sábado, diciembre 28, 2019

Cuento de Navidad (I)

Música de un autodidacta en el Belén

─A su perra le gusta la música ─comentó el hombre que caminaba por el paseo peatonal del parque a la dueña del animal. La perra, ajena a la conversación, movió el rabo al son de las notas musicales que se escapaban del minialtavoz oculto en la pequeña bolsa de plástico que sujetaba el anciano entre sus dedos.
─Lo que le encanta es llamar la atención para que le regalen unas cuantas caricias.
─Y también le gusta la música. Se lo puedo asegurar porque, aunque no sea un profesional, el ritmo siempre ha guiado mi vida. De pequeño me construí un laúd, poco a poco afiné mi oído y empecé a sacar notas. Los sonidos surgieron después de mucho esfuerzo. Aunque sea autodidacta y no haya tenido posibilidad de estudiar en un conservatorio, la música siempre me ha acompañado. En mi juventud organicé un grupo acústico con varios amigos, aprendí a tocar la guitarra eléctrica, actuamos en algunos locales... Era feliz, pero pasado el tiempo cada uno tomó su camino y yo me quedé con mi guitarra. Ella y yo. La crisis y mi mala situación económica me abocaron a tomar la decisión más errónea de mi existencia: la malvendí. Aún no lo he superado. Traicioné a mi guitarra, a mi gran amor. Mi espina clavada en el corazón. Y la mala salud me envejeció: tengo 72 años, pero aparento más de ochenta o noventa. Soy un viejo cascarrabias con muy buen oído. A su perra le gusta la música que suena en mi pequeño altavoz, ¿y a usted?
─A mí también ─contestó la mujer que aún no entendía por qué el hombre desconocido le estaba contando su vida. 
─Son mis "hijos" musicales. Llevo años componiendo. Ahora, gracias a la tecnología, tengo todas las canciones almacenadas en mi ordenador. Si no le importa me gustaría regalarle uno de mis CDs, así podrá escuchar mis creaciones y la próxima vez que nos veamos me comenta qué le han parecido.
─Ay, me va a disculpar, pero no llevo dinero. Cuando salgo a pasear a la perra solo cojo las llaves y el móvil.
─Señora, le he dicho que es un regalo. Cobro una pequeña pensión y con ella vivo muy dignamente. Eso sí, sería feliz si escuchara la música de este anciano hombre autodidacta, por favor.
─Muchas gracias, me emociona. Por supuesto que oiré cada una de sus melodías.
─Y no olvidé que en el papel están escritos los títulos y comentarios sobre cada canción. Que tenga una muy feliz noche y gracias por escuchar a este viejo músico.
─Ha sido un placer. Feliz Nochebuena.
   El hombre continúo su paseo y la mujer, con el CD entre sus manos, supo que acababa de vivir su adorable y musical cuento de Navidad. 

jueves, diciembre 05, 2019

Tapas Chef 2019

Reunión de amigos, competición de chefs

La cocina de fusión alcanzó su máximo esplendor en el evento gastronómico que se celebró hace dos semanas en Chez Cutanda. Trece chefs ─unos con estrellas en el corazón y otros  con varios michelines─ aceptaron el gran reto de competir en el certamen Tapas Chef 2019. La tensión se mascaba en el ambiente. Cada participante llegaba con su propuesta culinaria y sonreía, porque lo importante del concurso no era ganar (¿o sí?) sino reír y disfrutar de la amistad: uno de los ingredientes más importantes de la receta de la vida. 
A continuación, por riguroso orden de presentación, la lista que demuestra el alto nivel de los cocineros.


1. Suspiros de oliva con Gin Fizz.  Esferificaciones de aceituna y cóctel de ginebra. Una explosión bucal. (Chef Emma)


2. La conquista de México. 
Mejillones con pico de gallo, el auténtico toque mexicano (Chef Alonso)


3. Brisa natural. 
Tacita de crema de calabaza y calabacín con un chorrito de oro líquido  (Chef Fernando)


4. Kinder joy.
Huevos sobre base de lechuga rellenos con tomates de Murcia y decorados con brillantes de los buenos y caros (Chef Conchi)


5. Mi amol. 
Rollitos personalizados rellenos de dátiles, zanahoria y beicon. Una fusión muy oriental. (Chef Marta)


6. Galleta de chipirón. 
Pan de focaccia de remolacha tostado, cebolla dulce confitada y chipirón a la plancha con sus patitas. Blanco y negro (Chef Esther)



7. Milhoja riojano con huevo pochado. 
Base de patata con foie, paté de chorizo y huevo de codorniz pochado. La Rioja conquista Madrid. (Chef Basi)


8. Capricho andaluz. 
Tosta de presa ibérica macerada al pimentón con lascas de payoyo. Una combinación muy andaluza. (Chef Carmen)


9. Barca española. 
Barca de patata con trufa, jamón serrano, pimiento de padrón y huevo de codorniz pochado. La sorpresa de la velada. (Chef Santi)


10. Solomillo de cerdo con dos pelotas. Tosta de solomillo de cerdo con salsa y dos grosellas rojas. Y sin discriminación sexual. (Chef Roberto)


11. Tapa de la Dehesa española. 
Tosta de cordero aromatizado con esencias españolas y croqueta de humus. Potencia de sabor. (Chef Raúl)


12. Sweet home Cutanda.
Dulce combinación de suflé de limón y cóctel "No me acuerdo". Madre e hija al poder. (Chef Elena y chef Laura)


13. Forest fruit cheesecake. 
Vasito de tarta de queso con frutas del bosque. Capricho de golosos. (Chef Marta)


La comida, para ser perfecta, debe ir acompañada de una buena compañía. Y en Tapas Chef 2019 se demostró que la mejor tapa se llama amistad, que todo el mundo se merecía un premio por su esfuerzo culinario, por el cariño de tantos años, por estar siempre ahí, en lo bueno y en lo malo. Todos ganaron, pero tres tapas lucieron un poco más.

