domingo, julio 25, 2010

Cuarenta al son del mojito


¡¡¡Dindon, dandindon, dandindon, dandá!!!, mi cabeza repite sin parar el soniquete del anuncio del mojito en el que una súper rubia mueve la cadera al son "dandindon" que imprime el barman al machacar la lima, la hierbabuena y, cómo no, el hielo. Pero más que una rubia mi mente representa la noche anterior: mi amiga Blanca marcando el ritmo con la mano sobre su cadera acompañada por tres gogós: Cristina, Mayte y la que escribe.


Los barman o husband (Claudio, David y JF) machacaban el hielo y por lo que se escuchaba parecía que más que picar lo estaban asesinando al estilo Sharon Stone en "Instinto básico". Las alarmas se dispararon: ¿estarán montando un iglú o un cisne de hielo en la cocina? Las dudas se depejaron cuando aparecieron felices con una bandeja repleta de mojitos y olor a hierbabuena.
¡¡¡Dindon, dandindon, dandindon, dandá!!!, gritamos emocionadas y con quiebros de cadera.
Ahora, el leve dolor de cabeza me recuerda lo bien que cenamos: salmorejo, ensalada de bacalao, solomillos de cerdo, arroz con leche (¡el más rico que he tomando nunca!)... 
Los niños chapotean en la piscina, el arroz negro inunda de olores la cocina, estoy cansada y esta tarde me toca trabajar. De pronto rememoro los soplidos de Cristina sobre las velas prendidas en la tarta. Un cuatro y un cero reflejaban su nueva edad. Era el momento de refrescarnos con los mojitos aderezados con grandes dosis de risas. Una noche perfecta que se alargó hasta altas horas de la madrugada.
Y después de la fiesta, ¡siesta!... Ay, que me tengo que ir a currar... Noches alegres...

PD. Mil gracias a Cristina y Claudio, los anfitriones, por todo, todo, todo...

jueves, julio 22, 2010

Aventura negra

Después de desahogar mi ira con un operario de Telefónica (ahora Movistar, repiten ellos sin parar) me doy cuenta de que la semana va de mal en peor.
La aventura negra comenzó el viernes. La agenda infantil indicaba nuestra cita en la piscina con Ángeles y sus hijos. Preparé el coche: niños, toallas, protector solar, raquetas de ping-pong... y partimos raudos y veloces. A los cien metros el coche se paró. Logré llegar hasta la acera, intenté arrancar pero no hubo manera.
-Chicos, id a casa andando y daros unos baños...
-¿Pero no habíamos quedado con Alejandro y Cristina? -bufaron.
-Sí, pero el coche se ha roto y  hace mucho calor. 
Móvil en mano empecé con mis gestiones: "Liset, estate pendiente, los niños van para casa, luego te indico qué hacer", "buenas tardes, se me ha roto el coche, ¿pueden mandarme una grúa?... Creo que es la batería aunque no estoy segura... De acuerdo, espero media hora", "Ángeles, cambio de planes, mi coche ha fallecido... Vale, pásate a buscar a mis hijos y luego voy yo a la piscina", "Alonso, no te lo vas a creer... No te rías, que estoy hablando en serio... Se ha roto el coche".
La grúa me abandonó en un taller cercano a casa.
-Huy, parece que se le ha descodificado la llave... De todas formas, déjeme hacer una revisión completa -sugirió el técnico.
-Lo que haga falta -contesté conteniendo una lágrima... Ay, que yo soy muy sentimental y no puedo evitar encariñarme de mis coches (el calabaza, el forfi, el focus...).
Las noticias cada vez eran más inquietantes.
-Se ha roto la bomba de inyección, es una reparación cara y en estas fechas... Me parece que hasta después de verano no tendrá coche... Piense si le merece la pena arreglarlo...
Al final optamos por llevar el coche al taller de un amigo para ver si se agilizaban las gestiones. Alonso vivió su "friki situación".
-Emma, tendrías que haber estado tú allí, ha sido dantesco: el focus estaba en una estrecha calle, el operario de la grúa no podía moverlo, hemos generado un atasco de más de media hora, todo el mundo nos pitaba... ¡Horroroso!
Una sonrisa se esbozó en mi cara.
Pero el drama no acaba ahí. Mi mañanita ha sido de aúpa: me he despertado a las cinco y media para rematar unos cuantos diseños. Con ojos atónitos he comprobado que la conexión a internet fallaba y no  podía acceder a mi correo para descargarme todo el material que necesitaba. Prefiero omitir las palabras que ha soltado mi boquita a las seis de la mañana al operario de turno. Tal era mi malhumor, que para desahogar mis instintos asesinos he limpiado el arcón congelador (maruja, que soy una maruja) y a las nueve de la mañana, bajo la mirada sorprendida de Gonzalo, mi pescadero, he comprado unos boquerones.
Y, como dice mi Alonso, no hay dos sin tres... Vamos, dándome ánimos mi querido segoviano.


