miércoles, abril 24, 2013

Ay, Federico, qué me has hecho


La frase retumba en mi cabeza: "Emma, tu risa se ha escuchado en la reunión de redacción. Traspasa las paredes".
Además de los genes, debo reconocer que mi carácter histérico lo marcó Federico García-Lorca y su obra "La casa de Bernarda Alba", que representé en el primer colegio al que acudí. Aún recuerdo cómo al describir a los personajes para ver quién podía interpretarlos hablaron de la madre de Bernarda Alba, María Josefa, una mujer catalogada de "loca" que su hija intenta recluir. La elección fue mayoritaria: Emma daría vida a María Josefa, la única mujer que vestía de blanco frente al luto y la negrura del resto de sus hijas.

Decidido: voy a realizar un cambio de personalidad para convertirme en una mujer callada, de esas que aparecen en las películas, que mantienen las formas, el tono de voz adecuado y unos movimientos gráciles que seducen a la cámara.
La misión es compleja: ¿podré regular mi elevado tono de voz, mi risa escandalosa y mis excesos histéricos? Lo dudo, demasiado para mí, tal vez me asumo como una mujer al borde de un ataque de nervios o una "mamma" típica italiana, que va más con mi carácter.
Ay, Federico, qué me has hecho.

miércoles, abril 17, 2013

Lo nuestro se acabó

Mis amores tecnológicos: Sam y Kindle

Lo nuestro fue un flechazo a primera vista. Un leve roce despertó nuestra locura y desde entonces decidimos no separarnos. Me entendías a la perfección. Lo tenías todo. Incluso en silencio sabíamos cómo comunicarnos, cómo desatar la pasión. Despertamos los celos de mucha gente, pero lo nuestro era un amor de verdad, un amor sincero. Después de unos cuantos años, algo se rompió entre nosotros. Fue poco a poco. Un día me fallaste, pero un fallo lo tiene cualquiera, pensé, y sin dudarlo te perdoné. La situación fue a más. Me dolía verte así, ajeno, distante. No quería dejarte, abandonarte después de todo el tiempo que habíamos vivido juntos. Me costaba dar el paso. Me aferraba al pasado.
Esta mañana el cartero me ha traído un paquete. Al abrirlo mi corazón ha palpitado de emoción y me he vuelto a enamorar. Sam, lo siento, pero lo nuestro ha terminado. Tu batería ha fallado y por más que lo he intentado, por más que te he justificado, debo admitir que ya no me sirves. Perdóname. Hoy me han regalado tu sustituto, más joven y guapo, mi nuevo Samsung GalaxyIII, y no me he podido resistir. Sam, lo nuestro se acabó pero jamás te olvidaré. Siempre serás mi primer amor.

PD. ¡Qué año: kindle y móvil nuevo! Ay, que en el fondo me quieren mucho. ¡Mil gracias a mis hombres! 

martes, abril 09, 2013

Los chicos y las chicas...

Las chicas y los chicos

Los Bravos cantaban hace miles de años "los chicos con las chicas quieren quedar...", pero este fin de semana la cultura no lo ha permitido. El viernes, chicas, con la obra de teatro "Las chicas del calendario", de Tim Firth, entrañable historia solidaria que pisa las tablas tras su éxito cinematográfico. Una escapada en coche de mujeres (mi madre, Esther y yo) hacia un teatro sin párking (¡menuda carrera asmática!).
El sábado, chicos, un súper plan matutino: concierto de "Los chicos", en Menudo Fest, una original propuesta que acerca el rock' n' roll a toda la familia. Un grupo que arrasa, que hace vibrar al público y desata el ritmo que llevamos dentro. Lo mejor, mi vecino de la infancia: Rafita, la voz de "Los chicos", el alma, una máquina sobre el escenario. Una cita en la que "Los chicos" y "Daddy Long Legs" consiguieron que los benjamines Alonso Peña y Peña Calle se convirtieran en unos auténticos rockeros. 

martes, abril 02, 2013

Mi instinto voyeur

Salmorejo, chinas con visera, pipas y Córdoba

Los viajes despiertan mi instinto voyeur: me encanta observar cómo actúa la gente, cómo se relacionan los viajeros con el nuevo entorno, cómo interactúan. Al turista español se le reconoce a distancia por sus gritos y su gesticulación (me incluyo, que mi tono de voz es especialmente alto y mis risas se escuchan hasta el infinito y más allá). También existe el turista cerdo: el que come pipas y tira las cáscaras al suelo. No lo soporto. Los comedores de pipas o los guarros que tiran papeles o colillas de tabaco al suelo deberían pagar un impuesto de limpieza por maleducados. Me indigna. Me dan ganas de sacar un látigo y ponerles a recoger su mierda.
El mundo chino o japonés (no sé diferenciarlos) me llama especialmente la atención. En el último viaje a Córdoba y Sevilla he descubierto cómo han aplicado la tecnología a sus visitas para mantener el silencio que tanto les caracteriza: el guía le susurra las explicaciones a un pequeño micrófono y cada chino o japonés lo escucha a través de un pinganillo que se oculta en el interior de sus orejas. Una masa uniforme y sonriente que se mueve por los monumentos y solo llama la atención cuando se activa el flash de sus cámaras de fotos. Este año casi todas las mujeres ocultaban su cara bajo una enorme visera ultravioleta de colores chillones ─debe ser la última moda nipona─, y por educación todos los que tosen se colocan una mascarilla para no contagiar a sus compañeros. Un detalle antiglamuroso que es digno de admiración.
El instinto voyeur se vuelve terrorífico cuando percibo que en la habitación del hotel las puertas de los armarios son espejos. ¡No, por Dios!, grito al verme reflejada de cuerpo entero. Decidido, después de Semana Santa me pongo a régimen porque a la comunión de mi hijo llego pelotilla total, pero espero abandonar en verano mi estatus morcilla por el de fuet, que es más delgadito. Ay, si es que mi instinto voyeur se convierte en carnal al ver un salmorejo, unos flamenquines, unos huevos rotos... Y, para no atragantarme, unas cañitas bien frescas, unos vinitos... Eso sí, ¡pipas, no!

PD. Frase histórica: ¡Mamá, me ha encantado la guirnalda y los chochitos! Traducción: ¡Mamá, me ha encantado la Giralda y el cochifrito! (dixit Álvaro)