jueves, enero 29, 2015

¡Odio a los cerrajeros y sus pegatinas en los buzones!

Mis contadores, sin publicidad

Siempre he sido muy clara y muy directa, así que no me voy a callar y voy a confesar una realidad: ¡odio a los cerrajeros! Sí, sin tapujos ni medias tintas, los odio. No conozco a ninguno y no deseo mal a todos, solo a esos capullos que forran los buzones, puertas y contadores de la calle con pegatinas anunciando sus servicios. Sí, esos puñeteros carteles de "Cerrajeros las 24 horas del día". Sé que todo el mundo necesita trabajar, ganar un dinero y si quiere publicitar su negocio me parece perfecto ¡pero no en mi contador! Si desea utilizar alguno de los soportes de mi casa que se ponga en contacto conmigo y llegamos a un acuerdo, por ejemplo. Además, se han especializado en encabronarme con sus nuevas pegatinas que se parten en tres, cada día son más difíciles de quitar y encima dejan marcas del pegamento. Eso sí, mi odio ha despertado mi lado "águila salvaje" y según detecto su invasión ataco sin piedad y elimino la publicidad gratuita.
  Como a neurótica e histérica no me gana nadie, me obsesioné tanto con el tema que investigué sobre las medidas que se pueden adoptar para evitar que instalen pegatinas en los buzones. Los foros de internet están plagados de "odiadores" de cerrajeros, pero ninguno me dio la solución al problema hasta que el otro día en uno de mis paseos matutinos descubrí un contador (me fijo en todos por mi obsesión compulsiva) y vi un cartel que informaba sobre la ordenanza del Ayuntamiento de Madrid para impedir la instalación de pegatinas en la pared de su vivienda. El corazón me palpitó a mil por hora y tuve la tentación de llamar a la puerta para conocer a mi "media naranja obsesiva".
  Desde hace diez días luce el mismo cartel en mis contadores y por ahora no han puesto ninguna pegatina. No me quiero rebozar en la felicidad, pero tal vez ahora los cerrajeros respeten los soportes de mi casa y con el tiempo deje de odiarlos.

¿Quién no ha visto contadores con estas horrorosas pegatinas?

El cartel con la normativa que impide la instalación de pegatinas

miércoles, enero 14, 2015

La loca de las uvas o Chucky, el muñeco diabólico

La cuenta atrás y la loca de las uvas
Un día de finales de diciembre me desperté en mitad de la noche como si fuera Chucky, el muñeco diabólico, con los ojos abiertos como platos y una gran duda en mi cabeza. La condenada duda se convirtió en una terrible obsesión que solo pude controlar hasta las ocho de la mañana, momento que aproveché para clavar mi codo entre las costillas de mi Alonso, un gesto de cariño que él no entendió.
─Emma, ¿qué ocurre?
Observé que aún estaba somnoliento pero mi obsesión salió de mi boca convertida en una verborrea incontrolable.
─Alonso, esta noche no he podido dormir, tengo una duda que me atormenta, que me aprieta los pulmones y no me deja respirar.
─¿Te ha dado un ataque de asma?
─No, pero todo puede ocurrir... Mi intriga, mi duda, mi insomnio y mi preocupación es porque no sé qué vamos a hacer en Nochevieja.
─Sí lo sabes, pasaremos fin de año en el barco del crucero.
─Claro, he ahí el problema, mi quitasueños, mi pregunta: ¿cómo vamos a tomar las uvas?
   Alonso me miró entre sus legañas, me ignoró, se giró y volvió a roncar como si hubiera tenido una pesadilla con Chucky... ¡Pero la semilla de la duda empezó a germinar en su cerebro!
Al cabo de unos días mi santo sonrió en mitad de la cena.
─Emma, he hablado con la organización del crucero y me han explicado que al ser el barco italiano no se habían planteado el tema de las uvas, pero que se lo comentemos al chef para que esa noche nos las preparen.
─Bueno, no sé, me estresa mucho el tema, así que nos llevamos unas latitas con nuestras uvas, pero... ¡Y las campanadas!
─Tranquila, Chucky, que me he descargado un vídeo con las campanadas del año pasado en el móvil.
   La mañana del 31 de diciembre, pese a tener mis latas en el camarote, comencé con mi campaña internacional de obtención de uvas. Al mediodía apliqué mis leves dominios de inglés con el encargado del restaurante: "Please, I'm from Spain, I need for to night twelve grapes. No, sorry, forty-eight grapes for all my family" El malasio me miró como si fuera la "loca de las uvas" y me recomendó en inglés que lo comunicara en recepción para que solventasen mi gran problema. Allí me fui y la suerte me acompañó: ¡el recepcionista hablaba un perfecto francés lo que me permitió explicarle con detalle mi obsesiva neura! 
─Tranquila, esta noche tendrá sus uvas─ me contestó desde el mostrador el hombre con cara de perplejidad
─Y no podrían habilitar uno de los salones para que los españoles veamos las campanadas en el Canal Internacional como marca la tradición, con Ramón García, la capa y el reloj de la Puerta del Sol.
El recepcionista abrió los ojos como si tuviera a Chucky delante y exclamó:
─¡Eso es imposible, el capitán del barco iniciará la cuenta atrás junto a todo el personal de animación! ¡Es la gran fiesta del crucero!
Lo miré atónita: ¡cómo osaba comparar a Ramón García con el capitán del barco!
Por la noche, para controlar mis nervios ensortijados en mis rizos me alisé el pelo, me coloqué las lentillas y aparecimos en el restaurante con nuestras mejores galas. Nuestros compañeros de mesa nos esperaban impacientes después de haberles contagiado mi intranquilidad a lo largo de las últimas cenas. 
─¿Tendremos uvas? ─preguntó Fernando con intriga.
─Eso espero ─susurré a todos los comensales─, he hablado con casi toda la tripulación, con los chefs, los camareros y el recepcionista. Creo que me tienen miedo...
  A las once y media apareció Óscar, nuestro camarero, con una ensaladera repleta de uvas. El vino y el champán nos hicieron gritar de emoción. Tomamos cada uno nuestras doce uvas, las conté y reconté diez veces, Alonso ubicó su smartphone en mitad de la mesa con el vídeo de las campanadas, los niños reían, los nervios se agarraron al estómago... De pronto el comedor se vació. A las doce menos un minuto brindamos para despedir el año y al instante el vídeo nos mostró los cuartos, y empezamos con la gran tradición española: ¡comenzar el año atragantados! Los camareros nos rodeaban, miraban el teléfono con intriga y observaban con sonrisas como engullíamos doce uvas, doce sueños, doce besos, doce locuras en las aguas de Cerdeña, en pleno Mediterráneo. Misión cumplida: ¡feliz año!