1. La más rica. Dehesa española (chef Raúl)
2. La más original. Suspiro de oliva  (chef Emma)
3. La más sencilla. Brisa natural  (chef Fernando)

¡Viva la comida y la amistad!

lunes, noviembre 11, 2019

Gracias, Albert. Teruel, te quiero.



La dimisión de Albert Rivera me entristece. La aparición de su partido en el panorama político español me ilusionó, y admiré su valentía al defender la unidad de España desde Cataluña. Ciudadanos se merece todo nuestro respeto por su valor ante los violentos independentistas y su defensa de los catalanes no nacionalistas. 
    Rivera en las anteriores elecciones dejó bien clara su postura: "no voy a pactar para que Pedro Sánchez sea presidente". Lo  dijo mil veces, por activa y por pasiva, pero su electorado no le creyó. Sus votantes asumieron que, como en otras ocasiones, modificaría su radical posición por el bien de España. Él fue fiel, y su firmeza le hundió. También es cierto que Pedro Sánchez no se lo puso nada fácil: una cruenta batalla de machos alfa. Rivera no tuvo en cuenta que los votantes de su partido no son fieles, fluctúan entre los tres partidos más moderados: PP, PSOE y Ciudadanos. La convocatoria de unas terceras elecciones y la falta de acuerdo con el PSOE para permitir un gobierno que mermara la fuerza de los independentistas le ha pasado factura. Más bien le ha quebrado. 
   Sin embargo, su dimisión le engrandece como político y aún más como persona. Un líder que reconoce sus errores, que asume el fracaso con dignidad, educación y savoir-être merece todos nuestros elogios. Y más en España, donde los políticos jamás se responsabilizan de sus fallos, ni dimiten. Albert ha asumido sus tropiezos, y le honra. Muchas gracias, Rivera.
    El resultado electoral, además de sorprenderme y asustarme, ha logrado arrancarme una sonrisa. Teruel Existe ha conseguido un diputado y dos senadores, todo un hito político para la España vaciada, para los pequeños rincones de nuestro país mudos ante la presión de grandes comunidades como Cataluña o el País Vasco. Este resultado me llega al alma porque un trocito de Teruel reside en mi corazón. En Oliete, pueblo de la Sierra de Arcos regado por el río Martín, he vivido mis mejores veranos: amigos, primos, amores, fiestas, desmadres... Una tierra a la que necesito volver cada año para subir al pantano de Cueva Foradada, ir a la Sima de San Pedro y tomarme unas cañas con el Higinio o el Riera. Mis recuerdos, mis secretos. 
      Ahora, Teruel debe marcar tendencia para que Soria, Palencia, Segovia, Albacete, Orense, Murcia o Cuenca sigan su ejemplo. Que ya está bien de que la vida política gire entorno a unos pocos territorios y otros sean olvidados y vaciados. 

martes, noviembre 05, 2019

El debate que yo vi... (yova, cada día te quiero más)


Mucha gente de mi generación navega en un mar de dudas. La responsabilidad con España nos empuja a acudir a las urnas, pero los candidatos no nos convencen. La respuesta, ante la pregunta ¿a quién vas a votar?, se escurre entre los dedos como el blandiblup con el que jugábamos de pequeños en el colegio. A los políticos no les ha gustado el último resultado electoral y no han sabido realizar su trabajo: pactar, acordar, lograr un gobierno... Ninguno de ellos ha pedido perdón por su fracaso, por su ineptitud ante el reto que tenían. Al contrario, se ha desatado una batalla de egos y machos alfa. Sin escuchar ni una sola vez la palabra perdón, tenemos que volver a votar los tontos de los electores, que es lo que somos, unos tontos. 
         Ante este panorama, anoche me puse una copita (o dos) de Ribera de Duero y me planté frente al televisor. Más que escuchar, analicé las formas y empecé a aconsejar a los candidatos como si fueran mis hijos. Sí, hablaba con ellos aun sabiendo que no me podían oír, como una loca que reprocha a sus fantasmas por la calle.
         A Pedro le regañé muchísimo: no mirar a los ojos de tu interlocutor es de muy mala educación. Señor Sánchez, eso no se hace. En la mirada reside la fuerza. Jamás hay que esconderla, y menos subrayando de manera compulsiva los papeles ocultos del atril.
         De Santi Abascal me sorprendió su confianza en sí mismo, su imagen de moderno al aparecer sin corbata cuando su discurso es más acorde con los pijos pera de mocasines. Él, al igual que Pablo Iglesias, sí que miró a los ojos. 
         Confieso que me encanta el bolso Mary Poppins de Albert Rivera. Ayer nos deleitó con el juego piedra (adoquín), papel (listados de concesiones del PP y PSOE) y... Ay, nos faltó la tijera, una pena. En cambio, su actuación fue más moderada, menos histriónica que en el anterior debate.
         Pablo Casado fue firme e insistente con sus preguntas a Sánchez, el presidente en funciones, que no contestó a ninguna ni le miró a los ojos. Sin embargo, Casado sí respondió cuando le recordaron los casos de corrupción de su partido.
         La estética de Pablo Iglesias nunca me ha gustado, pero debo reconocer que este formato de debate lo domina a la perfección con su diálogo ágil y sin bombardeo de cifras. 
         Solo hubo un momento espontáneo: la discusión dialéctica entre Iglesias-Abascal, un poco de frescura que se agradece dentro de un formato encorsetado que, en muchas ocasiones, aburre hasta el infinito y más allá.
         Lo más triste: después de más tres horas de debate aún no sé a quién votar.

