martes, septiembre 27, 2022

Un paseo con Tamara, Chenoa y las perriamigas


─¡Menudo hijo de fruta es Íñigo Onieva! ─exclama Manuela con su gorra rosa mientras paseamos a los perros por el parque.
   ─A mí me da mucha pena Tamara, la verdad ─suspira María Elena.
   ─Desde luego. Qué desgracia que se haya cruzado con ese gilipúa en su vida. Es un capón con pintas, un tom tom del trasero ─insiste Manuela indignada por la humillación pública que sufre la Falcó.
   ─Manuela, ¿qué te ocurre?, ¿por qué hablas así de raro? ─le pregunto atónita por sus palabras.
   ─Ay, Emma, que mañana he quedado a comer con mi amigas y sus hijos.
   ─¿Y?
   ─Pues que todo el rato me regañan por decir tantas palabrotas delante de los chavales, que qué vocabulario tan vulgar el mío... En fin, que he decidido modificar las palabras y que así no me riñan. A ver, que yo prefiero decir hijo de puta, gilipollas, tonto del culo o cabrón, pero me tienen frita con el tema de las palabrotas. Es agotador. 
   ─Mira, Manuela, no es día para andarse con control verbal, que lo que ha pasado este fin de semana ha sido muy fuerte ─comenta María Elena─. Aunque es mejor que Tamara se haya dado cuenta ahora que después del matrimonio. Bueno, ¿y qué me decís de la separación de Risto Mejide y Laura Escanes? No doy crédito. Y él ha dicho que se siente como Tamara. Ay, a ver si la Escanes le ha plantado unos cuernos...
    ─A mí me ha encantado que Tamara fuera ayer a la presentación en el Teatro Real. Ha actuado como una señora. No se ha escondido, ha reconocido su engaño y agradecido a los medios que le abrieran los ojos. Vamos, ¿acaso se tenía que ocultar cuando el infiel ha sido él? ─digo mientras busco con la mirada a Alma que corre tras Trufa y Ringo.
   ─Y qué elegante iba... No como la pobre Chenoa que salió a la puerta de su casa en chándal y sin pintar. ¡Lo que se habrá arrepentido! ─comenta María Elena.
   ─En la vida hay que tener mucho cuidado con los capones, que hay muchos sueltos y a veces nosotras actuamos como unas gilipúas.
   ─¡Manuela, por favor, o dices palabrotas o no las dices, pero esas palabrejas que te estás inventando me ponen de los nervios!
   ─Emma, no seas porra.
   ─¿Porra?
   ─Quería decir perra, pero ya no sé si eso también es una palabrota. Ahora en serio, ¿dónde están los perros?
    Y así, entre paseo y paseo, cotilleo y cotilleo, nanosegundos en el metaverso y muchas risas se escapan las primeras horas de la mañana.

¡Venga, Tamara, que tú puedes con esto y con mucho más! Joder (huy, perdón, Manuela)



jueves, septiembre 15, 2022

Desconfiad de las parejas perfectas

¿Pareja perfecta?

Hacedme caso, desconfiad de las parejas perfectas. Sí, esas que de forma cansina se declaran su amor eterno, que se miran como babosas deslizándose por un tobogán; aquellas que nunca discuten porque el love domina sus cuores; que se creen más guapos que las miss o misters universo y, sobre todo, las que se creen siamesas y van agarraditas de la mano como si sus falanges se hubiesen pegado con adhesivo Super Glu. Mal rollo, os lo aseguro.
    En mi vida he conocido bastantes parejas perfectas. Al principio, sentía un pellizco de envidia. 
─Ay, cuánto se quieren, son lo más ─suspiraba mientras fregaba los trozos de arroz que se habían pegado en el fondo de la olla superrápida WMF y berreaba a mi marido porque se le había olvidado bajar las puñeteras bolsas de basura al contenedor.
    Al cabo del tiempo, el disgusto me dominaba.
─¡Pero qué me estás contando! ─gritaba por el auricular del teléfono─. No me lo puedo creer. ¿Seguro que se han separado? Dios mío, pero si eran la pareja perfecta. Y dices que él le ha puesto los cuernos con el conserje. Imposible. ¡Y que ella se ha liado con su monitor de fitness! Ay, nena, espera que me voy a abrir un vino, que estoy a punto de desfallecer.
    Al final, aprendí la lección y mi ojo clínico (solo me funciona el derecho, el izquierdo es poco clínico) empezó a detectar las señales de las parejas perfectas que al cabo del tiempo se convierten en imperfectas.
    Estos días, tras la muerte de la Reina Isabel, el bombardeo de imágenes de la familia real británica ha sido continuo. Féretro arriba, féretro abajo. Despedidas, mensajes, ceremonias... De pronto, mi ojo clínico (el derecho) empezó a temblar. La señal era inequívoca, debía encontrar a la pareja perfecta. Y la hallé: el príncipe Harry junto a su inseparable Meghan Markle, los dos vestidos de riguroso luto, observando las flores que habían depositado los ingleses junto a la verja de Buckingham, caminando en el cortejo fúnebre presidido por el féretro de su abuela, la Reina. El tic del ojo se aceleró, tanto que las imágenes se entrecortaban, hasta que centré la vista en sus manos: iban agarraditos, ¡muy agarraditos! No quiero decir nada, pero ahí lo dejo. El tiempo dirá, pero esos dedos entrelazados apuntan maneras y más en un cortejo fúnebre, que no es lugar para carantoñas. 
    Recordad, desconfiad de las parejas perfectas.

viernes, septiembre 02, 2022

Del apodo al bullying

Antoine Griezmann e Izan

Micrófono, así lo apodaban en su clase del colegio por su pelo negro tan rizado. Cerca de él se sentaba Cabezón, por su enorme testa. Blandiblu, con sus mullidos michelines que sobresalían por encima del cinturón de su pantalón, siempre se colocaba al final del aula entre Cuatroojos con sus gafas de montura metálica y Zanahoria, la chica pelirroja.
    ¿Hay alguien que se libre de algún apodo? En mi caso, no. El problema surge cuando al apodo se le une la maldad, el odio y las ganas de  humillar.
     Esta semana se ha publicado en las redes sociales el bullying que han ejercido sobre un niño de diez años. Su historia es muy triste, de las que rasgan el corazón. Era el día de su cumpleaños, había llevado con ilusión una tarta para celebrarlo con sus compañeros del campamento de verano. Estos, sin compasión, versionaron la canción del cumpleaños feliz para ofenderle por sus kilos de más. La presión no era aislada. Izan, así se llama, llevaba todo el año soportando el desprecio de sus compañeros. Duele escuchar a un niño que desea morir, que no aguanta más.
    El vídeo se hizo viral. Tanto que hasta Ibai Llanos paró su directo en Twitch para mandar un mensaje de apoyo a Izan. Desde ese momento, las felicitaciones y muestras de apoyo se multiplicaron: Antoine Griezmann, Aitana, Chanel... Y mucha gente anónima pero con gran corazón y un grito: ¡no al acoso escolar!
    Todos hemos sido alguna vez despóticos o hemos criticado el físico o la apariencia de las personas, pero desde nuestros ámbitos (familiar, laboral, escolar...) debemos intentar que no se humille a la gente, que no los lancemos a un sufrimiento que los puede marcar el resto de su vida. O incluso atajar con ella.