viernes, mayo 19, 2017

Soy imbécil


Soy imbécil. A ver, por favor, que nadie se ofenda, pero es el único término que describe perfectamente mi forma de ser. En la vida hay gente interesante, guapa, inteligente, simpática... En fin, también hay indeseables, pero ese es otro cantar. Y luego esta la categoría a la que yo pertenezco.
     Para rozar mi grado de imbecilidad hay que tener cierto arte. Esta mañana, por ejemplo, durante el duro entrenamiento al que me estoy sometiendo con la ayuda de mi "dog trainer" me he estampado contra el tronco de un árbol. Lo sé, no es sencillo, y sobre todo es una de las situaciones más ridículas que existen porque al sentir como las gafas se clavan en el tabique nasal, los mofletes rozan la dura madera y tiembla todo tu cuerpo no sabes si reír, llorar o tirarte de los pelos. Por suerte, no he localizado ninguna cámara de seguridad que haya grabado mi estampación arbórea y creo que nadie me ha visto.
   Después de maldecirme por mi imbecilidad he continuado por mi ruta con paso ágil, un enorme dolor de nariz, estruendosos estornudos alérgicos y una gran sensación de vergüenza que no he podido ocultar en la mochila. 
    En fin, soy imbécil porque me he apuntado a un reto solidario en el que debo caminar 34 kilómetros en un máximo de ocho horas. Y soy aún más imbécil porque además de mis asmáticas y pinreles imperfecciones soy incapaz de caminar en línea recta sin estamparme contra un árbol. 
    ¡Menos mal que mi gen mañico no me permite abandonar!

P.D.: Un aplauso para los que se presentan a los 100 km en 24 horas, esos sí que son unas máquinas.

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