lunes, octubre 14, 2019

Una virgen en el indoor

Sudando la gota gorda

Esta mañana he aparcado mi viejo y destartalado coche entre un flamante BMW y un todoterreno de última generación, de esos que ahora llaman Crossover. "Un parking demasiado pijo para tus rizos", me ha rugido el motor de mi coche. Me ha dolido, pero no le he contestado. En el asiento del copiloto descansaba mi roída bolsa de Adidas. Más que roída, vintage. He quitado la llave del contacto y he deseado volver a fumar: cinco minutos creando aros de humo con la mandíbula, dejando escapar el tiempo, relajando los sentidos. ¡Cuánto me gustaba! Pero no, no fumo, así que he salido del coche con el miedo a lo desconocido, con el pavor ante lo nuevo y mi bolsa vintage. "Vamos, nena, tú puedes", me he dicho. 

    He subido los quince peldaños hasta la puerta del edificio y he avanzado con paso firme hacia la recepción. Un hombre de pelo cano, sentado tras el mostrador, ha elevado la vista y me ha interrogado.
    ─Hola, ¿eres socia?
    ─Sí, pero es la primera vez que vengo.
    ─Tranquila, ahora te indico dónde debes ir. Sígueme.
El sonido del agua de la piscina amortiguaba mi silencio. A mi alrededor pasaba gente que me saludaba como si me conocieran, y sonreían. 
   ─Sube conmigo.
He cumplido sus órdenes, hemos llegado hasta la primera planta y allí me ha señalado una chica con chándal rojo. 
   ─Ella te ayudará. Tengo que bajar a recepción.
  ─Muchas gracias.
La mujer de rojo se ha acercado.
   ─Hola, soy Diana. ¿Y tú?
   ─Emma, y quiero ser sincera contigo: es la primera vez que vengo a un gimnasio con máquinas, soy una virgen del deporte indoor. Vamos, que estoy aterrada y no sé qué debo hacer. 
   Las risas de Diana me han desconcertado. ¿No me creerá?
   ─Tranquila, verás como al final te gusta. ¿Tienes algún problema de salud?, ¿hace cuánto que no practicas deporte?
   Por respeto a mi intimidad, voy a obviar mis respuestas, pero al cabo de cinco minutos mis carnes danzaban en una máquina ultrasónica dando zancadas como si fuera Jar Jar Binks, el medio anfibio de Star Wars conocido por su "Misa dice". Ahí estaban mis rizos saltando como la orejas de Jar Jar Binks, y a mi alrededor, la perfección: millenials, mujeres adictas al deporte, hombres maduros sin un gramo de grasa... Todos musculados e ideales. ¡Qué monísimos! Y más si se comparan conmigo, con mi estilismo vintage, mi cara roja congestionada, mis kilos de más y pelos de loca.
   Y hasta aquí os cuento, pero habrá más, que hoy voy a ir a mi primera clase de aquagym, y seguro que es una experiencia... ¿Acuática?


¡Nos persiguen las fuerzas del gimnasio a Jar Jar Binks y a mí!

  

  

martes, octubre 01, 2019

Leer llena, pero no engorda


El verano invita a leer, y ahora que llega el otoño es momento de recordar los libros que se sentaron a mi vera en la hamaca de la playa, que treparon por las montañas de la sierra de Madrid, viajaron a Portugal o descansaron en Oliete (Teruel). Porque leer llena, pero no engorda, y eso se agradece.

Yo, Julia (Santiago Posteguillo. Premio Planeta 2018)
El movimiento #Metoo acapara las portadas de los periódicos, pero la fuerza femenina siempre ha existido. A lo largo de la Historia ha habido mujeres marcadas por una gran personalidad, fuerza, pasión y determinación que han dejado constancia de su existencia y logrado grandes metas. Santiago Posteguillo nos traslada al Imperio Romano, al año 219 d. C., a las luchas de poder tras la muerte del emperador Cómodo. Unas guerras en las que Julia Domna, la esposa del emperador Septimio Severo, marcará con su inteligencia y pasión toda una época.

Largo pétalo de mar (Isabel Allende. Plaza Janés)
Si algo me enloquece de Isabel Allende es su facilidad para coger al lector de la mano y deslizarlo por la vida de sus personajes. Sin darte cuenta, te zambulle en una relación de amor que enlaza con la historia de Chile, con el exilio de los españoles tras la guerra civil, con la lucha por salir adelante y labrarse un futuro una y mil veces, porque no todo depende de uno, sino que las circunstancias obligan a reinventar la vida. Pasión de verano.

Érase una vez la taberna Swan (Diane Setterfield. Lumen)
La inmediatez nos domina: todo se sabe a través de las redes sociales y medios de comunicación. Antes la vida transcurría despacio, con calma, y saber relatar cuentos era un arte que poca gente dominaba. En la taberna Swan los lugareños se reúnen para, entre cerveza y cerveza, escuchar aventuras y cotilleos de lo más variopintos hasta que una noche de tormenta aparece un hombre con una niña inconsciente en sus brazos. A partir de este hecho, la narración fluye como el agua por el río y en sus pequeños meandros descubrimos la vida entrelazada de los habitantes que habitan junto a la orilla. Una novela que necesita su tiempo hasta que descubres que «hay historias que pueden contarse en voz alta e historias que deben contarse en susurros, y hay historias que no se cuentan nunca».

