sábado, diciembre 31, 2022

¡Feliz 2023!


Ahora que 2022 se apaga como una cerilla prendida al final de la madera, los recuerdos vividos se amontonan en mi mente. El balance –valores arriba, valores abajo– es positivo. Aunque aún están muy presentes esos pequeños sustos que alteraron mi vida, esos borrones negros que es mejor callar para que caigan en el olvido y cierren la puerta al pesimismo. La vida pasa, pasa la vida. Mi saco de vivencias de este año está repleto, a punto de estallar: viajes con mi familia, reuniones de amigos, locuras confesables e inconfesables; risas, muchas risas, mi auténtica energía... Hasta he rozado el cielo segoviano desde un globo aerostático y acariciado el infierno en los subterráneos de Nápoles. Mis papilas gustativas han gozado con la gastronomía italiana, la romántica cena en Sacha o el cumpleaños en Arrogante... Por suerte, no todo engorda, pero llena el alma: lecturas, conciertos de escándalo, musicales –ay, mi Antonio Banderas–, teatro y más cine, por favor. Sin olvidar mis paseos perrunos, el éxito de mi novela "Herido" y la emoción-tristeza al ver despegar laboralmente a mis hijos, mis tesoros. 

Las agujas del reloj de la Puerta del Sol se acercan a la hora mágica, las uvas desaparecen de los supermercados, los cotillones afinan sus silbatos. 2022 se apaga y empieza un nuevo año. ¡Feliz 2023!

miércoles, diciembre 14, 2022

Felices fieras

Lucas, el gato que tuvimos hace años, adoraba la Navidad. Tumbado en el sofá, abría un ojo disimuladamente y me observaba mientras colocaba las luces entre las ramas del pino, las bolitas, los  adornos atesorados a lo largo del tiempo y, como marca la tradición, la estrella de Oriente en la parte superior. Sus nervios le hacían estirar las patas sobre el cojín, afilar las uñas y contener su instinto trepador hasta que se quedaba solo en casa. Entonces, el Macaulay Culkin felino, con los dos ojos bien abiertos, arqueaba la espalda y saltaba sobre el pino como si fuera una ratonera llena de ratones. Sujeto al tronco con las patas traseras, golpeaba las bolas hasta que caían como gotas de lluvia al suelo. "¡Menuda juerga, viva la Navidad!", maullaba emocionado. El último adorno en abandonar el pino era la estrella, que esparcía su purpurina plateada en su vuelo sin motor. Para rematar su jugada gatuna, se convertía en un leñador de camisa roja y negra al estilo canadiense y, sin hacha pero con garbo, lograba tirar el desnudo pino y sus luces contra la tarima del salón. Toda una hazaña para él y un drama para la familia. Al final, ganó y decidimos no volver a poner el tradicional abeto navideño.
    Yoda, mi adorada schnauzer negra y plata, descubrió junto a la escalera las piñas que colgaban de las ramas que decoraban la damajuana –una vasija de vidrio que antiguamente almacenaba el vino–. Pura tentación. Cada vez que tiraba una piña se transformaba en Maradona y corría con ella por el pasillo como si fuera un balón. Yoda ganó por goleada, y retiramos los rústicos adornos. 
    Sin embargo, Alma, mi pequeña schnauzer blanca que me ha devuelto la alegría, estaba un poco mustia: ni pino, ni bolas, ni piñas... Hasta que descubrió un pequeño Papá Noel de peluche apoyado en un escalón de la escalera. ¡Qué locura para sus fauces! El rescate y ocultación de Papá Noel se logró tras una operación de carreras alrededor de la mesa. ¡Ejercicio para la dieta!
    El Belén, el espíritu navideño y las luces de estrellas siguen intactos. ¿Hasta cuándo? Hasta que lo decidan mis fieras. ¡Felices fiestas!

