domingo, noviembre 27, 2011

Tarta de chuches y animales

Para ver mejor el vídeo, cliquead en el extremo derecho inferior, donde pone Youtube. De esa manera no saldrá cortado... ¡Espero que os guste!


martes, noviembre 22, 2011

Cóctel de conejillos de indias

Chicos, que mañana tenemos que decorar la mesa para ver si nos elogian...

Según el refranero español quien tiene un amigo tiene un tesoro. Por suerte en mi vida hay varios tesoros que valen su precio en oro por aguantarme y apoyar mis locuras. De vez en cuando, desde el cariño, los convierto en mis conejillos de indias para que caten mis experimentos y elogien mis virtudes (a veces me critican pero como este blog es mío omito la información).
El viernes envié la invitación a mi grupo conejil: 

"PEQUEÑOS BOCADOS DE AMISTAD"
No hay nada mejor que compartir pequeños instantes, leves sonrisas y efímeros abrazos. Por eso esta vez degustaremos una cena centrada en minúsculos manjares: un poco de sushi, unos canapés... Todo muy leve, todo muy cóctel
¿Quién se apunta?
Besos para todos

El sábado mi ojo madrugador se despertó a las nueve de la mañana. Los nervios de Álvaro botaban por la cama:
─¡Venga, levantaros, que no llegamos a fútbol!
Ración doble: a las diez, partido del pequeño y a la una, del mayor. Mucho fútbol, mucha emoción. En el intervalo entre pitidos, aproveché para montar las croquetas y elaborar el arroz nipón.
La tarde se esfumó entre los makis, nigiris, zarangollos, piruletas de queso y quiche. 
─Emma, me has vuelto a engañar. ¿No ibas a ser un cóctel en el que cada uno traía un plato? ─preguntó Alonso con sonrisa pícara.
─¿Seguro que dije eso? No lo recuerdo, amor. Anda, baja las copas de vino y pon el mantel.
Intenté contenerme, pero como siempre he sido muy facilona a la hora de caer en la tentación, no me pude resistir y decoré la mesa con una muestra de algunos muñecos que estoy preparando para estas navidades. Además, coloqué los carteles con los nombres de los bocados internacionales que se iban a degustar (nipón, italiano, español, francés...). 
La manada de conejillos de indias llegó a las nueve y media con botellas de vino y postre (mini tartaletas y mini palmeritas, para no fallar a la premisa de "pequeños bocados"). A Mayte no le gustaron los makis pero sí los nigiris, a Cristina le encantaron los temakis, David devoró los rollitos, Claudio gozó con los makis y las pocas croquetas que dejó Álvaro; Blanca saboreó la quiche; Alonso, el zarangollo... ¡El alpiste le había gustado a los conejillos de indias y el vino volaba por sus paladares!
Una auténtico éxito, una noche fantástica, un cóctel de amigos en el que saboreamos confidencias, secretos, risas y efímeros bocados de placer. Sí, ¡adoro a mis conejillos de indias!

Detalle de la mesa

PD. Por respeto a los roedores, sus fotos solo serán visibles en sus perfiles de facebook. Ay, cuánta timidez y qué pánico me tenéis... ;-)

jueves, noviembre 10, 2011

Adoro el cuerpo, el cuerpo de policía

Anoche salí del trabajo con mi despiste habitual y enfadada con el mundo por trabajar un festivo. Arranqué el coche, pasé la barrera de seguridad, giré en la rotonda y al subir por una estrecha calle vislumbré las luces del control policial. "¡Dios  mío, no me he puesto el cinturón!". Mis manos empezaron a temblar por los nervios. Intenté colocarme el cinturón pero no localizaba el enganche. "Ay, que me pillan". El policía me indicó que parara, mi mano derecha sujetaba el cinturón para que pareciera que estaba bien colocado.
Buenas noches.
Buenas noches. 
─Señora, ¿va bien?
─Que si voy bien... ─repetí sin entender la pregunta.
─¿Ve bien?
Y al oírle fui consciente de mi fallo.
─Huy, perdone, que no he encendido las luces. Acabo de salir del trabajo y no me he dado cuenta. Perdón, perdón...
─Además no se puede conducir dando esos volantazos. ¿Iba hablando con el móvil?
Mi sonrisa nerviosa aumentaba por momentos.
─¡No, no!... De verdad... Agente, no le voy a mentir: iba sin el cinturón y al ver las luces de la policía he intentado colocarlo, por eso los volantazos, pero no encontraba el enganche y mire ─retiré mi mano derecha y comprobó como el cinturón volvía a su ser y me dejaba desprotegida.
Me va a poner una multa y me va a quitar seis puntos, eso como mínimo.
El agradable, guapo, simpático, encantador y amable agente de policía rió ante mi sinceridad o por contagio de mi risa nerviosa.
Ande, siga, pero que no se vuelva a repetir.
Por supuesto, agente, por supuesto.
¡Y quite las largas!
Ay, sí, sí, es que me está poniendo muy nerviosa. Perdón, perdón y mil gracias. Buenas noches, agente.