La Bruja (Camilla Läckberg. Maeva Noir)
Läckberg siempre lo consigue, atrapa. En esta novela la desaparición de una niña de cuatro años se asemeja a un crimen que sucedió hace treinta años, y tanto se parece que hasta el cadáver se localiza en la misma ubicación y, qué casualidad, en el pueblo se encuentran las dos mujeres que declararon culpables de la primera muerte. Pero hay más, porque a Camilla le encantan los saltos temporales y su brinco nos traslada hasta 1672, cuando se quemaban a las brujas. Y, por supuesto, el pueblo donde se desarrolla es Fjällbacka y no podían faltar Erika, Patrik... Para los adictos a Camilla Läckberg y su saga.  

Cicatriz (Juan Gómez-Jurado. Ediciones B)
El último libro de Gómez-Jurado, Reina roja, me mantuvo en vilo hasta el final; lo mismo me sucedió con El paciente;  así que Cicatriz, su novela de 2015, parecía una apuesta segura, pero no fue así. Admito que la trama es original, pero el desarrollo se me hizo lejano. Tal vez por centrar la historia en Estados Unidos, por ser sus protagonistas extranjeros... Hasta Reina roja el autor parece obsesionado con simular ser norteamericano, y no hay nada peor que escribir sobre otras realidades si no se tienen asumidas. Su giro al mundo madrileño en su última novela ha sido un gran acierto. Espero que siga por el mismo camino. 


ANTIGUAS CRÍTICAS EN EL BLOG

jueves, junio 13, 2019

Mi infancia televisiva


Con la muerte de Chicho Ibáñez Serrador he regresado al pasado, a los años donde solo existían dos canales de televisión, y uno de ellos era más anecdótico que real. Todos los niños de aquella época compartíamos las mismas vivencias televisivas, llorábamos la desesperación de Marco por encontrar a su madre, no te vayas, mamá, no te vayas de aquí, soñábamos que el mono Amedio era nuestra mascota y se posaba en nuestro hombro; corríamos por la ladera verde de la montaña junto a Heidi, Copito y Niebla. Con la abeja Maya y su amigo Willy buscábamos miel entre las flores, saltábamos por los pétalos y huíamos de la temible araña Tecla. Orzowei fue un adelantado a su tiempo con su traje "animal print" y Pipi Calzaslargas, Pipilota para los niños soy, nos empujó a la rebeldía infantil.  Las tardes eran territorio del circo de los payasos, del cómo están ustedes, Espinete, Barrio Sésamo y la diferencia entre delante y detrás. La televisión nocturna reunía a la familia alrededor del 1,2,3, responda otra vez, los amigos y residentes en Teruel y esos apartamentos en Torrevieja, Alicante. ¡Qué desilusión sufrí al descubrir que no existía la urbanización Ruperta en Torrevieja! Ay, yo que me imaginaba a todos los ganadores junto a Chicho, Mayra Gómez Kemp, Bigote Arrocet y las secretarias con sus enormes gafas chapoteando en la piscina comunitaria y gritando: ¡veintidós, veintidós, veintidós! 
        En verano todos lloramos la muerte de Chanquete y silbábamos la melodía de Verano azul cuando salíamos con la pandilla en bicicleta. En la preadolescencia, planeábamos mil estrategias para ocultar los dos rombos y poder ver Historias para no dormir, que nos desvelaba toda la noche, sin saber que al poco tiempo íbamos a ser colonizados por extraterrestres reptiloides que se alimentaban con ratas de cloaca y adoraban la letra V.
         Un pasado televisivo que une a toda un generación. 
         ¡Campana y se acabó!

domingo, junio 02, 2019

Muerte en las alturas


Voy a morir. Aun así, cuerpo presente, la muerte es el menor de mis males. Lo dramático, absurdo y surrealista es la situación que me rodea. Mi ser yace en el pico de una montaña y es imposible que una ambulancia pueda acudir hasta aquí para socorrerme. Tal vez, con suerte, un helicóptero surque el cielo, descienda una camilla y traslade mi cadáver hasta el tanatorio. 
    Mi drama comenzó a primera hora de la mañana, cuando partí con mi Alonso y Yoda ─mi pequeña schnauzer─ hacia San Mamés, un pequeño pueblo de la provincia de Madrid. Desde allí, anduvimos hacia la montaña, recorrimos la senda que transita por el pinar, trepamos hasta la cima y observamos saltar el agua desde el pico de la montaña formando una chorrera de 30 metros de altura. El paraíso terrenal a un paso del Embalse de Riosequillo, en Buitrago de Lozoya. 
    Un paisaje idílico, arriba el agua, al fondo el pinar... Y de pronto mi mundo empezó a girar con virulencia: el suelo se movía, me sentía como una peonza que no para de voltear, giros, vueltas... Psicodelia en mi cabeza.
   ─Alonso, sujétame que me voy a desmayar.
   A mi alrededor todo se desplazaba a velocidad vertiginosa. Cerré los ojos, el mareo revolvió mi estómago. Lo supe, iba a morir. "No, aquí no", rogaba desesperada. "¡Cómo voy a fallecer en el pico de una montaña! No puede ser que mi vida sea un show hasta el final".
   ─¿Cómo estás?
   ─Muy mal ─contesté con los ojos cerrados pero con la sensación de estar en una noria descontrolada que no para de girar. Le quería decir que me iba a morir, que llamara al 112 para que movilizaran un helicóptero y a los efectivos sanitarios, pero para qué asustarle. Antes muerta que negativa. 
   He pasado tres cuartos de hora tumbada en unas rocas de granito, abro los ojos, la sensación de movimiento se ha ralentizado. La muerte se aleja como el agua por el riachuelo. Sigo viva. Menos mal. ¡Que suspendan el helicóptero!