jueves, noviembre 17, 2022

El miedo vive en el suelo

Mi imagen estampada contra el suelo

Hay supersticiones que están muy arraigadas en la sociedad. ¿Quién no ha escuchado que si se rompe un espejo son siete años de mala suerte o que si te cruzas con un gato negro la desdicha rondará por tu vida? Me encantan los gatos, como todos los animales, y no temo a los espejos, pero hoy tengo miedo. 
    De pequeña escuché entre susurros una leyenda de mi familia: aquella tarde lluviosa de hace muchos años, al volver del funeral de mi abuelo encontraron caído en el suelo del salón su enorme retrato. Pálidos como la pared, observaron el hueco de las alcayatas y tacos que sujetaban el gran cuadro sin entender cómo había sucedido. "Esta ha sido su despedida, su forma de decirnos adiós", comentó alguien para paliar el susto de todos los presentes. 
    Al entrar en casa de mi abuela la tarde que falleció, lo primero que observé es que otro retrato había caído al suelo. El corazón se me encogió. Jamás conté la historia al resto de la familia y menos al protagonista del cuadro. "Esta noche el espíritu de tu abuela se ha despedido de todos vosotros y con la fuerza de su alma ha descolgado el cuadro, no tengas miedo", dijo la mujer que cuidaba de ella al contemplar la lividez de mi rostro. 
    Esta mañana, al ir a poner una lavadora ─que por mucho que vaya de moderna soy una maruja─, me he topado en el suelo con mi foto caída, el cristal roto, el marco desmontado... No he podido contener mi grito de horror, tan intenso que hasta la perra se ha asustado y ha salido espantada. 
    ¿Será una señal del destino? No sé, pero estoy acojonada, temerosa, aterrorizada. No solo por ver mi imagen estampada, sino por el cúmulo de cristalitos... ¡Y la puñetera Conga sin batería! En fin, voy a por la escoba que no es día para percances ni cortes en los pies. Huy, qué miedito. 
    Y, si me lo permitís, un pequeño epitafio bloguero: "A la gente que quiero, que sepa que la adoro. Y a los que les caigo mal, pues ellos se lo han perdido". 
    Hala, a barrer cristales, supersticiones y a comprar otro marco de fotos.

martes, noviembre 08, 2022

Lecturas otoñales


Dicen que la lectura es para la mente lo que el ejercicio para el cuerpo. Ya que soy incapaz de ir al gimnasio, me consuelo con el ejercicio mental. Aquí, mis últimas lecturas.

El caso Christie (Nina Gramont. Umbriel) 
Tras desaparecer durante once días, un halo de misterio rodeó la vida de la escritora Agatha Christie. ¿Qué sucedió con ella tras hallar su coche empotrado contra un árbol y sus pertenencias en el interior? El despliegue policial abarcó toda Gran Bretaña para localizarla viva o muerta. Los periódicos cubrieron el suceso y barajaron distintas hipótesis: un asesinato cometido por su marido, una campaña para promocionar su nueva novela, una desgarradora muerte a manos de un asesino en serie... Sin embargo, cuando nadie apostaba por ello, apareció en la ciudad balneario de Harrogate, en Yorkshire, registrada como Teresa Neele ─el mismo nombre que la amante de su marido─. La familia relató que Christie sufría amnesia y no recordaba nada de lo sucedido. Más morbo para el misterio.
   Con estos ingredientes y documentación de la época, Nina Gramont hila una novela para explicar qué ocurrió durante esos días en la vida de Agatha Christie. Un libro entretenido pero que no desvela lo que realmente sucedió, pese a que hay veces que la imaginación se acerca mucho a la realidad, o no.    

Punto ciego (Laura Hawkings . Planeta)
Publicar un nuevo libro tras el éxito de "La chica del tren" es complicado. Las expectativas se multiplican y, a veces, llega la decepción. "Punto ciego" es un thriller que se lee en un suspiro, pero es demasiado previsible. Además, a mitad del libro se intuye quién es el asesino y que aparezca alguien del pasado y no seas capaz de reconocerlo se me antoja imposible. 
Una novela perfecta para un guion de cualquier película que se emite después de comer en Telecinco o Antena 3.

Una madre (Alejandro Palomas. Destino)
Un perro (Alejandro Palomas. Destino)
Un amor (Alejandro Palomas. Destino)
Las trilogías no me tientan, aunque siempre hay excepciones. La singular familia de Fernando, Fer para los amigos, y más su madre Amalia, se cuelan en la vida del lector en una cena de Nochevieja. Entre conversaciones, discusiones y recuerdos se entretejen las relaciones entre ellos, las personalidades, los traumas... Al final te sientes un observador indiscreto: ríes, lloras, sufres y les coges tanto cariño que te da pena abandonar su vida, y la de sus perros. Adicción lectora.  

Las otras niñas (Santiago Díaz. Reservoir books)
El buen sabor de boca (más bien de ojos e intelecto) que me dejó "El buen padre" me lanzó a la última novela de Santiago Díaz. De nuevo, la inspectora Indira Ramos con su TOC, sus manías e insoportable carácter, pero que se hace querer, investiga un gran caso. ¿Qué ocurriría si  se descubriera a través de una huella dactilar que sigue vivo el asesino más sádico de España? No quiero desvelar más, pero bajo esta premisa y otro caso paralelo en el que está implicada una compañera de la comisaría se desarrolla la acción que atrapa al lector: intriga, amor, manías... Todos los ingredientes para no dejar de leer.

