lunes, enero 22, 2018

Me gustaría ser culta, pero soy una marsopa



Me gustaría ser culta, pero no lo soy. Por lo menos no soy tan culta como algunos que me rodean: auténticos culturetas que introducen con soltura y un poco de impertinencia a grandes literatos, artistas y filósofos en cualquier conversación matutina mientras mi cabeza adormilada es incapaz de decidir qué botón seleccionar de la máquina de la cafetería: ¿pan de pipas (bomba calórica) o galletas integrales (aburrimiento gastronómico)? No soy culta, pero soy una auténtica amante de las palabras: me enloquece descubrir, sin buscarlo, términos que me hipnotizan. 
    Esta semana me he enamorado del vocablo amuseparse (entristecerse y sentir melancolía, generalmente por nostalgia de su tierra natal). Tal vez sea por culpa de las nubes grises o del ambiente oscuro de mi Madrid, pero desde mi último hallazgo me siento tan amusepada como una marsopa o una marmota. El paso del tiempo, la vida que se escapa sin que uno se dé cuenta, los recuerdos del pasado o la afonía que me ha incomunicado durante un día han desatado mi musepo (tristeza, melancolía)
     ¡Pero ya no puedo más! Y mira que lo intento... Ay, con lo que me gustaría ser una mujer lánguida, seria y etérea (vaga, sutil, vaporosa). De verdad que ensayo todas las mañanas frente al espejo, pero de pronto me imagino con mi musepo vestida de marsopa y no soy capaz de controlar mi ataque de risa. Fatal, pero que muy mal: ni cultureta, ni melancólica, ni seria. Lo admito, más que culta soy una marsopa.

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