Felices como perdices


Frases veraniegas:

Álvaro, rodeado de amigos, frente a su plato combinado:
-¿Quién me corta los huevos?
Y claro, las risas se multiplicaron.

Al finalizar la comida:
-Mamá, ¿tengo que hacer la vegetación?
-No, hijo, vete a bañar, que nosotros no hacemos la vegetación.

martes, julio 20, 2010

Autoengaño veraniego

Detalle de una de mis cenas

Cena con las mamás de Diego, cena con las amigas del Saint-Dominique... Mi cuerpo orondo estaba feliz con tanto festín (sin haberlo deseado me ha salido un pareado), pero yo, consciente de mi abandono había marcado en el calendario mi cita con mi adorada gordóloga. El lunes acudiría a la tortura: subiría al peso, gritaría al ver cómo la aguja delataba mis excesos, aguantaría estoicamente la bronca y asumiría mi mea culpa (previo pago de la consulta, que hasta para que te regañen tienes que pagar).
El día anterior, antes de acudir a mi sesión de maso, saboreé en la piscina mi nuevo descubrimiento: ¡helado kit-kat!, que además de zamparte un helado de nata te comes un kit-kat, una bomba calórica total.
El lunes abrí el ojo, miré el despertador y asombrada comprobé que eran las once de la mañana.
-¡No puede ser! -grité afónica tras mi noche de aullidos por ser los Campeones del Mundo-, me he quedado dormida, no llego a mi cita con la gordóloga.
Sentí como mis michelines reían.
-Venga, Emma, deja la tortura para después de verano -dijeron entre carcajadas.
Asentí con una media sonrisa y decidí ser por unos días aún más feliz: invité a mi Alonso a una terracita (por aguantarme, el pobre), celebramos la vuelta de Diego de su campamento por todo lo alto, cené con mis amigas del FEM y, cómo no, me zampé otro helado kit-kat en la piscina... Ay, que no tengo remedio...

lunes, julio 12, 2010

¡¡¡CAMPEONES DEL MUNDO!!! ¡¡¡OÉ, OÉ, OÉ!!!


La bandera, la ilusión, la ansiedad, la roja... Los nervios están agarrotados. Empieza la final Holanda-España. El sueño al alcance de un gol. La naranja mecánica nos destroza las espinillas, a Xabi Alonso le clavan los tacos en el pecho, el árbitro no controla las agresiones, los gritos se multiplican. Acaba la primera parte, 0-0. Cenamos. Nuetra histeria hipnotiza a Yves y Silvia. Los minutos vuelan. Llegamos a puerta pero el balón se niega a entrar entre los tres palos. San Iker para los cañonazos. En la prórroga aflora mi taquicardia. Siento que mi pesadilla se va a cumplir: los penaltis. De pronto, aparece Iniesta y ¡¡¡¡¡¡GGGGGOOOOOLLLLL!!!!!! ¡¡¡Campeones del Mundo!!! ¡¡¡La copa es nuestra!!! ¡¡¡Que empiece la fiesta!!!! ¡¡¡Que se desate la alegría!!! ¡¡¡Que suenen las vuvuzelas!!!!


¡¡Yo soy español, español, español!!

Desenfreno de emoción. Pitidos, gritos... ¡España es la mejor!


La copa es nuestra. ¡¡¡Campeones del mundo!!!

Ese Iniesta, ese Casillas, ese Torres, ese Xabi, ese Puyol, ese Ramos, ese Del Bosque... ¡eh, eh, eh!