Diagnóstico
"Has sufrido un vértigo postural paroxístico benigno idiopático ─determinó al cabo de unos días la otorrina─. Además de la sensación de vértigo y mareo, mucha gente piensa que va a morir." 
         ¡A mí me lo vas a contar!     



La chorrera de San Mamés

viernes, mayo 10, 2019

Libros que me persiguen



No puedo ser objetiva porque estoy obsesionada, atrapada por una autora (o autor) que firma sus libros con el seudónimo Carmen Mola, y me está volviendo loca. No solo por sus novelas adictivas, hay más. Sus personajes son reales, deambulan por mi Madrid, destripan el funcionamiento de la policía española y nos alejan de los estereotipos norteamericanos con los que nos bombardea la televisión.
   Me he enamorado, y es poco habitual en mí. Adoro la malicia, el mal escrito negro sobre blanco, las miserias humanas, los traumas que marcan la vida, el dolor del alma, del cuerpo. Sí, los autores nórdicos me cautivan, Fred Vargas me apasiona, y ahora llega Carmen Mola con "La novia gitana" "La Red Púrpura", con su Brigada de Análisis de Casos, su inspectora Elena Blanco y su drama familiar, sus compañeros de trabajo y los malos, malos malísimos... La maldad cruel que arranca la piel, destroza el alma.
   Hay más. Siento que conozco a Carmen Mola, que se mueve en mi círculo, por mi barrio. En "La novia gitana" pensé que era casualidad que apareciera, por ejemplo, la Piovera. En "La Red Púrpura", la trama se desarrolla en la zona de El Plantío, alrededor de Cristo Rey, Cuatro Caminos, la casa donde vivía Julio Iglesias o Carmen Martínez-Bordiú... ¡Incluso aparece Guadarrama! Por no hablar de otros detalles más íntimos. Sí, tal vez sea una paranoia, pero me está volviendo más loca.
   Mi adorado Madrid también es el escenario de "Reina roja", de Juan Gómez-Jurado: una trepidante novela en la que las páginas se convierten en auténticos fotogramas de una película de acción y misterio. Un estilo muy Gómez-Jurado que te atrapa desde la primera línea y te arrastra de la mano por los túneles de la capital.
   Y de pronto, cae en mis manos "Los colores del incendio", el último libro de Pierre Lemaitre, el autor del que he hablado maravillas, que me cautivó con "Alex""Rosy & John" y "Camille". Pero hay veces que la ilusión se convierte en desilusión, que las páginas se te hacen eternas y no te agarran con la fuerza de un ciclón. Muy correcto, muy descriptivo, muy pesado.


Frases que enamoran el alma:
«Hay afectos que permanecen, aunque uno quiera soltarlos del todo».
("La Red Púrpura”, de Carmen Mola)

–¿Qué fue lo que lo jodió?
–Lo que lo jode todo siempre. El amor verdadero.
("Reina roja", de Juan Gómez-Jurado)

ANTIGUAS CRÍTICAS EN EL BLOG

lunes, mayo 06, 2019

Socorro, amiga desaparecida



Queridos, busco a una amiga desde hace más de un año. Desapareció sin avisar. No dejó ni un mensaje y no da señales de vida. No contesta al whatsapp, ni publica fotos en Instagram, ¡ni siquiera se conecta al Facebook! Y de twitter, ni hablamos. En fin, que me siento fatal: abandonada, triste, melancólica... Un dolor que me hace recitar:

Vivo sin vivir en mí,
y tan gorda vida espero,
que muero porque no muero.

     Por favor, si os topáis con ella decidle que la necesito, que mi vida es un sinvivir, que el verano ya llegó, ya llegó y la fiesta comenzó... Mi amiga no es muy simpática, ni maja. Lo confieso, es bastante capullita, pero la necesito. Se llama Fuerza de voluntad, y me ha abandonado. 
     Por favor, si la veis decidle que Rotondy la busca desesperadamente, que la quiero, que siempre le haré caso... Vuelve, querida, vuelve.
     Gracias, amigos 

lunes, abril 29, 2019

Mi sadofisio es un ostiópata


─Ay, ay, para, ay, ay... ¡joder! ─grito desesperada tumbada boca abajo o de cúbito supino, que parece más culto y finolis, en la camilla de mi fisio, mi sadofisio para vosotros.
     No puedo ver su cara, pero estoy convencida de que sonríe cada vez que grito, que goza clavándome esas agujas en mi glúteo y llega al éxtasis cuando las retuerce para causarme un tormento insoportable.
     ─Hoy estás aguantando muy bien el dolor ─susurra con su dulce voz entre mi alarido ¡ay! y mi chillido ¡mierda!
     ─Sabrás que hay pacientes que te odian –bufo con mala leche.
     ─¡Qué exagerada eres, Emma! Relájate, que te voy a poner la quinta aguja.
     ─Aún no entiendo cómo te pago. ¡Eres un auténtico maltratador!
     El pinchazo anula mis palabras. Mi sadofisio me martiriza, me lleva hasta el sumo dolor, y cuando siento que la parca se asoma con su guadaña, reduce la tortura y el suplicio hasta que me relajo, me confío y... ¡Vuelve a la carga con el retorcimiento de agujas!
     Por fin, para. Respiro. Aún no ha terminado, lo sé, porque además de sadofisio es osteópata, para vosotros ostiópata: me machaca de lo lindo, no para de realizar  giros incomprensibles en mis vértebras, estiramientos surrealistas como si fuera elastigirl ─la superheroína de los Increíbles, me cruje los huesos, me descoyunta.
     Una hora de tortura y, para dejar su marca, llena mi espalda de esparadrapos de colores o, para los expertos, tiras de kinesio para disminuir la inflamación y el dolor.
    ─Emma, dentro de quince días te quiero ver de nuevo en la consulta.
    Asiento sin fuerzas, con la cara sudorosa, la mandíbula desencajada por la presión que he realizado contra el hueco de la camilla para mitigar el dolor... Salgo de la consulta. Parezco una anciana de más de ochenta años: arrastro mi pierna machacada por tanta aguja y deambulo como una momia con las vendas de colorines adosadas en mi espalda.
    Por la carretera, de vuelta a casa, los coches me adelantan como si fuera una tortuga, y lo soy. No tengo fuerzas, todo me resbala, me duele hasta el alma, pero sé que pasado mañana estaré mucho mejor, que su tortura está dando resultado y que en quince días volveré porque, lo confieso, me estoy convirtiendo en una auténtica masoca