No soy un monstruo (Carme Chaparro. Espasa)
La desaparición de un niño en un centro comercial desata la histeria. Se repite la pesadilla que conmocionó hace años a la sociedad. La cobertura informativa a manos de la periodista más aclamada de la televisión, la investigación policial, un hacker... Una novela ágil con una trama que entretiene, aunque el inesperado final me ha parecido un poco rocambolesco. 

martes, septiembre 27, 2022

Un paseo con Tamara, Chenoa y las perriamigas


─¡Menudo hijo de fruta es Íñigo Onieva! ─exclama Manuela con su gorra rosa mientras paseamos a los perros por el parque.
   ─A mí me da mucha pena Tamara, la verdad ─suspira María Elena.
   ─Desde luego. Qué desgracia que se haya cruzado con ese gilipúa en su vida. Es un capón con pintas, un tom tom del trasero ─insiste Manuela indignada por la humillación pública que sufre la Falcó.
   ─Manuela, ¿qué te ocurre?, ¿por qué hablas así de raro? ─le pregunto atónita por sus palabras.
   ─Ay, Emma, que mañana he quedado a comer con mi amigas y sus hijos.
   ─¿Y?
   ─Pues que todo el rato me regañan por decir tantas palabrotas delante de los chavales, que qué vocabulario tan vulgar el mío... En fin, que he decidido modificar las palabras y que así no me riñan. A ver, que yo prefiero decir hijo de puta, gilipollas, tonto del culo o cabrón, pero me tienen frita con el tema de las palabrotas. Es agotador. 
   ─Mira, Manuela, no es día para andarse con control verbal, que lo que ha pasado este fin de semana ha sido muy fuerte ─comenta María Elena─. Aunque es mejor que Tamara se haya dado cuenta ahora que después del matrimonio. Bueno, ¿y qué me decís de la separación de Risto Mejide y Laura Escanes? No doy crédito. Y él ha dicho que se siente como Tamara. Ay, a ver si la Escanes le ha plantado unos cuernos...
    ─A mí me ha encantado que Tamara fuera ayer a la presentación en el Teatro Real. Ha actuado como una señora. No se ha escondido, ha reconocido su engaño y agradecido a los medios que le abrieran los ojos. Vamos, ¿acaso se tenía que ocultar cuando el infiel ha sido él? ─digo mientras busco con la mirada a Alma que corre tras Trufa y Ringo.
   ─Y qué elegante iba... No como la pobre Chenoa que salió a la puerta de su casa en chándal y sin pintar. ¡Lo que se habrá arrepentido! ─comenta María Elena.
   ─En la vida hay que tener mucho cuidado con los capones, que hay muchos sueltos y a veces nosotras actuamos como unas gilipúas.
   ─¡Manuela, por favor, o dices palabrotas o no las dices, pero esas palabrejas que te estás inventando me ponen de los nervios!
   ─Emma, no seas porra.
   ─¿Porra?
   ─Quería decir perra, pero ya no sé si eso también es una palabrota. Ahora en serio, ¿dónde están los perros?
    Y así, entre paseo y paseo, cotilleo y cotilleo, nanosegundos en el metaverso y muchas risas se escapan las primeras horas de la mañana.

¡Venga, Tamara, que tú puedes con esto y con mucho más! Joder (huy, perdón, Manuela)



jueves, septiembre 15, 2022

Desconfiad de las parejas perfectas

¿Pareja perfecta?

