domingo, septiembre 29, 2013

La leona de la Metro Goldwyn Mayer


─¡Huy, Emma, no te había reconocido!
─Ah, será por los kilos que he perdido...
─Mmm, no, por eso no es... Te veo muy distinta. ¡Ya lo sé! ¡Te has rizado el pelo!
─¿Verdad que parezco el león de la Metro Goldwyn Mayer pero en moreno? Pues éste es mi pelo, pero como en la vida hay que cambiar para no aburrirse decidí alisármelo. Este año, en cambio, mantendré mi pelo rizado y lo luciré en un cuerpo esbelto y delgado.
─Pues lo de adelgazar no lo llevas muy bien.
─Ja, ja, ya lo sé, querida gordóloga, no he perdido ni cien gramos. Pero ha sido por culpa del destino.
─¿Cómo?
─Las señales del destino, esas situaciones que ocurren y te hacen ceder a los placeres de la vida. Te explico: este verano pensábamos volver a Egipto con los niños para ver las pirámides y navegar por el Nilo, pero cancelamos los planes al ver la situación política que vivía el país. Así que me fui una semana a Oliete con mis hijos, mi abuela y mi padre. Allí hubo una gran inundación en el río seco, afluente del río Martín, donde yo había estado de excursión dos días antes y encima en el camino de vuelta me tuve que salir de la carretera porque un camión adelantó a otro en prohibido y fue mi única opción para evitar que me embistiera. Señales que me obligaron en Oliva a disfrutar de la vida como si fuera mi último verano: paellas, mojitos en la playa... Luego, en Segovia, cordero y en Guadarrama, un couscous para chuparse los dedos. Eso sí, la semana que estuve de maruja no comí nada, ¡qué pereza cocinar para uno solo!, y la única noche que salí a cenar con unos amigos el GPS se volvió loco y me mandó a una zona de chabolas. Por supuesto, ni se me ocurrió parar el coche. ¡Menudo susto!
─Pero...
─Tranquila, ya tengo la solución, me voy a separar de todos mis hombres y así me quedaré hecha una sílfide.
─Pero...
─No, que es broma, pero te prometo que a partir del lunes (¡divino día!) me pongo en serio con la dieta. Además, aunque no lo luzca, camino todos los días cinco kilómetros.
─Bueno, pues nos vemos en un mes. Por cierto, me gusta tu pelo.
─Gracias. Me lo dejaré un tiempo hasta que me vuelva a aburrir de mí misma.