jueves, enero 08, 2015

Sorpresa de fin de año

Tres hombres y un destino
Se nos ocurrió de pronto, en un instante, y guardamos el secreto hasta el 24 de diciembre. Ese día una nota de Papá Noel desveló a los niños que el final de 2014 e inicio de 2015 lo íbamos a vivir de una forma distinta y original: en un crucero por el Mediterráneo.
Con la resaca de las fiestas y la ilusión partimos rumbo al puerto de Barcelona. En sus aguas, un enorme barco nos dio la bienvenida y zarpamos hacia Marsella. Mi memoria recuerda de nuestro primer destino el viento racheado del puerto, la impresionante basílica de Notre-Dame de la Garde sobre la montaña, la noria cimbreante y el olor a "cafe au lait" en una recoleta cafetería que nos protegía del frío. 

¿Quién tiene más miedo?
En Génova, nuestra siguiente parada, además de visitar el acuario más grande de Europa, paseamos por la réplica de la antigua carabela en la que se rodó "Piratas", nos quedamos ojipláticos al descubrir el misterioso y tecnológico garaje "batman" oculto en un palacio (¡ver para creer!), visitamos el Palacio Rosso y degustamos la focaccia más sabrosa de Italia en una de sus calles peatonales.
Señales divinas
Hacía más de veinte años que no volvía a Roma. Los monumentos siguen allí, pero la invasión de turistas me dejó impresionada. Eso sí, es una ciudad que siempre enamora: la Piazza Navona, el castillo de San Angelo, la fontana de Trevi (aún la están restaurando), el Coliseo, el Vaticano y, mi gran amor: el Panteón de Agripa. Entre caminata arriba y caminata abajo la pizza, la pura pizza italiana, logró la felicidad de nuestros estómagos. Al final del día, la naturaleza nos sorprendió con un fenómeno que jamás había visto en directo: una murmuración (vuelo sincronizado de miles de estorninos que recrean figuras en el aire).
El parque automovilístico de Palermo es de lo más puntero
La ciudad más pintoresca, la que nos trasladó a la Italia profunda, a los griteríos de la gente, a la "mamma mia" y a vislumbrar en algún momento fugaz a Don Vito Corleone fue Palermo (Sicilia). Recorrimos sus calles en un original carricoche conducido por Genaro, un loco al volante que nos hizo temer por nuestras vidas y multiplicó nuestras dosis de adrenalina. 
Vista de Cerdeña desde el Bastión de Saint Rémy
Esa noche, el temporal hizo zozobrar el barco al estilo cha-cha-chá. Vaivenes y giros que producían los efectos de una borrachera en nuestro cuerpo. El mar se puso muy bravo e impuso nuestro nuevo destino: en vez de Túnez, Cerdeña, una bella ciudad costera junto a la montaña que alberga una preciosa cripta bajo catedral. 
Además de los destinos turísticos, disfrutamos de la estancia en un increíble barco repleto de atracciones para los niños y adultos: musicales, conciertos, simuladores de Fórmula 1, cine 4D... Y, humm, el área del spa, con masajes y cuidados corporales para olvidar las tensiones del 2014 y empezar 2015 sobre las aguas del Mediterráneo entre uva y uva, entre suspiro y suspiro. 

P.D. 1. Un secreto: el director del crucero era igual que Andy García en sus tiempos mozos ;-)
P.D. 2. La Nochevieja merece su propia entrada, todo llegará.