Hacedme caso, desconfiad de las parejas perfectas. Sí, esas que de forma cansina se declaran su amor eterno, que se miran como babosas deslizándose por un tobogán; aquellas que nunca discuten porque el love domina sus cuores; que se creen más guapos que las miss o misters universo y, sobre todo, las que se creen siamesas y van agarraditas de la mano como si sus falanges se hubiesen pegado con adhesivo Super Glu. Mal rollo, os lo aseguro.
    En mi vida he conocido bastantes parejas perfectas. Al principio, sentía un pellizco de envidia. 
─Ay, cuánto se quieren, son lo más ─suspiraba mientras fregaba los trozos de arroz que se habían pegado en el fondo de la olla superrápida WMF y berreaba a mi marido porque se le había olvidado bajar las puñeteras bolsas de basura al contenedor.
    Al cabo del tiempo, el disgusto me dominaba.
─¡Pero qué me estás contando! ─gritaba por el auricular del teléfono─. No me lo puedo creer. ¿Seguro que se han separado? Dios mío, pero si eran la pareja perfecta. Y dices que él le ha puesto los cuernos con el conserje. Imposible. ¡Y que ella se ha liado con su monitor de fitness! Ay, nena, espera que me voy a abrir un vino, que estoy a punto de desfallecer.
    Al final, aprendí la lección y mi ojo clínico (solo me funciona el derecho, el izquierdo es poco clínico) empezó a detectar las señales de las parejas perfectas que al cabo del tiempo se convierten en imperfectas.
    Estos días, tras la muerte de la Reina Isabel, el bombardeo de imágenes de la familia real británica ha sido continuo. Féretro arriba, féretro abajo. Despedidas, mensajes, ceremonias... De pronto, mi ojo clínico (el derecho) empezó a temblar. La señal era inequívoca, debía encontrar a la pareja perfecta. Y la hallé: el príncipe Harry junto a su inseparable Meghan Markle, los dos vestidos de riguroso luto, observando las flores que habían depositado los ingleses junto a la verja de Buckingham, caminando en el cortejo fúnebre presidido por el féretro de su abuela, la Reina. El tic del ojo se aceleró, tanto que las imágenes se entrecortaban, hasta que centré la vista en sus manos: iban agarraditos, ¡muy agarraditos! No quiero decir nada, pero ahí lo dejo. El tiempo dirá, pero esos dedos entrelazados apuntan maneras y más en un cortejo fúnebre, que no es lugar para carantoñas. 
    Recordad, desconfiad de las parejas perfectas.

viernes, septiembre 02, 2022

Del apodo al bullying

Antoine Griezmann e Izan

Micrófono, así lo apodaban en su clase del colegio por su pelo negro tan rizado. Cerca de él se sentaba Cabezón, por su enorme testa. Blandiblu, con sus mullidos michelines que sobresalían por encima del cinturón de su pantalón, siempre se colocaba al final del aula entre Cuatroojos con sus gafas de montura metálica y Zanahoria, la chica pelirroja.
    ¿Hay alguien que se libre de algún apodo? En mi caso, no. El problema surge cuando al apodo se le une la maldad, el odio y las ganas de  humillar.
     Esta semana se ha publicado en las redes sociales el bullying que han ejercido sobre un niño de diez años. Su historia es muy triste, de las que rasgan el corazón. Era el día de su cumpleaños, había llevado con ilusión una tarta para celebrarlo con sus compañeros del campamento de verano. Estos, sin compasión, versionaron la canción del cumpleaños feliz para ofenderle por sus kilos de más. La presión no era aislada. Izan, así se llama, llevaba todo el año soportando el desprecio de sus compañeros. Duele escuchar a un niño que desea morir, que no aguanta más.
    El vídeo se hizo viral. Tanto que hasta Ibai Llanos paró su directo en Twitch para mandar un mensaje de apoyo a Izan. Desde ese momento, las felicitaciones y muestras de apoyo se multiplicaron: Antoine Griezmann, Aitana, Chanel... Y mucha gente anónima pero con gran corazón y un grito: ¡no al acoso escolar!
    Todos hemos sido alguna vez despóticos o hemos criticado el físico o la apariencia de las personas, pero desde nuestros ámbitos (familiar, laboral, escolar...) debemos intentar que no se humille a la gente, que no los lancemos a un sufrimiento que los puede marcar el resto de su vida. O incluso atajar con ella. 

martes, agosto 23, 2022

Sinvergüenza, gilipollas y pelillos al sobaco



¡Qué sinvergüenza! Sanna Marin, la primera ministra de Finlandia, ha sido portada de todos los medios de comunicación y redes sociales al filtrarse el vídeo de una fiesta a la que acudió (el enemigo está entre tus amigos, Sanna). ¿A quién se le ocurre disfrutar de sus amistades, de una copa o las que le dé la gana en su tiempo libre? Encima también se la ha visto bailar en una discoteca. ¡Una vergüenza nacional! Tras el revuelo ─que alguien me lo explique─, se ha sometido a un test voluntario de drogas para demostrar a esa pazguata sociedad que no había consumido sustancias adictivas. ¿Desde cuándo una mujer ─y más si es guapa─ es una irresponsable o no está capacitada para su puesto laboral por salir de juerga con sus amigos? ¿A quién le importa a qué dedica su tiempo libre? Si ella es culpable, que nos arresten a todas. 
    Hay actitudes, en cambio, en las que se puede catalogar a la gente de gilipollas. Sí, tal y como suena y acepta la Rae. Hay que ser muy gilipollas para hacerse selfis con el fondo de los incendios que están asolando los montes de España. Pero que muy gilipollas. Y el premio se lo lleva una chica que encima se ha marcado un baile y lo ha subido a Tik tok, no se puede ser más tonta. 
   Aunque lo que me preocupa de verdad es la tendencia que defiende el lucimiento de los pelos en los sobacos como una muestra de la libertad femenina. Venga, que por ahí no paso: hace años  me hice el láser en las axilas y soy feliz sin mis vellos libres como el viento. Que  los gustos han cambiado y ya no se lleva ni los hombres cuanto más osos más hermosos ni las mujeres matorral en los sobacuelos. Aunque para gustos, los colores o las pelambreras, pero a mí que no me busquen esos pelillos a lo Sofía Loren.

viernes, agosto 19, 2022

Son amores... Literarios

 


Los amores de verano se desvanecen como las olas al rozar la orilla. Y hay pasiones que te atrapan entre línea y línea, entre palabra y palabra. Mis libros estivales, mis fugaces amores...

En plena noche (Mikel Santiago. Ediciones B)
Veinte años después Diego Letamienda vuelve a Illumbe, el pueblo que tuvo que abandonar tras la misteriosa desaparición de Lorea, para acudir al entierro de Bert, su compañero de su antigua banda de rock. El pasado ataca con fuerza: reencuentros, misterios, investigaciones... En mi mente el protagonista tiene cara y cuerpo de Leiva. La trama se hila con la banda sonora de mi juventud: Los Secretos, The Police, Alex y Christina, Sabina... Una mención a Misery, el libro de Stephen King, me pellizca el corazón. Sí, un gusto de lectura.

El peligro de estar cuerda (Rosa Montero. Seix Barral)
¿Cómo catalogar el último libro de Montero? Podría decir que es una novela, una autobiografía, un ensayo... Y mentiría. A través de su experiencia personal, sus estados de ansiedad y sus estudios sobre la locura que atrapa a muchas personas, y más a los artistas, nos lleva de la mano por la historia de grandes personajes que sufrieron por sus enfermedades mentales. Relatos minuciosos de los padecimientos que abocaron al suicidio a algunos o a la destrucción del mundo que les rodeaba a otros. Una tesis mental muy bien documentada y salpimentada con sus propias vivencias. Un aplauso.
  • "No conozco más que dos formas de darle sentido a mi vida o de hacerme creer que lo tiene: amar a alguien y escribir libros" (Claire Legendre)
  • "Definitivamente no me gusta la cordura. Imita demasiado a la muerte. Prefiero la locura. No la que se padece, sino con la que se baila" (Christian Bobin)

El caso de Alaska Sanders (Joël Dicker. Alfaguara)
Tras La Desaparición de Stephanie Mailerque me decepcionó─ y La verdad sobre el caso Harry Quebertque me enganchó desde el principio─ he sucumbido a los encantos de la última novela de Dicker: un thriller que te atrapa con sus giros de guion, flashbacks y, sobre todo, el encuentro con ciertos personajes de sus anteriores novelas. Una lectura fresca y relajante para un verano de sofocante calor. 
  • "Nuestros demonios no desaparecen nunca. Nos acostumbramos a ellos y acaban por compartir nuestra vida cotidiana sin mayores trabas". 
  • «Las heridas de verdad son secretas. Solo cicatrizan si uno se las guarda».
La gran serpiente (Pierre Lemaître. Salamandra)
Años 80. Una mujer sesentona con algunos kilos de más y muy emperifollada conduce por la carretera su viejo coche. Los atascos imprevistos, el sudor que se desliza por su rostro, la cara impertérrita del dálmata que la acompaña... Puro estrés. Por fin llega a su destino, aparca y... Y hasta aquí puedo escribir para no desvelar esta original novela negra del gran Lemaître que ahora, pasados los años y muchos éxitos, publica el primer libro que escribió. 

Esclavos del deseo (Donna Leon. Seix Barral)
A mi querido comisario Brunetti le perdí la pista hace unos cuantos años, y a su familia, y a esos sabrosos platos de pasta que prepara su mujer, y a Venecia. La curiosidad ─sí, soy una cotilla─ por saber qué había sucedido con ellos me lanzó a la última novela de Donna Leon, autora americana que no permite que sus libros se traduzcan al italiano porque adora ser anónima entre los canales venecianos. El caso que investiga Brunetti no parece que tenga mucha enjundia: aparecen dos chicas heridas en la entrada del hospital. Las primeras investigaciones consideran que fueron abandonadas por un par de jóvenes asustados tras sufrir un accidente con la embarcación que conducían. Poco a poco, pista a pista, se destapa una conexión con la mafia, el amor homosexual, la trata de personas... Buen sabor de boca.

El olvido que seremos (Héctor Abad Faciolince. Plaza & Janés)
El hijo de Héctor Abad Gómez escribe su libro más personal: la biografía novelada del asesinato de su padre en Medellín por los paramilitares. Para conocer a una persona, y más alguien tan implicado como activista en defensa de los derechos humanos y médico, se remonta a los inicios de su vida, a la familia y a los acontecimientos políticos que tanto les marcaron. El amor incondicional de un hijo hacia su padre, y a la inversa. Un relato con gran fuerza sentimental que describe la violencia vivida en Colombia.
  • "Si recordar es pasar otra vez por el corazón, siempre lo he recordado". 
El hombre de Calcuta (Abir Mukherjee. Salamandra)
1919. Sam Wyndham huye de su pasado británico y se traslada a Calcuta como capitán de la policía. Su primer caso se centra en descubrir quién asesinó de una cuchillada en la garganta a un alto cargo del gobierno y dejó su cadáver junto a un burdel en la zona más pobre de la ciudad. El contraste cultural entre los británicos y los nativos, su adicción al opio y a los fumaderos de la zona, las revueltas del grupo terrorista Jugantar... Una interesante novela que nos sumerge en otra cultura, en un historia alejada de nuestra vida. 

martes, junio 21, 2022

Entre lecturas se esfuma el tiempo



Tiempo, me falta tiempo. Al final, entre la pantalla del Kindle y las hojas de papel, siento la necesidad de escribir esta pequeña crítica lectora. Entre libro y libro pasa la vida.

Violeta (Isabel Allende. Plaza & Janés)
A través de una carta de despedida a su nieto conocemos la historia de Violeta, una mujer que vivió entre las dos pandemias, su familia, el amor (del malo y del bueno), las turbaciones políticas de su país...  Una novela de fácil lectura plagada de personajes y aventuras. Muy Isabel Allende, muy recomendable para este verano.

El libro negro de las horas (Eva García Sáenz de Urturi. Planeta)
Tras la Trilogía de la Ciudad Blanca (El silencio de la Ciudad Blanca, Los ritos del agua y Los señores del templo), vuelve a nuestra vida el exinspector Unai López de Ayala (Kraken para los amigos) con un caso que le obliga a retomar las investigaciones policiales. ¿Cómo es posible que aparezca el ADN de su madre  si hace más de veinte años que falleció? Un apasionante viaje al mundo de los libros antiguos, las falsificaciones... Dos historias en el tiempo que se unen al final. Adictiva. 

Los ingratos (Pedro Simón. Espasa)
Mi hermano Roberto insistió mucho. "Te va a gustar, no dejes de leerla", y acertó. De pronto, viajas al pasado, a la infancia en los pueblos, a la gente que tanto te quiso y abandonaste. Tan emotiva, tan nostálgica. Dulce y amarga; tierna y dura. ¡Qué ingratos somos!

El italiano (Arturo Pérez-Reverte. Alfaguara)
El conflicto en aguas del Estrecho por el dominio británico de Gibraltar, los ataques de los buzos italianos que partían a nado desde sus submarinos hasta los acorazados para bombardearlos, el amor y la pasión entre una española y un militar italiano en medio de la Segunda Guerra Mundial. El relato de una historia real que desconocía. Y, entre medias, la crónica del narrador que navega entre las distintas fuentes de información para que los datos sean reales y precisos. Un gran libro histórico muy bien novelado.

Últimos días en Berlín (Paloma Sánchez-Garnica. Planeta)
Los acontecimientos políticos y sociales marcan una vida. Y así fue en el caso de Yuri Santacruz. Vivía en San Petersburgo en la época de esplendor, en un familia acomodada y feliz. Todo cambió. Entre el comunismo soviético y el nazismo alemán la estructura familiar se partió. Los regímenes totalitarios aniquilaron sus sueños. En cada página del libro se siente la angustia de sus protagonistas, la bondad y la maldad humana, las vejaciones del poder... Una novela histórica que te hace vibrar y sentir demasiadas emociones con un ritmo imparable. Muy recomendable.

La bestia (Carmen Mola. Planeta)
No es fácil ser objetiva. Carmen Mola me obsesionó desde La novia gitana, y después me enganchó con La red púrpura y La Nena. Mi intuición me susurraba al oído que yo conocía al autor o autora. No exactamente, pero uno de los tres autores que se escondían bajo el seudónimo de Carmen Mola (Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero) es el hermano de mi compañera Ana del colegio. La última vez que cenamos juntas le interrogué hasta la extenuación y me sorprendió con un libro dedicado por Carmen Mola (Antonio Mercero). La última novela es más, si cabe, desgarradora. Te lleva de la mano hasta la maldad, un thriller ambientado en un pasado sin escrúpulos donde la vida de los más miserables y pobres no tenía ningún valor. El estómago encogido. Sufrimiento lector que te atrapa desde la primera línea.

La buena suerte (Rosa Montero. Alfaguara)
El listón estaba muy alto después de leer La ridícula idea de no volver a verte, para mí la mejor novela de Rosa Montero. Sin embargo, este libro me ha inundado de optimismo. Una historia muy original: un hombre que desciende en una parada de tren de un pueblo perdido para rehacer su vida, ¿o no? Personajes que descubre en ese paraje, historias que se entrelazan. Una escritura fantástica. 

Catedrales (Claudia Piñeiro. Alfaguara)
"Me he enganchado a este libro", me dijo mi amigo Javier. Y no dudé de su criterio. A través de un crimen se desvela la hipocresía de la religión, las excusas para ocultar las verdades, el sexo, tantas veces tabú, en la adolescencia. Una historia entre catedrales y humanos. Un libro que engancha con facilidad.

Un océano para llegar a ti (Sandra Barneda. Planeta)
A veces descubres un secreto y todo lo que tú creías se desmorona. En las familias ocurre con frecuencia, y la realidad es dura. Sin embargo, existen hilos invisibles que atan las vidas de las personas y son indetectables. Una novela ágil y mágica para este tórrido verano.

El mentiroso (Mikel Santiago. Ediciones B)
Me gustan las historias de Mikel Santiago, pura novela negra. En El mentiroso, la amnesia, el recuerdo, la mentira y la verdad se convierten en protagonistas. Un thriller que atrapa con grandes giros en los personajes y una fantástica trama.

El chico de la última fila (Juan Mayorga. La uña rota)
De Juan Mayorga, último ganador del Premio Princesa de Asturias de Las Letras, me enamoró el texto de su obra de teatro Silencio, un monólogo interpretado por la superactriz Blanca Portillo, arte sobre las tablas. El chico de la última fila es un texto teatral que recrea la pasión de un alumno por vivir la vida de un compañero suyo de clase, que se cuela en su vida familiar, en su vivienda, que se integra con sus padres, y más con su madre, y relata sus vivencias a su profesor de literatura que, en el fondo, está enganchado a su posible verdad o mentira.

Abierto toda la noche (David Trueba. Anagrama)
Un libro muy entretenido y ágil de leer, que te sumerge en la vida de una original y estrambótica familia. Frescura literaria plagada de risas. 

Enero sangriento (Alan Parks. Tusquets)
Auténtica novela negra. Glasgow, años 70, un chico dispara a una joven en mitad de la calle y luego se suicida. El caso perfecto para el detective McCoy y la familia Dunlop, la más rica de la ciudad. Un relato que te traslada a una película en blanco y negro.


Y hasta aquí hemos leído. Y si aún no conoces mi novela Herido, de venta en Amazon, no sé a qué esperas. Feliz verano.


miércoles, mayo 18, 2022

Chanel y los extraterrestres


La envidia me corroe. Qué maravilla ver a una mujer como Chanel bailar con ese ritmo, cantar sin desentonar 'SloMo'
, su sincronización con los bailarines... Aunque, sin duda alguna, su mayor virtud ha sido el esfuerzo: entrenar con tacones sobre la cinta de correr para aguantar el nivel de exigencia física de la coreografía, hipnotizar al público con sus movimientos pese a portar la fantástica chaqueta diseñada por Palomo Spain que pesaba más de siete kilos... Pura envidia. Pero la gran noticia que me ha dejado loca esta semana ha sido la confirmación por parte del Congreso de EE.UU. del avistamiento de OVNIS en el espacio aéreo de la Tierra. Lo más para todos los boomers de mi generación que solo soñábamos con E.T., la invasión alienígena y los encuentros en la tercer fase. ¿Acaso conocéis a alguien que no quisiera ser abducido por seres de otros planetas? La de horas de mi vida que habré perdido observando el firmamento con la ilusión de descubrir alguna nave del espacio sideral, algún guiño extraterrestre. Nunca sucedió, pero de nuevo la esperanza se alberga en mi corazón. Quién sabe si cualquier noche aparecerá mi medio limón alienígena y surja entre nosotros una pasión extraplanetaria. Un consejo: si veis un túnel con un fuerte brillo en el otro extremo no vayáis hacia luz, que eso sí que es peligroso. 

martes, abril 05, 2022

"Los Bridgerton", mi pasión

 

Bridgerton

Los años modifican los gustos. Recuerdo disfrutar con el terror en mi niñez. Aquel miedo que se colaba en mi cuerpo y me provocaba tremendas pesadillas. Ese pánico frente a la pantalla de cine que erizaba cada pelo de mi piel. Luego, para continuar mi tortura, leía las novelas de Stephen King. Sobredosis de terror.
   En la adolescencia me dejé seducir por las películas independientes que mostraban otra forma de hacer cine y me sumergían por distintos cauces para entender la vida. Un despertar al deseo y la pasión aderezado con novelas de gran erotismo y sexo explícito. ¡Cómo olvidar "Las edades de Lulú", de Almudena Grandes!
    Ahora que no soy joven ni mayor, o soy mayor pero no mucho, disfruto con las películas y series de amor tanto como gozaban mis amigas cuando tenían quince años y se enamoraban de los protagonistas más melosos y empalagosos que aparecían en la televisión.
    Los trajes de época con esas telas tan divinas, la música moderna al son de los violines, los palacios, las flores que decoran cada estancia, las miradas de pasión, esos leves roces tan sutiles y tan sexuales... Sí, me enloquece la serie "Los Bridgerton". Pero, ¿qué va a ser de mi vida ahora que he visto el último capítulo de la segunda temporada? No sé, me pondré una pamela, me vestiré de época y le pediré a Alexa que suene de fondo la banda sonora de "Los Bridgerton" mientras escribo las invitaciones para mi próxima fiesta de primavera. 
    Viva el amor, la seducción y los momentos de pasión. Oh, suena el teléfono, ¿me llamarán para protagonizar la siguiente temporada? Nunca se sabe.

miércoles, febrero 16, 2022

Ámate sobre todas las cosas



Se podría llamar Susana, Isabel o María, pero ninguno de ellos es su nombre. Su historia es como la de muchos adolescentes marcados por una sociedad en la que prima más la belleza estética que la valía personal. Desde pequeña la televisión y las revistas la bombardearon con imágenes perfectas, con mujeres que lucían vestidos ceñidos a su cuerpo sin marcar ni un gramo de grasa. En cambio, ella era absurdamente normal: una chica del montón en la que no destacaba nada en especial ni nada de su fisonomía desentonaba. En el patio del colegio, sentada en una de las gradas de la cancha de baloncesto, observaba a sus compañeras de clase. Ante sus ojos todas eran ideales y divinas, incluso Fátima con su enorme nariz. "Esa nariz marca su fuerte personalidad, qué envidia", pensaba ella desde la vacía grada de cemento.  
      Poco a poco, dejó de comer para perder peso. Su cuerpo difuminó las mínimas curvas que tenía y sus marcados huesos se entreveían bajo su piel. Al cabo del tiempo, el pediatra derivó su caso al hospital Niño Jesús para que trataran su trastorno de alimentación. Allí estuvo más de cuatro meses ingresada. Durante más de dos años su familia se volcó para conseguir recuperar a su hija. Psicólogos, nutricionistas, psiquiatras y terapeutas se convirtieron en el eje de sus vidas.
      La actriz Emma Thompson, en la presentación de su última película en la Berlinale, declaró que "nos han lavado el cerebro para que odiemos nuestro cuerpo toda la vida". Y no paró: "todo lo que nos rodea nos recuerda lo imperfectas que somos y todo lo que está mal sobre nosotras". Andie MacDowell apareció en la alfombra roja del festival de cine de Cannes pisando con garbo y, sobre todo, con sus canas en su rizado pelo. Esa melena canosa generó un gran revuelo mediático y ella, con la fuerza de la mujer madura, aclaró que «sus canas son una demostración de poder». Kate Winslet, en la miniserie «Mate of Easttown», defendió su cuerpo frente a los retoques de Photoshop y mostró con toda naturalidad sus patas de gallo, su leve barriga y sus kilos de más.
     "Quiérete, acéptate, mímate ─me gustaría decirle a la adolescente que observaba desde la  grada de su colegio─, que la vida son dos días, que es más importante un ataque de risa que unas arrugas en las comisuras de la boca; que más vale gozar de una buena cena y un buen vino aunque luego el michelín se asome por encima del botón del vaquero; que la gente te quiere por quién eres y no por tu imagen. Valórate, quiérete y defiende tu autoestima para tener fuerza en la vida. Y, sobre todo, ámate sobre todas cosas".