miércoles, noviembre 30, 2016

En ocasiones veo ORNIS



Los setenta marcaron a toda una generación. En aquellos años el gran sueño de cualquier niño era avistar en mitad de la noche un OVNI (Objeto Volante No Identificado). Entonces era habitual leer en los periódicos, escuchar en la radio o visionar en la televisión -sin mando a distancia y solo dos canales-, las historias de los afortunados que habían contactado con una nave espacial procedente de un misterioso y alejado planeta. ¡Incluso informaban sobre humanos que habían sido abducidos por alienígenas!
    Durante mis viajes nocturnos en el asiento trasero del antiguo Seat 131 que conducía mi padre, observaba somnolienta por la ventanilla la negra noche a la espera de que la potente luz de un platillo volante surcara el cielo, se posara sobre un terreno cercano, abriera la puerta futurista de su nave, descendieran unos cuantos extraterrestres y entablaran una conversación extraplanetaria con nosotros. 

    Mi sueño nunca se cumplió, pero el cine me trasladó a otras galaxias a través de grandes películas como  "E.T.", "Encuentros en la tercera fase" o "La guerra de las Galaxias"
   Ahora, en 2016, debo confesar que en ocasiones veo ORNIS. Juro que cuando paseo a Yoda, mi schnauzer miniatura, y la oscuridad inunda el parque aparecen Objetos Rodantes No Identificados envueltos en haces de luces que hipnotizan y desatan la histeria de mi perra que corre tras ellos como una loca entre ladridos. Mi ilusión infantil desata mis  gritos histéricos hasta que descubro la realidad: no es un OVNI, ni un ORNI, ¡es un ciclista con luces multicolores en el casco, la rueda delantera, la rueda trasera y una luz amarilla en el chaleco!
   Eso no se hace, no se juega con el deseo de una mujer nacida en los setenta que cree que ha avistado una nave espacial y resulta que es un ciclista disfrazado de feria ambulante! No hay derecho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario