domingo, septiembre 27, 2015

Sueños de verdad con Dani Martín


Hay noches que se convierten en un sueño y entre dulces codazos se abren un hueco fijo en el laberinto de los recuerdos y en el corazón. Anoche fue una de ellas. La voz de Dani Martín llegó a mis oídos de la mano de mi hermano Pepe en 2005, un verano con la banda sonora de “Zapatillas” retumbando en el jardín: música española, la que me gusta, la que me hace sentir, la que entiendo. Con los años me enamoré de sus letras y mi hijo Diego, entonces un bebé, educó sus oídos con sus canciones. Este año, el tiempo vuela, Diego ha cumplido 16 años (“16 añitos”) y qué mejor regalo que acudir los dos, madre e hijo, al concierto “La cuerda floja” de Dani Martín, un cantante que aúna generaciones alrededor de su arte. En la Plaza de las Ventas, en mitad del ruedo, cantamos como locos, gritamos, saltamos, bailamos, reímos y yo ─soy así, no lo puedo evitar─ lloré en varias ocasiones. Lágrimas de emoción y felicidad. Rebusco palabras en mi cabeza para intentar hilar mis recuerdos con cordura y educación, pero solo se me ocurre escribir que joder qué noche en mi Madrid, con ese “peazo” madrileño que adora los boquerones en vinagre, las birras y al Atlético de Madrid, con mi hijo al lado y la luna sobre nosotros. Acojonante.





PD. Mil gracias a ese amigo que me consiguió lo imposible.

#yoestuvealliytuno

jueves, septiembre 24, 2015

Mil gracias


Me siento como el emoticono de la gran sonrisa: feliz por vuestras felicitaciones, querida por haber acaparado un instante de vuestra vida, orgullosa de teneros y quereros. Mil gracias.

martes, septiembre 08, 2015

Mis tréboles de cuatro hojas

El césped abarca la inmensidad, la amplia extensión verde es hipnótica, muevo las hebras, observo con detenimiento hasta que de pronto ocurre el milagro, después de mucho tiempo y miles de intentos frente a mí aparece el tesoro mágico: un maravilloso trébol de cuatro hojas. Emoción a flor de trébol. Lo arranco con mimo, lo llevo a casa y lo introduzco entre las hojas de un libro grueso para que se seque y así conservarlo de por vida.
La amistad es similar. Vivimos en un campo lleno de personas y solo algunas se convierten en especiales, en amigos de verdad, en tesoros que hay que cuidar con esmero porque por el camino aparecen azadas, cortacéspedes o alimañas que en ocasiones destrozan los tréboles.
¿A cuento de qué viene este golpe sentimental? Tal vez, y solo es una suposición con visos de afirmación, este fin de semana he compartido un momento muy especial con varios tréboles de mi vida. Instantes que no se pueden contar pero que sabes que tienen un hueco especial en la memoria que jamás podrás olvidar. Esos tréboles secretos que es mejor mantener en el anonimato general y en mi corazón particular.