas y con el culo rebotando sobre la rampa de madera. En fin, esos pequeños detalles que han amoratado mi piel (¡si tengo cardenales hasta en las piernas por la fijación del arnés de seguridad!). 
Los niños en cambio lucieron con estilo sus gráciles saltos entre troncos; Alonso, el muy canalla, ejerció de cámara oficial; Ángeles me abandonó a mitad del recorrido y mi madre, muy lista ella, se presentó a la hora de la comida para darse un chapuzón en las piscinas de Las Dehesas.
Ay, ay, ay, no cuento más porque mis atormentados músculos no me permiten teclear...


SEGUNDO FOTOGRAMA 
UNA DE OLIVA
¿Qué diferencia hay entre una oliva y una aceituna? La respuesta a esta pregunta siempre la he tenido clara: oliva es el fruto del olivo y tiene hueso y la aceituna es la oliva rellena. Es decir, si ofrezco olivas pondré la típica negra de Aragón (con hueso). En cambio, si digo aceitunas serán las rellenas, por ejemplo, de anchoa. La RAE no está de acuerdo conmigo, ni casi nadie con quien he filosofado sobre esta gran pregunta, pero a mí me da igual porque "yo soy así y así seguiré, nunca cambiaré" (frase de Alaska que asumí y acepté hace años).
Hacía mucho que no desarrollaba mi teoría del hueso y no-hueso del fruto del olivo, pero cuando Carmen me recomendó un lugar en Valencia para desconectar del mundo, activó inconscientemente mi pregunta filosofal sobre la diferenciación entre la oliva y la aceituna.
Me dejé seducir y opté por llevar a toda mi tropa de hombres a... OLIVA, una semana de placer, lectura, playa, paella, paseos, auto-cine, karts, fideuá y calma, mucha calma. Una inyección de energía y mimos para todos. Una ración de felicidad para afrontar los claroscuros de la vida.


TERCER FOTOGRAMA 
UNA IMAGEN VALE MÁS QUE MIL PALABRAS

Los Alonso fueron los reyes de la pista
Humm, paella... ¡A por ella!
Mis hombres, el mar, la playa y mi kindle. Puro placer.
¡Por Dios, que venga Tarzán a liberarme!



lunes, agosto 15, 2011

Y en verano... ¡deporte!

Este año el deporte ha marcado mi vida (¡qué os voy a contar del pádel que no sepáis!). Tanto es así que mis hijos se han emocionado con mis aptitudes y me retan día a día.
─Mamá, ¿por qué no empezamos a hacer footing? ─me propuso Diego una tarde de calor.
Le miré un poco escéptica, me acordé de los maratones que corre mi amiga Cristina, me imaginé disputando la "San Silvestre" y mi orgullo me hizo calzarme las zapatillas y vestirme con indumentaria deportiva.
─Yo también voy ─gritó Álvaro─ ¡pero en bici!
Salimos de casa preparados para la acción. 
─¡Vamos, mamá, empecemos a correr! 
─Espera Diego, aquí está cuesta arriba, será mejor que subamos hasta el paseo peatonal y así llaneamos.
De camino hacia allí me explicó todos las técnicas de calentamiento: girar tobillos, dar saltitos, mover las muñecas (¡pero si para correr no hacen falta las manos!), flexionar las rodillas...
─Venga, ¡preparados, listos, ya! ─gritó Álvaro desde su bici.
Diego empezó a correr con gran estilo, Álvaro pedaleó y detrás iba yo. Mi imagen patética es indescriptible. Tras los primeros trotes noté como la pequeña mochila de mi espalda brincaba y la botella de agua de su interior chocaba continuamente contra mi cuello taladrando mis cervicales. Por delante era aún peor, mis pechos subían y bajaban, mis lorzas no paraban de moverse, mi cara empezaba a congestionarse, mi respiración se entrecortaba... ¡Pero si parecía una gelatina con patas! Humillada con mi falta de estilo disminuí la velocidad. 
─¡Mamá! ─oí que gritaban mis hijos a más de 200 metros de distancia─ ¿Por qué te has parado?
─No me he parado, solo he cambiado de estilo, en vez de hacer footing voy a caminar deprisa. 
─Ay, mamá, cómo eres... 
Sí, sí, queridos, pero cómo voy a correr por Arturo Soria con este estilo tan patético y falto de glamour, pensé con la humillación a flor de piel, mi cara sonrojada por la congestión y mis carnes intentando ubicarse cada una en su lugar.