****************

Alonso, no te vas a creer lo que me acaba de pasar con tu coche.
No me hables de coches, que he llevado el tuyo a la ITV y no tenías agua en el limpiaparabrisas...
Huy, es verdad, se me olvidó decírtelo.
Eres un desastre! ¿Que te ha sucedido?
Nada, amor, nada.



lunes, noviembre 07, 2011

Placer nipón

Oli, el gran sushiman
Me cuesta admitirlo pero soy igual que Dinio. La noche me confunde. Cuando el cielo se torna azul oscuro y la luna se despereza siento como me abraza mi amante nocturno, el insomnio. Mis tácticas para ignorarle (leer, cocinar... ) no le alteran. Desesperada, me lanzo por mi ventana virtual: navego por mis blogs, twitter, facebook y al final me dejo tentar por las ofertas de Privalia, Groupalia, Groupon o Primeriti
Sí, lo confieso, la noche me confunde y soy una adicta a las compras on-line: sábanas, ropa de los niños, cuchillos, zapatillas deportivas, alisado de pelo japonés... Hace unos meses me auto-regalé con nocturnidad un curso de sushi y sashimi. A la mañana siguiente me fustigué: "¿por qué lo has hecho?". Rápidamente me contesté con mi frase de Alaska: "Porque yo así y así seguiré, nunca cambiaré". 

El arte del maestro
Esperé y esperé hasta que llegó el cinco de noviembre, mi gran día. Abandoné a mis hombres y me fui a mi anhelado curso acompañada por mi emoción gastronómica. Las clases las impartía Oliver Ochoa, el gran sushiman, en el restaurante "A cuerpo de rey".
Los veinte alumnos nos sentamos expectantes y comenzó el espectáculo. Oli nos demostró su arte con el cuchillo al cortar el salmón, nos explicó los trucos para cocer el arroz, cómo elaborar los makis y los niguiris... Una clase magistral. 

Además de bello, sabroso

Después de cuatro horas, los alumnos emulamos al maestro. No logramos su arte, pero sí reír y disfrutar al ver nuestros desastrosos rolls. Degustamos nuestros makis y Oli nos deleitó con sus niguiris flambeados que se deshacían en la boca, sus sushi morawase y temakis. Un auténtico placer nipón. 

Ahora es el momento de practicar lo aprendido y mimar a mis comensales (seguro que a ellos no les importa que la noche me confunda e insomnio, mi terco amante, sufrirá al ver cuánto le ignoro).

Mi primer plato de makis y niguiris ;-)

miércoles, noviembre 02, 2011

La bruja que todo lo ve


─¡Contra la pared, Emma, esa pelota es de pared! Venga, tú puedes. 
Los gritos y el ánimo de mi profesor insuflaron mi espíritu ganador, corrí tras la bola y le di con todas mis fuerzas consciente de que era la única opción para no quedar más humillada frente a los contrarios, unos auténticos profesionales. La pelota absorbió toda mi energía, rebotó contra la pared y salió directa hacia mi frente.
Sentí como mi cerebro bailaba dentro de mi cráneo y las ideas se esfumaban por mis orificios auditivos. Todo se movía en mí. Enderecé mis gafas y anduve unos pasos al estilo pato mareado. 
Oía las preguntas con eco de mis compañeros de pista: "¿Estás bien?, ¿te duele?, ¡menudo pelotazo te has autoinflingido contra tu frente!" La humillación y la vergüenza me obligaron a sonreír. "Tranquilos, no ha sido nada. Ahora me doy un poco de arnidol y evito que me salga un chichón".
Después de perder los dos partidos frente a los súper-mega e insoportables profesionales (¡nunca más!) me fui a casa con las lágrimas a punto de saltar al vacío. El dolor y el hinchazón de mi frente aumentaban por momentos.
Callé mis dudas, aguanté mi intriga y oculté mis pensamientos de bruja maléfica. Algo raro estaba sucediendo en mí, las fuerzas oscuras me rodeaban y me transformaban. ¿Qué sería? Me fui con mis hombres y mi preocupación a Toledo, a disfrutar de un día de ocio, visitas culturales y placeres gastronómicos. Al volver nos envolvió la noche de los monstruos, zombis, esqueletos y murciélagos. De pronto, bajo la luz de la luna, se desveló el misterio. El dolor de mi frente no era por el golpe. No. En mi cuerpo nacía un nuevo órgano: el ojo que todo lo ve se abría paso en mi frente para analizar a los humanos, los buenos y los malos. Ahora soy la bruja que todo lo ve, la bruja de los tres ojos. ¡Que tiemble el mundo!