viernes, agosto 22, 2014

El verano me confunde

Mi cara, el reflejo de la locura

Vuelvo de vacaciones con intención de escribir pero noto mi mente confusa, como Dinio con la noche, sin saber cómo relatar todo este tiempo, ni cómo empezar o cómo acabar. Tal vez, solo es una idea, podría escribir que mi Alonso y yo estuvimos quince días de "pareja sin hijos" y quemamos Madrid: fiestas en casa con amigos, cenas en terrazas de ensueño, gin-tonics con sabor a risas... Que Diego volvió feliz de su estancia en Irlanda y Álvaro de su campamento en Cazorla. Que en Oliva, todos juntos, nos tumbamos a la bartola ─más bien: "nos tumbamos en la playa"─ y el tiempo se esfumó entre libros, paellas, paseos y excursiones al Parque Natural de La Marjal o la Cueva de las calaveras, el auto-cine y los karts. Sin olvidar jamás esa ruta en barco por Denia donde mi madre se convirtió en una linda sirenita.
Ahora, "de Rodríguez" con Diego en Madrid, no paro. Cada día surge un nuevo plan que compartimos con mi amiga Blanca y su hija María y las noches se esfuman entre la cultura y los ataques de risa; entre el cine y el Museo del Romanticismo; entre el Mercado de San Ildefonso y la tele-comida china.
Debo contar todo mi verano y no sé cómo hacerlo. Tal vez, cuando vuelva de Segovia sea un buen momento.