¡CAMPEONES DEL MUNDO!
¡VIVA LA SELECCIÓN!
¡VIVA ESPAÑA!

viernes, julio 09, 2010

España en la final

La roja al poder

Álvaro, mi amo y señor, nos impusó sus condiciones:
-El miércoles veremos la semifinal Alemania-España en el jardín junto a mis amigos Daniel y Javier. Por supuesto se quedarán a dormir y al día siguiente nos llevaréis al campamento del colegio.
-Sí, mi amo -asentimos Alonso y yo.
Por la tarde el color rojo dominaba la casa: banderas, camisetas, pinturas en la cara, vuvuzelas...
Intentamos relajar los nervios con el aperitivo. España nos cautivó con su juego, con su tiqui-taca, con su arte, su dominio, su baile de balón... Con Puyol se desbordó la histeria. Los gritos, abrazos...
¡¡¡Píiiii!!!, acaba el partido. España pasa a la final. Los teléfonos no paran de sonar, se bloquean las líneas con tantas llamadas...
Álvaro, Daniel y Javier (el trío rojo) corren por el jardín, se quitan las camisetas y vociferan desesperados: ¡¡¡España, España!!!, ¡¡¡Campeones!!! Las banderas ondean en mitad de la noche.
¡Qué felicidad!, ¡viva el pulpo Paul!, ¡viva los cuerpos de nuestros jugadores!, ¡viva la selección!

¡VIVA ESPAÑA!

jueves, julio 08, 2010

Dominación española


España en la final y yo sin fuerzas para escribir, para contar... Tanta emoción, tantos gritos, tantas celebraciones me han dejado exhausta... ¡¡¡Viva España!!!


Álvaro sonrió al analizar la situación: "Diego en el campamento y yo solo en casa. ¡Soy como un hijo único!". Consciente de ese privilegio maquinó su plan perfecto para la dominación y sumisión de sus padres.
-Mamá, ¿nos vamos a la piscina?
-Claro -contesté feliz mientras metía mi libro en la bolsa ("El baile de la Victoria", de Skarmeta).
-Mamá, ven conmigo a jugar al frisbee. -suplicó Álvaro con esa sonrisa tan seductora.
-Vale, pero luego me dejas leer un ratito...
Mi imagen perdió todo su glamour al sumergirme: mi pelo rizado se extendió con el agua y al nadar a recoger el frisbee parecía un caniche de pelo negro pendiente de las órdenes de su amo.
-¡Ahora me toca a mí tirarte el juguetito! -supliqué con cara caniche, ojos rojos por el cloro y agotada por ir de un extremo a otro de la piscina.
-Venga, un poco más... Mamá, ¿nadamos unos cuántos largos?
-Vale.
Abandoné mi imagen caniche y me convertí en canoa para que Álvaro descansara de vez en cuando apoyándose en mi hombro.
-¡Ya no puedo más, me voy al césped! -dije con voz entrecortada.
-Yo también me salgo, así podemos jugar al "Uno" (juego de cartas)...
Por supuesto, volví a casa sin abrir las tapas del libro.
-Mamá, ¿nos vamos a dar un paseo en bici?
Alonso, que veía en el jardín un partido de Brasil, nos miró perplejo.
-¡Pero si acabáis de venir de la piscina!
Daba igual, Álvaro era el amo y nosotros sus esclavos.
Mi imagen se tornó aún más antiglamurosa: mis muslos ceñidos dentro del pantalón de ciclista, las lorzas acomodándose, el sudor marcándose bajo mis axilas, la cara congestionada y con tono salmorejo...
-Mamá, subimos hasta el Palacio de Hielo, bajamos por Conde de Orgaz y...
-Al final está la cuesta terrorífica, es como el Tourmalet...
-¿Qué es el Tourmalet?
-Déjalo... Espera que me dé un chute de ventolín...
Logré entrar en casa con un poco de dignidad, sin reptar ni gatear...
Las pocas energías que aún no me habían abandonado las expulsé en el partido España-Paraguay (para guay, España)... Ese Villa, ese Casillas, ese Xabi Alonso...
-¡Nos tenemos que ir con la vuvuzela y las banderas a la Castellana, para celebrarlo por todo lo alto! -ordenó el amo.
Y los súbditos, Alonso y yo, tomamos en coche y gritamos como locos por todas las calles de Madrid mientras Álvaro machacaba con sus pitidos de vuvuzela nuestros tímpanos. ¡Viva España!, ¡Diego, vuelve ya!