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Al estilo de "Tarzán"

Después de mi fracaso "futinero" mi amiga Ángeles me propuso ir a Aquopolis con toda la tropa de niños. Tras mi patética experiencia e imaginándome cómo iba a rodar por los toboganes, ceñí mi cuerpo en un horrible bañador que inmovilizaba todas mis carnes, me coloqué mis gafas de súper mosca para proteger mis lentillas y escondí por unas horas mi estilo glamuroso en el maletero.
Los pequeños disfrutaron como locos deslizándose con los flotadores gigantes por las distintas atracciones: Boomerang, Turbolance, Salto del ángel, Río rápido... Risas continuas y felicidad acuática a borbotones.
Ángeles y yo también nos deslizamos por unas cuantas atracciones, tragamos agua y sacamos brillo con nuestro trasero encajado en el flotador a varios toboganes.

Risas de felicidad acuática

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─¡Mamá, mamá, que esta tarde hay entrenamiento del Real Madrid en el Santiago Bernabéu! ¿Te apuntas? ─exclamaron Diego y Álvaro.
Miré a mi Alonso. Sonreía. 
─No, chicos, no puedo.
─Pero mamá...
─Por favor, ¿cómo va a ir una atlética de corazón a ver a los merengues? Nada, nada, vais con papá y así yo descanso un poco (y me repongo de tanto deporte, pensé, pero callé).
Volvieron emocionados, habían visto a sus ídolos (Sergio Ramos, Ronaldo, Benzemá...) y su corazón vestía de blanco.

Sin comentarios

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Además de mucha piscina, amigos durmiendo en casa, disparos con tirachinas, cenas, jardinería, bricolaje, pádel... Ha habido mucho cine: "Los pitufos", "La linterna verde", "El origen de los simios" (de esta me libré y aproveché para ir a cenar con unas amigas) y, oh, pobrecitos, deberes.
Un verano distinto en Madrid que intentamos que ellos disfruten pese a la situación familiar.

Unos marcos pintados con betún de judea para entretener el tiempo

viernes, agosto 05, 2011

Cambio de planes

Pareo en la cintura, mis nuevas gafas de sol de Vitorio y Luchino, sones de vallenato de fondo, palmeras, arena fina en la playa... Y en mi mano, un mojito bien frío saturado de hierbabuena. Sí, esa era la imagen que navegaba por mi mente desde hace más de un mes, una visualización que me permitía trabajar con una leve sonrisa. De pronto, un volantazo de la vida hizo añicos mi visión idílica. Un puñetazo de realidad me obligó a reajustar mi disco duro y reorientar mis prioridades. Un ingreso hospitalario, una caída de plomos. Mi suegro se hundía desde su silencio. 
Al principio barajé la opción frívola de ir a México con mis hijos y cumplir con mi sueño, pero mi gen cuerdo despertó y me hizo recapacitar. Hay momentos, aunque duela, que hay que estar en el lugar indicado, saber actuar o, simplemente, estar al final del día para dar un abrazo o calmar levemente el pesar del corazón con una sonrisa o una callada risa.
Cancelamos el viaje a México y cada uno se centró en su misión. Alonso acude cada día al hospital, habla con los médicos, intenta animar a su madre, alimenta a su padre, sobrelleva su dolor y distrae el tiempo entre pasillos con el mundo mafioso que relata Guy Talese en "Honrarás a tu padre". Yo, presiono a los niños para que hagan sus deberes, nadamos en la piscina, jugamos al ping-pong y al pádel, reímos en el mercadillo, cocinamos, compramos el Leroy Merlin y nos entretenemos con pequeñas chapuzas de bricolaje. Por la noche, todos juntos, vamos al cine, a cenar u organizo acampadas nocturnas en el jardín de casa... Un agosto en Madrid nada habitual abrazando al dolor, la pena y con leves momentos de alegría y felicidad. Un película en blanco y negro con brochazos de color.

Acampada nocturna. Insomnio forzoso asegurado