lunes, abril 08, 2019

EMMArañan mi nombre


       Mi querido y estimado Flaubert:
       Aunque tú no lo sepas, tenemos un problema que crispa mis frágiles nervios y no sé cómo solucionar. No te lo vas a creer pero aún hay personas que escriben mal el nombre de Emma, la protagonista de tu gran novela Madame Bovary. A ti, y a mi tatarabuelo, debo mi bello nombre y me desespera que emmarañen las cuatro letras que identifican mi ser, que confundan las minúsculas con las emmayúsculas. Por no hablar de aquellos  que se emmascaran bajo una apariencia cultureta y ni siquiera son capaces de emmarcar los cuadros con arte y creatividad.
     Amado Flaubert, nací emMadrid, mis emmatíes transportan el oxígeno por mi sangre, me emmancipé hace muchos años y, no sé por qué, creo que padezco una emmaobsesión.
       Saludos, mi adorado Gustave.
       Siempre tuya.
       EMMA

lunes, marzo 25, 2019

Buenos días, princesa


Le veía cada mañana junto al paso de cebra. Su blanca sonrisa contrastaba con su negra piel. Paseaba alrededor de los coches que paraban ante el rojo semáforo, eliminaba los anuncios que alguien había colocado en los limpiaparabrisas, agitaba su gran mano para saludar sonriente a cada conductor ─pese a que muchos ni se dignasen a mirarle─, y si le daban una pequeña propina se ponía exultante de felicidad. 
    ─¿Cómo te llamas? ─le pregunté al cabo del tiempo.
    ─Mondei, como lunes en inglés.
El coche de detrás, impaciente por las prisas de la ciudad, apretó con insistencia el claxon para que avanzara.
   ─Adiós, Mondei.
   ─Hasta mañana, princesa.
Nunca me han gustado los diminutivos, ni los términos cursi-amorosos, salvo con MondeiSolo él me llama princesa. Cada vez que coincidimos en el cruce se acerca hasta la ventanilla de mi viejo coche, sonríe y, como a muchas otras, me convierte en un personaje de cuento que vive en un palacio con su corona y su trono. Poco a poco, he sabido que llegó a España desde Senegal, que su vida no ha sido ni es nada fácil, que prefiere que le dé comida porque una parte del dinero que consigue se lo tiene que entregar a la mafia con la que se endeudó para venir a España. Los alimentos, en cambio, son solo para él y me lo agradece con un paquete de kleenex
    A veces desaparece un par de días, no muchos, los suficientes para que la angustia me presione un poco el alma.
    ─Buenos días, princesa.
   ─¿Todo bien, Mondei? Hace tiempo que no te veo.
    ─He estado un poco mal de salud... Ya me he recuperado.
El tiempo ha marcado las arrugas en su cara, pero nada ha podido borrar su blanca sonrisa. 
    El semáforo se pone en verde. El conductor de detrás aporrea su claxon. Él no sabe quién es Mondei y tal vez considere que todos los inmigrantes son unos ladrones. ¡Qué pena!
    ─Adiós, princesa.
   ─Hasta mañana, Mondei.

miércoles, marzo 20, 2019

Succión bucal


La luz me ciega, los recuerdos me bombardean y el miedo me aprisiona. Todo lo que voy a contar es cierto, aunque modificaré los nombres de los protagonistas para proteger su identidad y su vergüenza.
─¿Te has enterado de lo que le ha ocurrido a Natalia? ─me comentó garganta profunda por teléfono.
─No, ¿qué le ha pasado?
─Muy fuerte. Te lo voy a contar pero no te rías, que es muy serio, que la pobre lo está pasando fatal y no para de tomar antiinflamatorios para paliar su dolor.
─¿Ha sufrido un accidente?
─No, es algo más surrealista. ¿Conoces el aparato succionador de saliva que te colocan en la boca mientras te realizan una limpieza de boca?
─Sí, el aspirador de babas.
─Eso, eso. Pues no sé cómo lo hizo, pero Natalia succionó con ese aspirador la campanilla de su boca y ahora en vez de campanilla tiene un badajo.
─Estás de coña.
─Que no, que no, te lo juro, que hasta el dentista le ha pedido permiso para publicar las fotos de su campanilla en el foro odontológico al que va a acudir. Ay, pobre. Su habla es un poco gangosa y si baja la cabeza el badajo le da contra la lengua.
─¡Qué grima! ─comento sin aguantar la risa.
─Uvulitis, así se llama la inflamación de la campanilla.
─Alucina, vecina.
Al cabo de una semana, la pareja de Natalia sufrió los mismos síntomas: su campanilla se inflamó hasta el infinito y más allá.
─¿Qué te ha sucedido? ─pregunté con intriga a Pedro (nombre falso).
─Ay, que me fui de fiesta con los amigos, que si cerveza arriba y gin tonic abajo, que si risas y más risas... Vamos, que llegué a casa catatónico, me dormí de cúbito supino y entre la sequedad por la boca abierta y los estruendosos ronquidos se me ha inflamado la campanilla. Ay, que no puedo hablar...
   Ahora estoy tumbada en la camilla del dentista para mi limpieza anual, el succionador baila por mi boca, mi campanilla tiembla de terror y yo estoy totalmente acojonada.
¡Amo mi campanilla, no quiero un badajo!

