jueves, agosto 29, 2013

La "O" de beso


Todo el mundo sabe cuál es su color o su número favorito... Pero, ¿alguien sabe cuál es su letra favorita? Después de mucho pensarlo (esos pensamientos absurdos que siempre tengo, oculto y tanto me divierten) he descubierto cuál es mi letra. ¡Mi gran letra es la "O"! Sí, la letra gordita y oronda, la más redonda del alfabeto, la que no tiene esquinas ni dobleces. La "O" que gritamos cuando algo nos sorprende, nos excita o nos asusta. Esa "O" de trazo limpio que se puede confundir con un cero pero que tiene mucho más valor.
Mi amada letra "O" me ha ido mandando señales a lo largo de mi vida pero hasta este año no me había percatado. ¿Cómo se llama el pueblo de Aragón que tanto quiero? Oliete. ¿A qué playa me gusta ir en verano? Oliva. ¿Cómo se llama mi calle? Olimpo. Cuándo quiero huir al Norte, ¿adónde voy? Oviedo. ¿Por qué los nombres de mis hombres terminan en "O": Diego, Álvaro, Alonso...? Por no hablar de lo feliz que soy cuando como, amo, bebo, duermo, practico el sexo, bailo, nado, leo, rio, escribo, hablo, grito y, cómo no, sueño. Y después de este secreto, os mando un gran beso.

lunes, agosto 26, 2013

Desajuste mortal

─¿En qué piensas?
─En nada─ miento.
Y no es que me guste mentir, pero hay veces que debo ocultar mis desajustes cerebrales para protegerme de esas miradas aterradas que pone la gente cuando hablas de tus locuras. Porque, para qué negarlo, todos tenemos alguna.
A mí desde hace años me obsesiona la muerte, no el hecho de morir ─algo inevitable y por lo que todos pasaremos─, lo que de verdad me agobia es morir de forma absurda.
La humanidad no da mucha importancia a los fenómenos naturales pero, por ejemplo, en Estados Unidos muere más gente por rayos que por tornados o tiburones. Según una estadística es más fácil que te electrocute un rayo a que te toque la lotería. ¿Quién no conoce a alguien que le cayó un rayo en su casa o en la del vecino? Para acrecentar mi neurosis, el verano pasado avisaron en todos los medios de comunicación sobre la caída en la Tierra de trozos de un satélite, hecho que me obligó a no salir de casa para estar protegida de un posible "satelitazo" en la cabeza.
Mi histeria se desató el otro día al descubrir la elevada proporción de personas que fallece porque les cae un coco de palmera encima de la cabeza. ¡Increíble!
Tengo muchos más casos, pero no quiero que me tildéis de neurótica. Eso sí, si hay una tormenta eléctrica meteros en el coche y cerrarlo a cal y canto para crear  una jaula de Faraday; si cae un meteorito protegeros y si os da miedo ir al Caribe, no sufráis, regaladme el billete que yo me voy encantada (tranquilos, jamás pondré mi toalla bajo un cocotero).