jueves, diciembre 31, 2009

jueves, diciembre 17, 2009

Un vicio cualquiera

Los síntomas eran claros: un gusanillo recorría mi estómago, mis manos dibujaban y dibujaban compulsivamente sobre los folios, mis ojos observaban con detenimiento las habitaciones...
-¡Nooo! -exclamó mi Alonso al percibir mi cuerpo emocionado.
-¡Sí, querido, no lo puedo evitar!
Alonso me miró con cara de "¡qué le vamos a hacer!" y soñó con una mujer que fuera feliz con diamantes, joyas, abrigos de piel... Cualquier cosa antes que una adicta a las obras.
-Emma, ¿estás segura?
-Sí, voy a cambiar las habitaciones de los niños.
-Pero si no están mal...
-Huy, sí. Además, me van a quedar monísimas. Lo malo es que para el diseño que tengo previsto hay que cambiar de lugar los radiadores, los enchufes...
-Noooo....
Le sonreí y asumió que no tenía nada que hacer.
Al día siguiente, llamada a mi amigo David. Por la tarde, revisión de catálogos, elección de muebles, de colores... Por la noche me envió por mail los "prediseños".
-¡Adelante! -grité como una pirata sobre el mástil de su fragata.
-En menos de quince días te lo instalan.
-¡Bien! 
De pronto la ansiedad me atacó con fuerza. Móvil en mano llamé al albañil y le conté mi drama.
-Nos quedan ocho días (hábiles, que aún no había pasado el puente) para que todo esté listo.
-Tranquila, señora -dijo Adalid, el albañil que realizó mi obra del año pasado.
El fin de semana se esfumó desmontando las habitaciones de los niños, plagando la casa de somieres, colchones, estanterías, libros... Un auténtico caos.
-Emma, ¿te has dado cuenta que van a empezar las navidades y tenemos la casa manga por hombro? -dijo mi Alonso cargando un mueble con su dedo gordo del pie negro por la patada al cemento.
-Sí, más emoción.
El viernes corrí a encargar el papel de empapelar. Después de 400 modelos encontré el adecuado. Por la tarde los niños me acompañaron a seleccionar las pinturas para la pared. 
Saqué del bolso las muestras de madera y de papel y probé cómo combinaban con los distintos tonos.
-Diego, sujeta el papel sobre ese gris, tú Álvaro la madera, así, quietos que me alejo para ver qué impresión me causa.
Tras una hora se escucharon las quejas.
-Mamá, ¡eres pesadísima! 
-Ya, ya, pero ahora acercaros a ese azul...
Han pasado los días, los martillazos me han vuelto más loca si cabe, los cuartos ya están casi rematados, el sábado instalan los muebles...
-¿Eres feliz? -pregunta mi Alonso.
-Mucho.
-Pues si así eres feliz...
-Sí, además ya le he comentado a Adalid que en febrero quiero...
-Calla, calla, no me estreses más
Y por una vez, callé.

martes, diciembre 15, 2009

Pisa con garbo, moreno

Si fuera una mala mujer contaría que mi Alonso tiene un andar renqueante, que se queja al caminar y que teme que alguien le roce el dedo gordo del pie.
Si fuera una mala mujer contaría que se lesionó jugando al fútbol, que intentó marcar un gol y que de la emoción su dedo topó con fuerza en el cemento en vez de dar al balón.

Si fuera una mala mujer contaría que tiene la uña negra, que se queja amargamente y que no puedo evitar reír al ver su garbo al caminar.
Menos mal que soy una buena mujer y no lo voy a contar. Si callo es porque no tengo fuerzas, que tengo mil frentes abiertos y estoy que no puedo más de los de aquí, de los de allá, de albañiles y electricistas... Otro día contaré más.


martes, diciembre 08, 2009

Ocio por cuatro

Los planes para estos cuatro días de ocio en familia variaron según las condiciones climatológicas y los eventos sociales que se iban sucediendo:
-Emma, un favor, se puede quedar Alejandro a dormir en tu casa para que Vicente y yo salgamos a cenar -me comentó Ángeles por teléfono.
-Por supuesto -contesté feliz por la invasión.
Llegué a casa después de trabajar y el silencio reinaba en el ambiente.
-¿Qué ocurre? -pregunté a Liset, la cuidadora de los niños, con intriga.
-Nada, están todos abajo.
Me asomé por la puerta del cuarto de estar y vi a Alejandro, Rubén, Diego y Álvaro jugando con las cartas "Magic".
Tras la cena, risas con "Los Gremlins 2" y unos cuantos gritos para que se fueran a dormir.
El sábado se escapó sin hacer nada en especial. Por la tarde, visita familiar para entregar a Álvaro sus regalos de cumpleaños. A las nueve partieron y el estrés apareció al mirarme al espejo y observar mis pelos de bruja y mi mala cara. En una hora, cena de Navidad con los amigos del FEM. "¡¡Horreur!! -grité en pleno estado neurótico-. Chicos, necesito vuestra ayuda. Colocad la planta de abajo, poneros los pijamas mientras preparo la cena y a ver si antes de que llegue papá con la abuela está todo listo". Mis hijos, que son un cielo (han salido a madre), colocaron, se pusieron el pijama y mientras cenaban dejaron que yo me duchara.
-¡Qué cambio, Emma! -exclamó mi santo al ver mi transformación.
-Sí, parece increíble -asentí consciente de que la restauración me había quedado muy bien.



Pequeño detalle de algunos de los asistentes


En la cena, besos a los recién casados que relataron con emoción su viaje por África, a los leoneses y a todos  los residentes en Madrid. La cena, como es habitual, estuvo plagada de anécdotas, risas, confidencias y orden de agenda para concretar el viaje a Peñafiel y la próxima súper fiesta de los cuarenta años. Como despedida, regreso al pasado en un local de la juventud: "Turf".
El domingo, tras varias discusiones, Álvaro me dejó ir con Diego a ver "Luna nueva". Hora y media de placer con mi adorado Edward Cullen, mis vampiros, mis hombres lobos... 
-¿Qué tal la película? -nos preguntó Alonso.
-No hay tanta acción como en la primera... -suspiró Diego.
-Una maravilla, súper excitante,  Edward tan guapo como siempre, Jako cada vez más corpulento... 
-Calla, vampirilla, que se te ve el plumero.
La lluvia del lunes nos impidió ir a la nieve y nos decidimos por ir al Museo de ferrocarril sin saber que el lunes estaba cerrado. Viaje en balde.
-¿Qué te parece si me llevo a todos los niños al ver "Planet 51" y así vais vosotros a ver lo que queráis? -sugirió Ángeles por teléfono.
-Fantástico, eres un sol, te quiero.
Alonso y yo, por fin, vimos una película de adultos con personajes y tramas complejas. Un film fantástico que nos emocionó y encantó: "El secreto de sus ojos".
Cansados y felices, volvimos a casa.



-Ay, mamá, que este fin de semana teníamos que hacer un trabajo de Navidad: una estrella, un árbol... Lo que quiera y se me ha olvidado.
-Tranquilo, Álvaro, duérmete.
El estrés apareció de nuevo. ¿Cómo iba a permitir que mi hijo fuera sin su trabajo?, ¿cómo iba a consentir que no fuera el mejor de su clase?, ¿cómo iba a evitar mi neurotismo?
Rebusqué en la basura, encontré un bote de yogur, cogí las pinturas y hasta la una de la mañana elaboré un gracioso árbol repleto en su interior de granos de arroz para que al moverlo sonara como una maraca. Contenta y feliz con mi invento caí en los brazos de Morfeo.
-Buenos días, mamá -me despertó Álvaro con un beso.
-¿Has visto el adorno que te he hecho de Navidad?
-Sí, es muy bonito, pero...
-Pero qué.
-Pues que era una broma, que no tengo que llevar nada.
-No lo dices en serio...
-Sí, era una broma. Te quiero mucho mamá.
Le mato, pensé al palpar mis ojeras, yo le mato. 


miércoles, diciembre 02, 2009

Media luna roja




A las diez todo estaba listo: deberes hechos, duchas, pijamas, cenas...
-Hoy es mi día -exclamo como todos los lunes antes de que empiece "Medium", mi gran serie.
Alonso sube a los niños y escucho sus risas. Álvaro se queja porque no quiere dar una chuche a su hermano. Más risas, más peleas, más risas...
De pronto, un llanto, un perdón ha sido sin darme cuenta, un llanto más fuerte.
-¡¡¡Tonto, eres tonto!!! 
Álvaro trota escaleras abajo como un caballo. Asoma la cabeza por el quicio de la puerta y me enseña su cara marcada por la media luna roja.
-¿Pero qué te ha ocurrido?
-Ha sido papá.
-¡¡¡Alonso, ¿qué le has hecho a mi hijo?!!! Ven aquí, corazón, que te voy a curar.
-Mamá, es tonto -se queja Álvaro entre lloros.
-¿Qué ha pasado?
-Estábamos jugando y me ha clavado la uña en la mejilla.
-Bueno, tranquilo, ha sido un accidente. Papá lo ha hecho sin darse cuenta.
-Sí, pero es tonto...
Y entre mimos Álvaro consiguió todo lo que quiso: que le leyera dos cuentos, que se durmiera en nuestra cama...
-Perdona, lo he hecho si querer -suplicó su padre al darle su beso de buenas noches.
-Me da igual, papá, pero esta noche no te dejo mi cama para dormir y mañana estás castigado sin tele...
Alonso bajó a la cocina.
-Emma, este niño me maltrata.
-¡Encima que le hieres! Como le quede cicatriz, te mato. Y córtate las uñas.
-Pero si las tengo cortas.
Observo sus manos con detenimiento. Por una vez tiene razón.
-Chico, pues no entiendo como le has podido hacer semejante destrozo... ¿Sabes que mañana piensa decir en el colegio que le has clavado un puñal?
A Alonso, pálido como su vaso de leche, se le transformó la cara.
-No lo dices en serio.
-Es lo que me ha dicho.
-Lo que me faltaba, ayer contó que yo no le había ayudado con "El cuaderno viajero" y ahora va a decir que le he clavado un puñal... A este paso termino en la cárcel. 
-No exageres, padre asesino.

domingo, noviembre 29, 2009

Llegó el frío

"Chop, chop", canturrea el cocido a fuego lento sobre la vitro. Su olor inunda la cocina. En el salón Alonso devora el "Esquire". Sobre la mesa, un montón de periódicos. Álvaro disfruta con uno de los regalos que le hicieron sus amigos, la pista de coches "Hot Wells". Diego repasa sus exámenes de evaluación. En sus descansos, un partido de tenis en la Wii. Sufro al ver perder a Del Potro (¡qué hombre!) en la final de la ATP. Una siesta tras la comida. El teléfono está mudo. La lluvia, el frío, el aire huracanado dominan el exterior. La calefacción caldea el hogar. Primer fin de semana invernal, sin vida social, todos juntos en casita.
-¡Me encanta! -susurro al estilo Julio Iglesias al contemplar mi genial familia.

viernes, noviembre 27, 2009

Seis añazos


Álvaro soplando la fantástica tarta que hicimos el día anterior


-Mamá, ¿te puedo ayudar?
-Sí, parte las galletas y ponlas en la thermomix.
Álvaro ejerció de pinche de cocina y elaboramos una deliciosa tarta de queso (¡otra de mis perdiciones!) para endulzarnos la vida.
-Ahora, a dormir, que mañana es tu gran día.
Y el jueves 26 su hermano Diego le despertó tirándole seis veces de las orejas y su padre y yo nos lo comimos a besos y arrumacos. 
-¿Dónde está mi regalo? -preguntó con una amplia sonrisa y legañas en los ojos.
-Tendrás que buscarlo... frío, frío... templado, templado... Huy, que te quemas.
Abrió mi armario y encontró su tesoro.
-¡La máquina de alienígenas de Ben 10! -gritó pletórico.
En la foto, su primera fiesta. Esta tarde lo celebará con toda su pandilla de amigos y el fin de semana eligirá su gran comida.
Y digo yo, ¿así cómo voy a adelgazar?
¡¡Felicidades, ratón!!

martes, noviembre 24, 2009

Bici paranormal

El aire sopla con fuerza, el viento se cuela entre la ropa, los kleneexs retiran los moquillos helados que salen por mi nariz y el pelo revolotea sin control. Ángeles, a mi lado, se esconde bajo su cazadora. Aceleramos el ritmo del paseo para ver si así espantamos al frío. Diego, Álvaro y Alejandro pedalean emocionados por el parque y detrás, nosotras tiritando y con la merienda a cuestas.
-Parece que a Diego se le ha salido la cadena -le comento a Ángeles con voz helada al ver la bici tirada en el suelo y a los niños revoloteando a su alrededor.
Ella asiente.
Nuestro informe técnico fue erróneo: el cambio de la bici estaba totalmente torcido, no había forma de colocar la cadena ni de que la bici se moviera.
-¿Les puedo ayudar? -preguntó un amable chaval que debió alucinar al ver el panorama: dos madres heladas intentando desentrañar los misterios ocultos de una bicicleta.
-Pues te lo agradecería... -contesté con mis manos negras por la grasa de la cadena.
-Huy, qué mala pinta tiene esto. ¿Se ha caído el niño de la bici?
-¡¡No!! -contestamos todos al unísono.
-Pues es una avería importante. Si queréis puedo tirar del cambiador de marchas (o algo parecido) para que podáis llevar la bici como si fuera un patinete pero corremos el riesgo de que se rompa.
-¿Controlas de bicis? -pregunté un poco intrigada.
-Sí, desde hace dos años soy técnico de reparación de bicicletas y jamás había visto una avería como ésta en una bici prácticamente nueva.
-Bueno, pues tira de donde tengas que tirar que a este paso nos vamos a congelar...
El agradable chaval tiró y logró que la bici se moviera.
Hasta el coche, un mínimo de dos kilómetros, el frío se multiplicó y nosotras además de llevar la merienda portamos la bici...
-Ángeles, ¿por qué siempre nos tienen que suceder cosas extrañas? Nos persigue un manada de burros, nos ataca un perro salvaje, se cae el perro del maletero cuando voy con tus hijos, se nos rompe la bicicleta de forma extraña...
-No sé, Emma, pero tal vez sea mejor que no volvamos a quedar -soltó Ángeles entre risas al despedirnos.
-Alonso -exclamé al entrar por la puerta-, no te vas a creer lo que nos ha ocurrido...
-De ti me creo cualquier cosa, amor.
-Huy, ese tonito no me gusta nada...
-Venga, qué extraño suceso paranormal te ha ocurrido esta vez.
-Pues que se ha roto la bici de Diego.
-¿Se ha caído?
-No, no, ha sido mientras pedaleaba. Se ha roto el cambio de la bici y...
Y Alonso puso esa cara que intenta contener el ataque de risa y sorpresa por nuestra historia surrealista.
-

viernes, noviembre 20, 2009

¿Dónde está?

Miro a la izquierda, a la derecha, al frente, detrás... No le veo. Comienzo a gritar como una loca y a correr. Los pasillos se difuminan como en "Matrix". Soy el centro de atención: mirada perdida, cuello girando casi a 360 grados, cara roja congestionada...
La desesperación se multiplica por segundos.
En atención al cliente mi voz entrecortada da los datos más relevantes.
-Niño de cinco años, pantalón gris, jersey rojo... Se llama Álvaro Alonso.

-Tranquilícese -me dice una empleada mientras observa mi histeria.
De nuevo corro por el centro comercial, vocifero el nombre de Álvaro, tuerzo y me retuerzo por los cientos de pasillos, la megafonía insiste sin parar: "Por favor quien vea a un niño de cinco años perdido que lo acerque a atención al cliente. Su nombre, Álvaro". La gente me mira con cara de compasión. Siento la falta de oxígeno y la llamada insistente del asma. Acudo a la sección de juguetes, a la de adornos navideños... ¡Pero dónde se ha metido!, grito neurótica perdida.
Una mujer vestida de rojo corre hacia mí con una bandeja en su mano.
-¿Está buscando a un niño?
-Sí -contesto conteniendo las lágrimas.
-Lo acabo de dejar en atención al cliente. Le he dado un bombón pero me ha dicho que es alérgico a los frutos secos, por favor que no se lo tome tiene cacahuetes.
-Ay, muchas gracias -logro decir al abandonarla.
Ahogada llegó a atención al cliente y veo a mi "ratón" con ojos llorosos. La emoción derrama mis lágrimas.
-Cielo, ¿dónde estabas? -preguntó entre abrazos y besos.
-No sé qué ha pasado.
-Tranquilo.
-Mamá, mira lo que me han dado: una hucha, una canasta... 
Observo a las dependientas y al servicio de seguridad de Hipercor y les regalo la mejor de mis sonrisas y les expreso mi máximo agradecimiento.
-Mamá, ¿me vas a comprar el estuche de los Bakugan por mi nueve en el dictado?
-Claro, a eso habíamos venido -suspiro agarrándole de la mano, regulando mi respiración entrecortada y relajando mi corazón taquicárdico.

sábado, noviembre 14, 2009

El hombre de negro

Mi mente serieadicta y calenturienta
imaginó al detalle la situación:

En mitad de una noche de viernes un hombre llamó a la puerta.
Alonso, impaciente, observó por la mirilla. Tras una oscura gabardina, un gorro de fieltro negro y unas gafas de sol (¡a esas horas!) se escondía la persona que él tanto anhelaba ver. El silencio reinaba en la casa. Los niños dormían y su mujer se había ido a una cena de amigas. Abrió la puerta presionando el manillar para que no emitiera ningún sonido.
-Buenas noches. ¿Me esperaba? -dijo el desconocido misterioso.
Bajo su brazo portaba una gruesa carpeta roída y el número de expediente, el 758 exactamente, marcado en su lomo.
-Sí, por supuesto. Pase.
Ambos hombres se sentaron frente al ventanal del salón. De fondo, el silbar del viento y hojas otoñales revoloteando y chocando contra el cristal.
-He hecho lo que me ha encargado. Ha sido difícil, pero lo he conseguido.
-Antes de que comience su relato quisiera ponerme una copa. ¿Me acompaña?
-Sí, tomaré lo mismo que usted.
Alonso abrió el arcón de la bebida, inspeccionó y extrajo un whisky de malta escocés, reserva, por supuesto. Los hielos chocaron al caer dentro de los vasos y se dejaron inundar por el líquido color oro con leves tonos ámbar.
Alonso se acomodó de nuevo en el sofá, respiró profundamente y preguntó lo que tanto temía.
-Y ahora, dígame, ¿qué ha descubierto sobre mi mujer?
El detective privado rozó sus gafas de sol, encendió un cigarro, retiró las gomas que sujetaban la carpeta, extrajo el expediente 758 y lo depositó sobre la mesa.
-Tengo buenas y malas noticias.
Alonso dio un trago largo a su copa.
-Dispare, por favor.
-Llevo varios meses siguiendo a su mujer, me he convertido en su sombra y creo haber descifrado toda la verdad. En el informe encontrará material fotográfico documentado y un informe detallado sobre todas sus actividades.
-Al grano, por favor.
-Sus temores eran infundados -un suspiro de alivio se escapó de la boca de Alonso- su mujer no le ha sido infiel. Es cierto que tiene mucha vida social, pero jamás ha cometido adulterio.
-Entonces, ¿cuál es la mala noticia?
-No sé cómo explicárselo, no tengo datos certeros, pero la actitud que mantiene su mujer la mayor parte de los viernes me ha hecho dudar. Cada vez que sale a cenar va con distintos grupos de amigas. Ella los denomina según su procedencia: Sando (compañeras del Saint-Dominique), Fifty (compañeras del trabajo, el 50% siguen allí y el otro 50% salió), Mamdi (mamás de los amigos de Diego), Mamal (mamás de los amigos de Álvaro), Fem (aquí no puede abreviar)... Tardé en descubrir sus códigos y en el informe verá que hay algunos pendientes de resolución.
-¿Y?
-Tras analizar la variedad de amistades femeninas que tiene me he planteado que tal vez su mujer...
-Mi mujer, ¿qué?
-Que tal vez esté escondida.
-¿Escondida?
-Sí, en el armario.
Una enorme carcajada rompió el silencio nocturno.
-Pues habrá sido su sombra durante todo este tiempo, pero creo que no conoce a mi mujer -intentó decir Alonso entre risas-. De todas formas, le diré que me ha alegrado la noche, que sus suposiciones me han parecido muy divertidas y que hoy dormiré a pierna suelta.
El hombre misterioso y desconocido estrechó la mano de Alonso y le entregó el expediente 758.
-Si me necesita para otro encargo, ya sabe dónde localizarme- dijo al despedirse y perderse por la oscuridad de la noche.
Alonso tras hojear el informe y las pruebas documentales escondió el expediente y se fue a dormir con su sonrisa.
A las dos y media de la madrugada, abrí la puerta de casa y el pánico me invadió. Tras unos segundos inmovilizada, corrí por la escalera, entré en la habitación y salté sobre él.
-Alonso, ¿quién ha estado esta noche en casa?
-Nadie -contestó somnoliento y asustado.
-Mentiroso, la casa huele a tabaco.
-Pero si tú fumas...
-Sí, pero en el jardín, sabes que en casa está prohibido y tú no fumas.
-No ha venido nadie, en serio.
-No me mientas...
Callé un instante, empecé a bajar la cremallera de mis botas y una idea me atacó con fuerza.
-Alonso, ¿no tendrás una amante y te has atrevido a traerla a casa?
-No seas peliculera...
-Y por qué huele a tabaco.
-Pues yo no huelo a nada. ¿Qué tal tu cena?
-Muy divertida, con muchos cotis... Mañana te lo cuento mejor que ahora tengo mucho sueño y estoy un poco mosca con el olor a tabaco... A ver si voy a tener que contratar a un detective para que investigue tus movimientos...
-¡Qué tonterías dices!
-No sé, amor.

miércoles, noviembre 11, 2009

Primada en Oliete




Todos los primos en Oliete, paraíso turolense

Roberto nos dio el pistoletazo de salida: "Cayetana está mucho mejor, podemos irnos". Mi prima María elaboró la lista de comida, Roberto la acompañó a la compra, yo preparé un puré y sin darnos cuenta los maleteros rebosaron de bicicletas, maletas y comida, mucha comida. El sábado por la mañana invadimos la casa de Oliete (Teruel). Seis más seis, doce. Doce personas compartimos tres días fantásticos en los parajes turolenses.
Contaré que no paramos: estuvimos en el observatorio de aves rapaces de Alacón, buitres no vimos, pero sí los restos de sus manjares; en la Sima de San Pedro -la mayor de Europa-, una fractura en mitad de la montaña con una profundidad de más de 108 metros y una boca de 95 metros de diámetro. En el fondo, un inmenso lago en el que convive una amplia variedad de especies de animales (ranas, pájaros, murciélagos...). Y cómo no, subimos los 256 escalones para contemplar el Pantano de Cueva Foradada, acudimos al Monasterio de Arcos, admiramos las huellas de dinosauriso de Ariño y el último día trepamos hasta un risco para descubrir las pinturas rupestres de Oliete y el fuerte aire casi nos hizo volar.
Además de las visitas turístico-culturales compartimos risas familiares. Los niños (Diego, Mónica, Álvaro, Vitín, Manuela y Cayetana) jugaron, montaron en bici, recogieron piñas para la chimenea y disfrutaron al compartir tres días entre primos.
Los mayores (Juan Fran, Víctor, Roberto, María, Virginia y yo) nos aguantamos los unos a los otros (es lo que tiene la familia, je, je), cenamos en el Higinio, tomamos unas copitas en casa... Hablamos y hablamos, reímos y estuvimos muy pendientes de la chimenea para no quedarnos helados.



ANÉCDOTAS
  • Diego. Como un mayor se sentó en la barra del Higinio y se zampó el solito un platazo de aceitunas, pan y una coca-cola. Disfrutó al ir y volver en bici al pantano. Y pese a mis dudas por tanta juerga y poco estudio, sacó un nueve en "cono". ¡Ha heredado el memorión de su madre, je, je!
  • Vitín. Por fin empezó a pedalear sin ruedines. Un campeón.
  • Manuela. Refunfuñó cuando sus primos "mayores" no la hacían caso y rió cuando era la estrella.
  • Álvaro. Se negó a comer con la cubertería con mango rosa (¡faltaría!). "Yo con tenedores normales", exclamó horrorizado al ver los cubiertos.
  • Cayetana. Pura sonrisa... Siempre que su padre la llevara a hombros, por supuesto.
  • Mónica. Subió hasta la iglesia de paquete en la bici de su primo y lanzó hechizos de la bruja Kika.
Podría contar mil anécdotas más, mil detalles... Pero, tal vez, una imagen valga más que mil palabras (o varias imágenes...). 


miércoles, noviembre 04, 2009

Doctora House




Hay días en que la autoestima se multiplica por mil. Hoy es uno de ellos.
-Emma, me encuentro fatal. Esta noche no he dormido nada. Me despierto continuamente con sequedad de garganta y carraspeo. Ya no sé qué hacer. A lo largo de este año me han hecho mil pruebas: análisis, han comprobado que no tengo apnea después de dormir una noche en la unidad de sueño... Y no dan con mi mal. ¡Qué desesperación! -se quejó mi padre por teléfono.
-Pero sólo te ocurre por la noche, ¿no?
-Sí, durante el día estoy mejor salvo que estoy cansado por dormir tan mal. No lo entiendo, ayer por ejemplo cené unos mejillones al vapor...
-Papá espera, ahora te llamo, quiero comprobar una cosa.
Bajé como una loca al ordenador y empecé a buscar en Google. ¡Eureka!, grité y llamé rápidamente a mi padre.
-Papá, no te rías de mí, pero te voy a proponer una cosa. No pierdes nada por hacerme caso y puede que así solucionemos tu sequedad de garganta.
-Tú dirás, Emma.
-Al contarme lo que te ocurre me he acordado de un capítulo de House en el que el paciente está a punto de morir hasta que House se percata de que es alérgico a la quinina.
-¿Y?
-Pues que el paciente tomaba gin-tonics y la tónica tiene quinina, en dosis muy bajas pero si eres alérgico te produce grandes daños. Siempre he pensado que tu sintomatología era claramente alérgica, prueba no tomar tónica y así vemos si es que eres alérgico a la quinina.
-Emma, parece de coña.
-Ya, pero todas las noches te tomas un gin-tonic y justo después es cuando empiezas con el malestar.
-Sí, pero...
-Tal vez me equivoque, pero no perdemos nada.
-Está bien, haré lo que tú dices.
Mi padre me hizo caso y, oh, misterios de la vida, esa noche durmió plácidamente, sin despertares bruscos y sin molestias en la garganta.
-¿Qué tal has dormido, papá? -le pregunté a primera hora de la mañana.
-De un tirón, Emma, es increíble... Fíjate que antes había eliminado la ginebra, pero a cambio me tomaba un bote de tónica con hielo. Era peor el remedio que la enfermedad... Es surrealista.
Ha pasado más de una semana. El tratamiento parece que funciona y yo, que soy súper modesta, estoy emocionada por haber dado con el quid de la cuestión, por ser serieadicta y por tener una memoria de elefante que me permitió hacer tan fantástico diagnóstico. ¡Gracias Dr. House!

lunes, noviembre 02, 2009

Terrorífico Halloween


Un esqueleto y un zombi asustaron al vecindario


Una vez tomada la decisión (¡el sábado súper fiesta de Halloween en casa!) y tras comunicársela a mi santo que puso cara de pocos amigos, empecé con los distintos motivos para la decoración: murciélagos, arañas, calabazas... y a elaborar en mi mente un menú terrorífico acorde con las circunstancias. Alonso entraba cada día, observaba y mostraba su sorpresa: la pequeña mesa del salón simulaba ser el ataúd de Drácula, las telas de araña flotaban por cada esquina...
-Emma, tu pasión por organizar fiestas es enfermiza... -decía a media voz intentando que no le oyera.
-¡Qué exagerado Alonso! -contesté mientras los niños me ayudaban a colgar un tétrico esqueleto al que se  le iluminaban los ojos rojos y chillaba como si le estuviesen degollando.
Mi gran optimismo me hizo creer que el viernes iba a tener tiempo para rematar los pequeños detalles que aún me faltaban. Me equivoqué: comida en casa de mi abuela con mis primos Marcos y Carlos, charla de madres al ir a recoger a los niños al colegio... A las siete entré por la puerta de casa, Álvaro y yo invadimos la cocina para preparar la tarta de "ojos con sangre" (¡lo que me costó que los ojos se sumergieran en la gelatina!, una auténtica pesadilla!) y las uñas de vampiro. Miré el reloj y sentí que el tiempo me apresaba. Rápidamente acicalé a mi pequeño, preparé su cena, me restauré como pude y según entró Alonso por la puerta, le besé y me despedí de él.
-Cielo, me voy, tengo cena con las "dominicas". En breve, vendrá Diego que se ha ido a casa de Acasuso, Álvaro ya está duchado... Te quiero... ¡Cuídame a las fieras!... Ah, ten cuidado con las telas de araña y que Lucas no clave sus uñas en el ataúd de Drácula...
Alonso, asintió y ni me contestó (¿pensará que estoy loca?).
Pasé a recoger a Marta y nos juntamos con el resto (Marisa, Sylvia y Mamen) en el restaurante "Tomate" (súper "in", que para eso somos dominicas). La velada estuvo salpicada de anécdotas, risas, alguna que otra crítica (¡que somos dominicas y no lo podemos evitar!, je, je) y muchas dosis de felicidad. Sin darnos cuenta entre mojitos y gin-tonics nos dieron las tres de la mañana. Sonreí feliz, ¡iba a tener ojeras naturales en Halloween!
El sábado brinqué de la cama a las diez, preparé los "mocos con huevo", "las lombrices asquerosas", "el sorbete de monstruo"...
-¿Vas a venir al fútbol? -me preguntó mi Alonso al verme tan atareada.
-Por supuesto, amor.
Y allí me fui yo, la gran forofa del "Santa María de Hispanidad" a gritar como una loca, a animar y a disfrutar, a disfrutar porque ganamos.
Salimos ilusionados y pletóricos del partido.
-Alonso, ahora que lo pienso hay mucha comida para cenar pero nada para comer...
-Venga, vampirilla, nos vamos a un italiano a comer.
Por fin, a las ocho de la tarde comenzó la invasión: vampiros, esqueletos, zombis, brujas, arañas... Las pociones mágicas embrujaron el ambiente, la sangre se diluyó entre ojos sangrantes.... La puerta sonaba cada cinco minutos, momias y dráculas pedían caramelos... Todos reímos, soñamos entre telas de arañas, gritamos con los sustos infantiles... Y, como remate final, los fuegos artificiales hicieron sentir a los pequeños monstruos que vivían en un mundo de ensueño. ¡Feliz Halloween!


IMÁGENES DE HALLOWEEN

viernes, octubre 23, 2009

Gripe D

Unas décimas delataron el ataque. La invasión ha sido lenta y paulatina.
-Yo creo que Diego ha cogido frío. -expliqué a mi prima entre rollito y rollito en el restaurante asiático.
Al día siguiente la fiebre se disparó. Acudí a mi botiquín y empecé con las dosis de Apiretal, Dalsy y muchos mimos. La noche se perturbó con toses, termómetros, medicamentos y mal estar.
-Mamá, no me encuentro bien -balbuceó el lunes Álvaro.
Más fiebre. Hospital de campaña, llamadas al 112 y el temido diagnóstico: "por la virulencia, el contagio y la fiebre parece que sus hijos tienen gripe A", me explicó un sanitario que no sabía que Álvaro al ser asmático no podía tomar Dalsy (¡pedazo profesional!) y cuya única preocupación era que limpiara los pomos (ni que estuviéramos todo el día abriendo y cerrando las puertas), que recluyera a los niños en una habitación y que yo entrara con mascarilla (¡anda ya, bonito!).
Y la juerga nocturna me desveló: Álvaro devolvió, Diego sangró por la nariz, se me rompió el termómetro... Agotada.
-Lo siento no puedo ir a trabajar, tengo 39 de fiebre -me dijo Liset, la cuidadora de los niños a primera hora de la mañana. Y Alonso obtuvo el título de enfermero oficial después de cuidar a sus retoños.
¡Menudo panorama!
A Diego le di el alta el jueves, Álvaro sigue con el tratamiento de mimos en casa, mi hermano me ha prohibido ir a la fiesta del sábado (¡hipocondríaco!)... Y yo, como diría Luis, me mantengo a salvo de la gripe A por mi adicción a la coca-cola light, aunque no me librado de la gripe D, la gripe de la desesperación.

La canción de la semana:
Resistiré para seguir viviendo
Soportaré los golpes y jamás me rendiré
y aunque los sueños se me rompan en pedazos
Resistiré, resistiré...

domingo, octubre 18, 2009

Tengo el cuerpo fatal...

Felipe y Natalia, los novios

Domingo, 12 de la noche, mi mente inconsciente tararea una canción de Alaska: "Tengo el cuerpo fatal, pero una gran vida social". Mi cabeza asiente y mis pies me martirizan un poco más. Sí, tienen razón, pero ¡que me quiten lo "bailao"! Que para bailes los que me marqué el viernes en la boda de Felipe y Natalia a altas horas de la madrugada... Pero antes del baile, tomamos el cóctel entre anécdotas de todos los "femianos" (alumnos del colegio FEM) que recordaban que cuando eran jóvenes jugaban al fútbol en ese mismo terreno y que donde íbamos a cenar estaba la piscina del Club Las Lomas.
La nostalgia desapareció cuando llegaron los novios, guapísimos y divinos. La cena nos entonó con los ricos manjares y los vinos que volaban por nuestras gargantas inauguraron la sesión de risas ("Emma, baja el volumen, que se te escucha mucho", se quejaba mi jaquecoso Alonso). Después del vals de los recién casados, atracamos la barra para tomarnos unas copitas. La música de fondo nos tentó, miré a mi santo con ojos de suplicio y acudió al coche a por mis zapatos de repuesto (ay, que es un sol). Ya no tenía excusa: ¡a bailar! Todos danzamos como locos, cantamos, gritamos y reímos una barbaridad.
A las cuatro de la mañana saciamos el hambre con una fondue de chocolate con frutas (¡menos mal que mi vestido era suelto, si me llegó a poner el del corpiño estallan los corchetes!). Y entre fresas, copas y risas volvimos a casa a altas horas de la madrugada. ¡Viva los novios!
A las diez de la mañana del sábado se me abrieron los ojos, me arrastré hasta el baño, una ducha rápida y al ver mi cara en el espejo casi me pongo a llorar. Con el maquillaje y el rímel hice maravillas. Llegué a trabajar como si hubiera dormido plácidamente ocho horas y al salir se me pinchó una rueda, vino el operario del seguro, la arregló y por la noche: cenita en el Matsuri con mi prima y Víctor, Roberto y Virginia y los seis niños... De madrugada, para seguir la juerga, Diego con fiebre... Como diría Alaska: tengo el cuerpo fatal, pero una gran vida social.




Mi family

domingo, octubre 11, 2009

Érase una vez...

La reina y los infantes

Érase una vez un día soleado y festivo. El rey, don Juan Alonso, propuso a su reina, doña Emma, acudir con los infantes a conocer sus feudos. Los príncipes, don Diego y Álvaro Alonso, brincaron de emoción. La familia real tomó el carruaje hasta sus terrenos: Segovia. La gran joya de la corona, el acueducto, mostraba todo su esplendor.
Tanto monta, monta tanto, llegaron a la catedral y de allí al suntuoso castillo, el Alcázar. Las princesas, Manuela y Cayetana, abrazaron a sus primos los príncipes y pasearon por las distintas estancias. Finalmente el rey indicó por dónde ascender hasta el torreón más alto para divisar el fantástico paisaje.
Y como en todos los cuentos: fueron felices y comieron cordero, que las perdices es una horterada en estas tierras de cordero y cochinillo.
Fin

Príncipes y princesas

lunes, octubre 05, 2009

Sobre fiestas y cuchis

Jueves, 22:00 h.
-Llámame cuando vayas por Cuatro Caminos -me comentó Blanca antes de colgar el teléfono.
-Vale- contesté tranquilamente.
Tras veinte años de amistad sabemos lo bueno y lo malo de cada una, así que a la altura del Bernabéu la llamé, no contestó. Repetí la operación en Cuatro Caminos, tampoco contestó. Intenté relajarme. Al llegar a su casa comprobé que no estaba en el portal. Llamé al fijo. "Ay, Emma, ya bajo". Cinco minutos, diez, quince... Relájate, ya sabes como es ella, siempre ha sido así, siempre llega tarde, vale, tú eres muy puntual pero ella no... Al fin, apareció.
-Eres la leche.
-¿Por qué dices eso?
-Te he llamado dos veces al móvil...
-Ay, lo tenía en silencio.
-Y al fijo y llevo casi veinte minutos esperándote.
-Venga, no refunfuñes tanto que vamos a llegar tarde...
Bufé un poco más y arranqué.
-Emma, yo creo que sería mejor que aparcaras y fuéramos en Metro. Por esa zona no hay quien deje el coche...
Antes de hablar intenté relajarme al estilo zen.
-¿Estás segura?
-Sí, luego volvemos en taxi.
Observé mi adorado coche: un vaso con hielo y coca-cola light reposaba a mi derecha, el cenicero sujetaba un cigarro... El paraíso.
-Si quieres... Yo no tengo ni idea de que línea hay que coger.
-Venga, aparca.
Respiré profundamente, aparqué y sonreí por ser tan lista y haberme cambiado de botas.
Caminamos hacia la parada de Metro.
-Pues yo hubiera ido en coche -solté como si nada.
-Yo también prefería ir en coche.
-Joder, Blanca, me vas a volver loca, pero si me has dicho que querías ir en Metro.
-No, yo lo he dicho pensando en ti, por si te daba pereza meterte por el centro y luego no encontrábamos sitio para aparcar.
-Pues no pienses tanto. Venga, al coche que a mí no se me ha perdido nada en el Metro. Eres la leche.
-Encima que lo he hecho por ti...
Entre risas y confidencias llegamos a la fiesta del décimo aniversario del estudio de diseño de Chino ambientada en la época "cowboy" en pleno Huertas. Brindamos por su éxito, por la futura boda de Felipe y por todos nosotros.
A las dos Blanca y yo abandonamos agotadas el local y, oh, qué suerte, volvimos en coche a casa.
-Mañana nos vemos -dijo Blanca al despedirse.
-¿Por?
-¿No te acuerdas? Tenemos la cena de mujeres...
-Mi marido me va a matar.
-¡Pero si es un santo!
-Santa yo, querida, por aguantaros a todos.

Viernes
Día de ocio (es lo que tiene no trabajar un viernes). Los niños felices. Diego me abandona y se va al cumpleaños de su amiga Paloma, Álvaro se aprovecha e invita a Daniel. La tarde se escurre. A las ocho y media recojo a Diego. Las nueve y yo con estos pelos. Me ducho a toda velocidad, preparo la cena a mis retoños. Álvaro se percata.
-Mamá, ¿vas a salir hoy?
-Sí.
-¿Dónde vas?
-Tengo una cena con mis amigas.
-Pues tú no vas, ayer saliste.
Manda h...
-Querido, tú has estado con tu amigo.
-Eso es distinto.
-Huye rápidamente o tu hijo te ata a la pata de su cama -me susurra Alonso mientras ejerce de padre ejemplar.
A las diez aparezco por Malevos (¡qué originales!) y las historias del verano vuelan entre mi cerveza y sus bebidas sin alcohol.
-Ay, es que mañana me tengo que hacer un análisis de sangre -se queja Nuria.
-¡Qué casualidad, yo también! -afirma Blanca.
-Callad, que me vais a deprimir, estáis muy achacosas.
De pronto aparece el súper hipocondríaco, mi hermano Roberto, y descubre a mi amiga hipocondríaca, Nuria. Las conversaciones se centran en las distintas pruebas médicas a las que se han sometido en el último mes: audiometrías, escáneres, tac cerebral, análisis...
Me agarro con fuerza a la cerveza, miro la cara atónita de Mayte, se cruzan nuestras miradas y sonreímos perplejas. Las anécdotas médicas nos rodean. Al final, como siempre, no podemos evitar llorar de la risa.
-¿Alguien quiere una copa? -pregunta Roberto.
-¡¡No, que mañana me hacen un análisis!! -gritaron Nuria y Blanca al unísono.
-¡Un gin-tonic, por favor, que me va a dar algo!!

Sábado
Pese a mi ajetreada vida nocturna, soy una madre ejemplar.
A las once de la mañana llevé a mis hijos a la piscina. Después, deberes y a las cuatro y media partimos hacia el Juan Carlos I: Diego en su bici (un as), yo con Álvaro y los walkies (¡qué invento!) en el coche y Alonso, pobriño, en casa durmiendo la siesta y viendo el partido del Barça.
Álvaro se colocó sus patines y rodó por la pista, Diego partió a dar una vuelta y yo me aposenté en un murete junto a mi coca-cola light y los walkies.
-¡Diego, dónde estás! Corto.
-En el barco pirata. Corto.
-Ten cuidado.
El hombrecillo que estaba sentado a mi derecha me miraba como hablaba con mi walkie con cara de pocos amigos (¡envidioso!). Un perrito blanco bastante ridículo descansaba a sus pies. De pronto, empezó a gritar.
-¡¡Milady, cinco vueltas más por haberte parado!!
En la pista una bella mujer dominicana intentaba patinar.
-Ay, cuchi, no me digas eso, que estoy cansada.
-Milady, por hablar, seis vueltas más.
Intenté contener mi mala leche y mis ganas de estamparle el bote de coca-cola sobre su fea cara. Atónita, comprobé como "milady" seguía sus órdenes y giraba sobre la pista.
-Ay, cuchi, déjame descansar.
-No, sigue patinando.
Diego había vuelto de su paseo.
-Mamá, no crees que ese hombre es muy brusco con esa mujer.
-Sí, cielo, si llego a ser yo la que estoy en la pista me quito los patines y se los tiro a la cabeza.
-¡Qué graciosa eres!
-Que te lo digo en serio...
Milady siguió patinando, Cuchi mantuvo sus gritos, mi indignación iba en aumento... Era el momento de partir.
Cuchis, mañana más.

miércoles, septiembre 30, 2009

El ritmo de septiembre

Después de varias entrevistas -algunas surrealistas, como la de la mujer mayor que me sugirió que no metiera al demonio en casa contratando a una jovencita que pudiera tentar a mi marido, ya le vale-, empezó a trabajar Liset en casa. Abandoné la horterada y le expliqué cómo hacer las distintas labores del hogar.
Al día siguiente, según entré por la puerta, me dijo que se habían ido los plomos. Me quedé dos segundos paralizada, blanca como la nieve y corrí como una loca por todas las habitaciones desenchufando todos los aparatos electrónicos: ordenador, televisiones, dvds, teléfonos, nevera... Liset me seguía atónita, pensando que estaba en una residencia de locos de atar (¡que no es para tanto!). Una vez desenchufada la casa, retiré el sudor de mi frente, respiré y entrecortadamente logré explicarle mi histeria: "Liset, no te asustes, es que la última vez que se fueron los plomos se quemaron todos los aparatos electrónicos". Su cara aterrada se fue relajando, aunque creo que aún está un poco sorprendida (¡y lo que le queda por ver!).

Diego y Pablo soplan las velas junto a sus amigos

El viernes me ayudó a preparar 70 sandwichs y partí con mi coche al estilo gitano: el maletero rebosante de bandejas con comida, bebidas, sacos, pelotas... En el colegio todos brincaban alrededor, todos querían saber en qué coche iban, todos chillaban, todos estaban felices... Y mi histeria apareció al pensar que se me podía olvidar algún niño. Al final más de treinta se reunieron en el parque Juan Carlos I para celebrar el cumpleaños de Diego y Pablo Barriopedro. Jugaron al fútbol, con los sacos simularon ser bolos, comieron, soplaron las velas, zamparon cientos de chuches, corretearon... Las madres mientras cotorreábamos, controlábamos y disfrutamos de una soleada tarde que se alargó hasta las nueve y media de la noche.
Volvimos a casa. Mi cuerpo no respondía a mis órdenes. El cansancio era demoledor. Diego enseñaba con emoción sus regalos a Álvaro y Enrique, su amigo invitado.
-¡Chicos, a dormir! -exclamé con un hilillo de voz.
Y por una vez me hicieron caso.
El sábado se esfumó entre juegos y parques. Por la noche, el cumple de mi cuñada en Malevos. Por fin me relajé, disfruté de la cena y a la una me pedí un gin-tonic (me lo tenía merecido). Sonó el móvil.
-Emma, nos tenemos que ir -me susurró Alonso-, Álvaro está con asma.
Miré la copa y me despedí de ella y de toda la familia.
Álvaro estaba mejor, Diego le explicó a mi suegra cómo darle la medicación, y su respiración adquirió un ritmo normal.
-Venga, a dormir, no pasa nada, chicos...

Uff, a partir de mañana me paso a la coca-cola light sin cafeína, que tanto estrés me va a matar. Y que acabe septiembre que tanta fiesta y tanto cumpleaños van a acabar conmigo. ¡Divino septiembre!


domingo, septiembre 20, 2009

Horteradas y cumpleaños

El cumpleañero feliz junto a su tarta


Llevo quince días ejerciendo de hortera a tiempo completo y lo llevo fatal. La baja maternal de Ana, cuidadora de los niños y persona que coordina toda mi casa, me ha hundido en una profunda depresión. ¿Quién considera que es divertido quitar el polvo, planchar, pasar el aspirador o limpiar los baños? ¡Una horterada! Rápidamente intenté solucionarlo y comenzó la siguiente tortura: entrevistar a personal para el servicio doméstico. Las innumerables dudas sobre quién me podría interesar me bombardearon. Por fin, me decidí, pero como este año me ha salido torcido resulta que ya estaba trabajando en otra casa. Así que otra vez a entrevistar, a pedir favores a mis amigas (¡¡divino tesoro!! Ángeles, te quiero) y a seguir ejerciendo de hortera.
Agotada y derrengada de tanta horterada percibí que el día 19, cumpleaños de Diego, estaba a la vuelta de la esquina.
-Mamá, este año lo quiero celebrar en el Juan Carlos I, como siempre...
Mi mente me imagino preparando sandwichs como una loca mientras tendía una lavadora y quitaba el polvo de las estanterías.
-Claro, como tú quieras... -contesté a punto de pisarme mis enormes ojeras.
El miércoles entregó las invitaciones, el jueves llovió a cántaros y vi el cielo abierto.
-Diego, lo suspendemos hasta el viernes que viene.
-Jo, mamá
-No sufras, el sábado lo celebramos con la familia...
Alonso apagó el aspirador, me miró atónito y sentenció:
-Emma, en casa no hacemos una fiesta, lo celebramos en un restaurante, que a este paso nos vamos a desmayar.
Ni me quejé, ni rechisté... Asentí con tal fuerza que casi me contracturo el cuello.
El sábado, feliz, Diego celebró su cumpleños en "Matsuri", restaurante asiático, junto a su bisabuela, sus abuelos, Pepe, Pati, y nosotros tres. Álvaro, además, encontró allí a su mejor amigo y presumió de todos sus "Bakugan" (última moda infantil). El vino rosado inundó la mesa; el sushi, los paladares y las risas nos acompañaron hasta que Diego sopló sus 10 velas. Ay, qué mayor
¡Feliz cumpleaños, Diego!

PD. Hoy es mi cumpleaños y a la horterada casera hay que unirle que trabajo. ¡Hortera, que soy una hortera!



Diego con su abuelo y su mamá (en la foto estoy horrorosa, en la realidad, no, je, je)

La parejita haciendo el ganso

martes, septiembre 15, 2009

Reunión de amigas del Saint-Dominique


Una voz ronca salió por mi boca a primera hora de la mañana del domingo.
-¡Buenos días! -exclamé al estilo garganta profunda.
Los niños me miraron atónitos.
-Mamá, ¿tienes gripe A?
Giré la cabeza negativamente.
-No, he debido coger frío... -mentí inocentemente con mi voz masculina.
¿Cómo les iba a decir que estaba afónica por gritar como una loca "vivir así es morir de amor..." de Camilo Sesto a las cuatro de la mañana en la súper fiesta que montó Esther Lillo para reunir a todas las compañeras del Saint-Dominique? ¡Que una tiene que mantener su imagen!
La aventura comenzó gracias a internet. Sin darnos cuenta empezamos a contactar varias compañeras del colegio, los mails volaron con la información de los últimos años y las ganas de vernos se multiplicaron. Esther, la gran anfitriona, dispuso todo para la gran reunión.
Allí aparecimos casi todas, casi todas divinas, con 22 años sobre nuestras espaldas y mil aventuras que contar -unas buenas y otras malas, cosas de la vida- pero con la alegría de reconocernos (¡ay, qué dudas tenía antes de llegar!).
Unos breves datos de cada una de nosotras (estado civil, hijos, perros, trabajo...) rompieron el hielo y surgieron las risas entre copas, canapés y fotos, sobre todo de Marisa que ejerció de reportera gráfica.
A las dos de la mañana -la fiesta se inició a las ocho como cuando éramos pequeñas y celebrábamos un cumpleaños- los efectos del alcohol y la ilusión hicieron su aparición. La música ochentera desató nuestra locura. Bailamos por el local, secundamos con pasión a Nacha Pop, Camilo Sesto, Nena... corrimos de izquierda a derecha y de arriba a abajo como nos mandaba una canción (no recuerdo el nombre del cantante), clic, clic, se oía de fondo alguna cámara de fotos (por Dios, cuidadito con esas imágenes)... Un leve descanso, una copa, más risas...
Algunas abandonaron el local (¡sobre todo las del B, ay, la próxima vez no os dejo) y la juerga continuó hasta que nos echaron...
Bajo la lluvia fina que caía en la calle surgió la pregunta: "¿Dónde vamos?", "¡pero si son las cuatro y media de la mañana, ahora está todo cerrado!"
La noche nos obligó a despedirnos y prometimos repetir el evento antes de los próximos veinte años. ¡Que así sea!

  • Súper premio para Esther que organizó la fiesta y montó un emotivo power point con imágenes de ayer y de hoy.
  • Premio especial para Ángeles y Almudena que vinieron desde París y Valencia... Fantásticas
  • Premio general para todas por estar tan divinas. ¡Faltaría!

jueves, septiembre 10, 2009

Vuelta al cole

La noche anterior al inicio escolar los nervios volaban por las habitaciones. Las mochilas preparadas, los libros forrados (¡qué pesadilla!), los estuches rebosantes de bolígrafos, lápices, gomas...
-Venga, a dormir, que mañana no va a haber forma de despertaros -supliqué varias veces.
-Ay, mamá, me siento tan nervioso como la noche de reyes... No tengo sueño... Tengo tantas ganas de ver a mis amigos... -sollozó Diego.
-Pero si ayer cenamos con muchos de ellos.
-Ya, pero no he visto a Enrique.
-Anda, duérmete.
-¡Qué nervios!
-¡¡¡Mamá!!! -gritó Álvaro desde su habitación.
-¿Qué ocurre?
-Que yo no quiero ser bilingüe. Cuando haya inglés me voy a ir al patio. Habla con doña Carmen y dile que yo no "hago" bilingüe.
-Eso no puede ser.
-¿Por qué?
-Porque si no vas a clase la directora me obligará a cambiarte de cole.
-Bueno, seré bilingüe... Odio el colegio.
A las ocho de la mañana Diego ya estaba vestido y preparado para salir.
-Álvaro, date prisa, que no quiero llegar tarde.
-Pues yo no quiero ir al cole.
Por primer año Álvaro lucía su pantalón gris, polo blanco y jersey rojo con el escudo del colegio... Más guapo, más mayor.
-Álvaro, este año las chicas de tu clase van a ir con falda, va a ser tu primera experiencia -le explicó Diego muy serio.
Intenté contener la risa.
-¿Y cuál es la experiencia? -preguntó Álvaro intrigado.
-¿Sabes lo que hacía yo con mis amigos?
-No, ¿el qué?
-Nos tumbábamos debajo de las escaleras huecas y cuando bajaban las niñas les veíamos la bragas.
-¡¡¡Diego!!! -grité con media sonrisa-, no le cuentes eso a tu hermano, eso no hay que hacerlo.
"Tú hazme caso", oí que le susurró al pequeño.
En el colegio los abrazos de los amigos sonaban por todo el patio, la emoción y las sonrisas contagiaban a los padres que, felices, suspiramos al sentir de nuevo la tranquilidad y el descanso después de unas largas vacaciones.
¡Viva la rutina!

sábado, septiembre 05, 2009

Yo quiero...

-¡Mamá, yo quiero un conejo! -sollozó Jorge.
-¡Mamá, yo quiero un cactus! -suplicó Álvaro.
-¡Mamá, yo quiero una tortuga! -gritó Lucía.
-¡Mamá, yo quiero un hurón! -exclamó Diego.
Y las mamás (Sandra y yo) rogamos a una fuerza divina que nos transformara en petunias y desapareciéramos entre el verdor de "Fronda", el vivero donde acudimos para replantar nuestros jardines castigados por el caluroso verano.
-¡¡Mamá!! -gritó alguno.
Y noté como el pelo de Sandra empezaba a tomar un tono verdusco y que de mis dedos surgían unas leves flores. Antes de la transformación, decidimos salir de allí. Ningún animal nos acompañó (¡bastante teníamos con nuestras fieras!) pero sí dos cactus (¡cualquiera convence a Álvaro!).
-¿Qué hacemos? -me preguntó Sandra entre calada y calada. El runrún de los niños se escuchaba de fondo: ¿Nos vamos al cine?, ¿nos vamos a la bolera?, ¿vamos a comprar cromos?, ay, Jorge me está pegando, que yo no he sido, me he pinchado con el cactus...
-¡¡Al coche!! -grité presa de una ataque de nervios clorofílico- Quedamos todos en mi casa. Que nadie rechiste, que nadie grite o...
Y por un segundo reinó el silencio.
La tarde-noche se esfumó entre gritos, risas, hamburguesas, fútbol en el jardín y súplicas (¿podemos quedarnos a dormir?).
-Emma, la próxima vez quedamos sin niños -sugirió Sandra al desperdirse con su color verdusco.
-Sí, y con unas cuantas botellas de vino -contesté mientras masticaba un pétalo de flor que me había salido por la nariz.
-Sí, sí... - Asintió Alonso que observaba alucinado nuestro estado botánico.

jueves, septiembre 03, 2009

De todo un poco


Un segoviano pasea por el encinar de Saldaña. ¿Quién será?

Misterios tecnológicos
¿Alguien sabe que los iPod de nueva generación sólo se cargan a través de USB y que no tienen cable que conecte con la red eléctrica? Si me hubiera informado antes no me habría equivocado, pero jamás pensé en ese aspecto. Al contrario, acudí a una tienda especializada en productos electrónicos, analicé cuáles eran los altavoces para iPod más monos y más caros (ay, no lo puedo evitar), los cogí y pagué como una buena ciudadana sin saber de mi error.
A las doce y un minuto de la noche los niños se abalanzaron sobre su padre para tirarle de las orejas, felicitarle y darle su regalo. Alonso lo abrió encantado hasta que comprobó que los altavoces (con radio y reloj, lo último de lo último) no tenían entrada USB. Al segundo, mi imperfección generó unos espasmos que convulsionaron todo mi cuerpo y produjeron sudores fríos sobre mi frente.
-Emma, tranquila, mañana lo cambiamos, no pasa nada...
¡Qué fallo, por Dios, cómo he podido errar por una puñetera conexión USB!, ¡y encima nos invita a cenar al Matsuri!... Si es que es un sol...¡Muchas felicidades!

FOTONOTICIAS

Mis hombres en Granada

Álvaro ganó la medalla de bronce en la carrera (dorsal 221). Por la noche le invitaron sus amigos a cenar en la Peña, acudí a las once y media a por él. "Por favor, mamá, déjame un ratito más que vamos a jugar al bingo". Por fin, a las doce y media volvimos a casa. Sólo tiene cinco años, ¡qué haré cuando cumpla quince!

Mis retoños madridistas (¡manda narices cuando la madre es del Atleti!) junto a los peques Barreiro sobre su encina secreta

El trío fantástico en el paraíso marroquí (Saïdia)

Y aquí, mi súper bici