Natalia y Pedro, una pareja muy uvulítica

jueves, marzo 07, 2019

Grandes autoras, grandes mujeres


Somos iguales, hombres y mujeres. Los escritores tienen el poder de transmitir historias a través de sus libros. Nos cogen de la mano y nos lanzan a un viaje infinito entre hojas blancas con tinta negra. Ante nuestros ojos surgen otros mundos, otras situaciones. Sentimos, lloramos, tememos, suspiramos, nos excitamos, reímos... Somos iguales, pero tal vez hoy, 8 de marzo, voy a presumir de alguna que otra autora que me ha pellizcado el corazón.
  • Fred Vargas. "Cuando sale la reclusa".
  • Isabel Allende. "La casa de los espíritus".
  • Carmen Laforet. "Nada".
  • Almudena Grandes. "Las edades de Lulú"
  • Patricia Highsmith. "El talento de Mr. Ripley".
  • Arundhati Roy. "El dios de las pequeñas cosas".
  • Laura Esquivel. "Como agua para chocolate".
  • Dolores Redondo. "Trilogía del Baztán".
  • Julia Navarro. "Dime quién soy".
  • Donna Leon. Serie Brunetti.
  • Rosa Montero. "La ridícula idea de no volver a verte".
  • Camilla Läckberg. Serie Fjällbacka.
  • Clara Sánchez. "Lo que esconde tu nombre".
  • Marta Sanz. "Black, Black, Black".

martes, febrero 26, 2019

Mis amigas "divors" son divinas



El día que escuché a Ágatha Ruiz de la Prada definirse como divor me enamoré. No de ella, sino de la palabra, tan fantástica, tan glamurosa. Ay, que no es lo mismo ser una divorciada que una divor. Así que puedo presumir y presumo de tener muchas amigas divors con las que comparto noches fantásticas. ¡Nada mejor que un puñado de mujeres con lengua viperina delante de un buen vino, un gin tonic u otras cosas!
      Entre mis amigas hay divors de nueva generación, cosecha del 18; otras crianza y reserva de más de 10 años. Incluso muchas locas han abandonado el status divor y conviven de nuevo con otra pareja (arrejuntá). ¡Y alguna exdivor se ha vuelto a casar (recasá)! Fiesta, fiesta.
      La primera época de las divors no es fácil, suelen estar tristes, dolidas... Hasta que llega ese día que se miran al espejo, sonríen, se dan cuenta de su valía y empiezan a quererse.
      Unas se crean perfiles en apps de contacto y desatan su salvaje sexualidad; otras se apuntan a diversas actividades deportivas, clases de cocina o alpinismo; alguna que otra descubre que como ella no hay nadie en el mundo y no quiere saber nada de relaciones de pareja... En la variedad está el gusto y lo que te cuenta una divor siempre es secreto, palabrita de divor o amiga de divor.
      Eso sí, os puedo confesar que mis divors son geniales, divertidas, divinas y las quiero mucho, mucho, mucho.

domingo, febrero 17, 2019

En el nombre de los hombres


Este año dos políticos españoles han sido padres. Él a sus 40 años, algo mayor, pero sin llegar a ser papiabuelo. Ella, superada la treintena. Desde aquí mis felicitaciones porque como madre creo que es lo mejor de la vida, y hablo como sufridora de un hijo horrorescente y otro más mayor que me impide dormir cada noche que sale de juerga. Es decir, ya he superado el proceso bebé, parques, pañales, guardería, primaria y secundaria. Pese a ello no soy capaz de dar consejos a otros padres porque la experiencia de cada uno frente a su prole es diferente.
         Acabo de leer en twitter una declaración de la madre treintañera: "Ha llegado la hora de que los hombres asuman la corresponsabilidad de ocuparse del cuidado de sus hijos". Alucinada me he quedado. Tanto que he limpiado las lentes de mis gafas para comprobar que lo que leía era cierto. Vivo rodeada de hombres y como mujer me cansa que se generalice siempre la actuación del sexo masculino. Mi pareja, como diría Pedro Corral, ejerce de padre desde las 10 de la mañana del 19 de septiembre de 1999. Es cierto que no compartimos la baja de maternidad porque ese derecho me lo tenía merecido por mis nueve meses de embarazo, el parto y amamantar a mis churumbeles durante una larga temporada. Me parece muy bien que haya gente que divida ese tiempo, pero porque yo no lo haga no quiere decir que mi pareja sea mal padre. También me cogí una reducción de jornada laboral para el cuidado de mis hijos, compatibilizar mejor la vida familiar y apaciguar mi necesidad de estar junto a ellos. ¿Acaso eso quiere decir que él es un mal padre? No, al contrario, fue un acuerdo que decidimos ambos, por el bien de nuestra familia. 
         Ahora que son mayores y la vida deportiva de mis hijos acapara cada fin de semana reconozco que me quedo remoloneando en la cama mientras el padre de las criaturas se los lleva a los partidos que tienen que disputar. ¿Acaso yo soy mala madre?
        No me gusta juzgar a la gente, pero tampoco soporto a las personas que se creen por encima de los demás y aleccionan desde su perfección a la humanidad.