PD. Diego en el campamento no puede ver el Mundial, sólo lo escuchan a través de la radio... Una experiencia del pasado.

domingo, julio 04, 2010

Empiezan sus vacaciones


A las cuatro y media de la mañana despierto con ansiedad de maruja. En dos días parte Diego de campamento y aún no he preparado nada. Giro por la cama como si rebozara una croqueta (claro, que con tantos kilos de más la representación merece un Oscar de la Academia). Me vuelvo a rebozar y salto de la cama. Imposible dormirse. Con energías noctámbulas tomo a Diego entre mis brazos (¡mira que es delgado!) y lo traslado a mi cuarto para dejar libre el suyo. De mi bolso extraigo la lista de ropa y cosas que debe llevar. Tomo el rotulador indeleble, las pegatinas con su nombre y la plancha y empiezo a preparar la maleta. ¡Qué sudores! Bajo y me preparo un coca light (bebida ideal para volver a dormirme). Después de una hora me percato de que la maleta es demasiado pequeña. Bajo y encuentro una bolsa gigante con ruedas. Traslado todo el material. Escribo y escribo artísticamente con mi rotulador indeleble en el saco de dormir, las toallas, los calcetines... ¡Aún me quedan algunas cosas por comprar! A las siete salgo al jardín, podo algunas plantas, barro las hojas caídas del árbol del vecino (¿existirá un veneno para matar al puñetero arbolito?).
A las nueve y cuarto Alonso abre un ojo:
-¿Qué haces?
-Nada, tú tranquilo, me voy a comprar unas cuantas cosas para el campamento. En seguida vuelvo.
-¡¡Ahh!!- logró contestar antes de volver a dormirse.
En Carrefour, a las diez de la mañana, me encuentro con Ángeles y su lista.
-Ay, Emma, aún me faltan algunas cosillas.
-A mí también. ¡Pero estos pantalones son horrorosos!
-Tranquila, voy a ir a Decathlon, ¿quieres que te compre allí los pantalones de chándal y las zapatillas de deporte?
-Sí, por favor, que a mí no me da tiempo a ir... Eres un sol.
Por la noche todo estaba listo y los mariposas, abejas, avispas y demás insectos con alas revoloteaban por mi estómago:
-Diego, no olvides ponerte la crema antimosquitos, y por la mañana la crema de sol, que los rayos solares son muy peligrosos. Ah, después de la ducha date el After Sun para hidratar la piel. Y las dos noches que dormís al aire libre ponte pantalón largo... Y dúchate con las chanclas, nunca vayas descalzo. Dobla bien la ropa y...
-Jo, mamá...
-¿Pero te has enterado?
-Que sí...
-En esta bolsita llevas el cortauñas, los kleenex, el cargador del móvil y unas tiritas de silicona, pero si te ocurre algo se lo comentas a los monitores.
-Que sí...
-Ay, que te quiero mucho...
-Ya lo sé, mamá, y yo a ti.
A las siete y media de la mañana partimos rumbo a la Plaza de Ventas. Los autobuses esperaban. Diego corrió con su emoción junto a sus amigos. Todos estaban ansiosos por partir y disfrutar sus quince días de aventura. Intenté decirle que no hiciera el cabra, que fuera un poco cauteloso, que a ver con quién bailaba en la discoteca... Antes de hablar, Alonso me hizo callar con la mirada.
El autobús partió rebosante de alegría y perseguido por los cientos de besos voladores que lanzamos los padres y gritos de ¡pásatelo bien!, ¡disfruta un montón!, ¡pórtate bien! y ¡no olvides ponerte la crema solar! (Emma dixit).
-Mamá, el año que viene yo también quiero ir al campamento de quince días... -comentó Álvaro.
-Ya veremos, cielo, aún eres pequeño.
-Bueno, pero daros prisa que hoy empieza mi campamento de día en el colegio, quiero ver a mis amigos y bañarme en la piscina. -ordenó feliz por ejercer unos días de hijo único.

¡Qué maravilla ser pequeño!