Esta entrada en el blog se la dedico a los hombres-padres de mi familia, amigos y compañeros de trabajo que se corresponsabilizan del cuidado de sus hijos, la amplia mayoría. Va por vosotros, queridos.  

lunes, enero 28, 2019

Libros oscuros, libros de amigos

@emmapt

Mi mente oscura me sumerge en historias de venganzas, asesinatos, abusos... Pura novela negra. Mi corazón, que también lo tengo, me tienta a leer libros escritos por autores que conozco -amigos o compañeros- y así zambullirme en otros estilos literarios como la poesía o novela histórica.

4321 (Paul Auster. Seix Barral)
No me gusta saber el argumento de una película antes de verla ni de un libro antes de devorar sus páginas. Adoro la sorpresa, que me invada el argumento sin tener un juicio previo o distorsionado de ella. Admito que la novela de Paul Auster al principio me volvió loca, tanto que pensé que la descarga en el Kindle había fallado. Un caos. Seguí leyendo hasta que descubrí que el eje principal del argumento es el azar, la obsesión de Auster. No es un libro, son cuatro protagonizados por Archie y los distintos desenlaces de su vida. De fondo, la historia de Estados Unidos, las revueltas estudiantiles, la crisis económica... 4321, cuatro vidas en mil páginas. Muy Auster.

El heredero (Jo Nesbø. Reservoir Books)
Jo Nesbø abandona a Harry Hole, el protagonista de El muñeco de nieve o El leopardo, y nos embarca en una oscura venganza. A Sonny Lofthus siempre le han engañado. Su tristeza le lanza a inculparse de más delitos de los que ha cometido. Refugia su dolor en la cárcel y en las drogas hasta que descubre el engaño y perpetra su venganza. Una gran novela ambientada en Oslo que desgrana la corrupción policial y se matiza con una historia de amor. Muy recomendable.   
«El pasado de una persona está escrito en su mirada, y merece la pena intentar aprender a leerla».

En el abismo (Aranaldur Indridason. RBA)
Aún recuerdo la noche de insomnio de aquel de verano de 2009 cuando, desesperada, cogí el libro La mujer de verde de la estantería del salón. Las páginas  de Indridason evadieron aún más mis sueños. Y de nuevo lo ha conseguido: el arranque de En el abismo es trepidante, obsesivo. Varias historias se entremezclan alrededor del policía Sigurður Óli: un asunto de abusos a un menor que ha prescrito hace años, un chantaje sexual que termina en asesinato, unas operaciones económicas nada legales... Una novela barnizada de frío islandés que a veces pierde fuelle, pero engancha hasta el final.

La Desaparición de Stephanie Mailer (Joel Dicker. Alfaguara)
Las novelas anteriores de Joel Dicker me engatusaron, remoloneé entre sus páginas hasta que descubrí quién era el asesino en La verdad sobre el caso Harry Quebert o en El libro de los Baltimore. En cambio, su última novela es amena, entretenida, pero falta un poco de 3 en 1 para que ajusten todas las piezas. Mucho menos de lo que yo esperaba.

GRANDES AUTORES, GRANDES CONOCIDOS  

Cuaderno de Hollywood (Alfonso Armada. elcercano.com)
Si la escritura fuera un piano, Alfonso sería un virtuoso pianista. No hay tecla literaria que se le escape. Las páginas de sus libros esconden sus historias como corresponsal de guerra en Sarajevo o Ruanda; sus viajes por las carreteras secundarias de España; su visión como corresponsal de Nueva York, donde vivió el atentado del 11S; sus devaneos en Rusia y su pasión por la familia y su Vigo. Ahora, su hiperactividad literaria se asoma en forma de poesía con Cuaderno de Hollywood: un salpicón de poemas donde se esconde James Ellroy, Hollywood, Sunset Boulevard, el cine... Pasión cinéfila entre rimas.

Don Juan contra Franco: Los archivos secretos de la última conspiración monárquica. (Juan Fernández-Miranda y Jesús García Calero. Plaza&Janés)
La idea de escribir este libro, como cuentan sus autores, surgió en 2016. Aquellas navidades recibieron en la redacción de ABC un regalo con olor a papel envejecido: los documentos que los espías del régimen entregaban a Franco para informar sobre los movimientos de los monárquicos que conspiraban contra la dictadura. Franco, con su lápiz de dos colores, subrayaba aquello que más le preocupaba ─azul lo bueno y rojo lo malo─  y ordenaba desterrar o encarcelar a los más conflictivos. Incluso a mujeres como Luisa de Narváez, la duquesa de Valencia. Página a página se desvela cómo se fraguó la conspiración de Don Juan contra Francisco Franco y cómo logró que a través de su hijo Juan Carlos se instaurará de nuevo la monarquía en España. Un gran libro para conocer una época de nuestra historia desconocida para muchos.

Moscas (Agustín Pery Riera. Pepitas de calabaza)
La imagen idílica de sol, playa y relax de Mallorca salta por los aires tras leer "Moscas". Pery convierte la isla de la calma en el ring de la corrupción. Nadie se salva. No hay buenos y malos. Todos huelen a excrementos, miseria humana, y las moscas revolotean alrededor del hedor. Una novela negra que te arrastra de la mano de Alto, el inspector norteño de homicidios, entre sobornos, jueces, sicarios, zorras de alta esfera, periodistas, priores... Una ametralladora textual que dispara frases cortas, exabruptos e insultos para atinar en la sucia diana de la corrupción política y personal. 

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