jueves, abril 30, 2009

Adicta a "to"

Mis adicciones habituales: coca-cola light, tabaco, helado de tarta de queso, espaguetis carbonara... (el resto de mis adicciones pertenecen al ámbito privado y no es cuestión de desvelarlas en este blog) están perdiendo protagonismo. Gracias a mi malestar continuo y a mis dolores alternos de hombro derecho a hombro izquierdo, me estoy enganchando a mi fisioterapeuta, a la enfermería del periódico, al nolotil y al reflex. Así que mi imagen está perdiendo mucho glamour: mi caminar mantiene su estilo robótico, en vez de oler a Issey Miyake suelto un desagradable tufillo a Reflex y mi bolso está invadido por distintos analgésicos y relajantes musculares.
Ahora entiendo perfectamente al doctor House y casi lo veo como modelo a seguir: en breve mi malhumor irá en aumento (y cuando quiero ser desagradable no me aguanto ni yo), mi mala leche se multiplicará por mil (¡que tiemble el mundo, que lo mío sí que va a ser una pandemia de gritos!) e incluso me puedo convertir en adicta a cualquier medicamento que alivie mis dolores. Pero qué malita estoy y qué poquito me quejo.

domingo, abril 26, 2009

Sábado madrugador

Abro los ojos, miro el reloj y reafirmo mi alto grado de imbecilidad. ¿A quién se le ocurre despertarse un sábado a las ocho de la mañana? Pues a mí que tengo el ciclo de sueño totalmente desbaratado. Giro mi cuerpo enfadado y analizo el trasiego nocturno de mi loca familia. Diego y Álvaro se acurrucan junto a mí; Alonso ha huido ante la invasión infantil. Muevo mi hombro forrado de esparadrapo, no siento un gran dolor y decido aprovechar la situación. Salto de la cama, me ducho y me voy a la galería comercial. Rosa, la frutera, se sorprende al ver que soy la primera clienta. ¿Te has caído de la cama?, me pregunta sonriente. Manolo, el carnicero, y Fernando, el pollero, me repiten la pregunta y a todos les contesto afirmativamente.
A las diez, entre mimos, despierto a todos mis hombres y corremos a la piscina. De allí, al fútbol (jugaron mejor que nunca, perdieron como siempre).
A la hora de la comida apareció mi hermano Pepe.
-Hermanita, espero que me hayas preparado algo rico. Tengo un hambre...
-Te va a encantar. Os vais a comer a un italiano.
-¿Pero tú no vienes?
-No, que sino no quepo en el vestido para el bodorrio.
Entre risas y mofándose de mí, el sector masculino partió y aproveché para darme un baño relajante, peinarme, quitarme los esparadrapos y restaurar con potingues mi cara cansada.
A las seis me embutí como una butifarra en el traje y nos fuimos a la boda de mi primo Javier con Verónica. Nos lo pasamos de maravilla, conocí a familiares fantásticos, también a personajes peculiares, reí una barbaridad (¡cuánto lo necesitaba!), comí (placer divino), bebí, bailé y disfruté de una gran fiesta.
Ahora mi hombro se resiente de nuevo, las ojeras se han multiplicado, el cansancio me invade sin compasión, mis pies lloran por los taconazos de ayer.... Ay, ¡qué mayor estoy!

viernes, abril 24, 2009

Escenas de pareja

Prueba superada. Después de una semana a base de comer judías verdes, cenar judías verdes y no desayunar (me estoy planteando registrar mi dieta), quepo en el vestido para el bodorrio de mañana. Y menos mal, porque con el pastón que me estoy gastando en mis mejoras personales y lo que me va a generar la comunión de Diego no estoy como para comprarme otro modelito. Y encima este cúmulo de situaciones está agravando mi relación de pareja.
-¿Qué tal el día? -pregunta mi Alonso con el cansancio reflejado en sus canas.
-Bien, he estado con Gregorio y me ha dado mi masaje semanal. Fíjate, estoy tan mal que me ha colocado estos esparadrapos estilo Beckam. Me ha dicho que es lo último de lo último.
-Pero si tú no eres deportista.
-Ya, pero, pero... Bueno, qué pesadito estás hoy. Además, he escogido las de color rosa para ir más divina.
-Si te mejoran algo... Por cierto, mañana tengo una comida.
-Huy, qué bien, porque yo tampoco podré venir a casa.
-¿Y eso?
-Tengo hora con Patricia.
-¿Y esa quién es?
-Pues la esteticién.
-Ah, ¿y qué te va a hacer?
-Nada, cosas de mujeres. Y pasado tengo cita con Antonio.
-¿Antonio?
-Sí, el dentista, tengo limpieza de boca.
-Vives como una reina.
-No, querido, si viviera como una reina no tendría todo el cuerpo contracturado, ni sufriría tanto con las tensiones y contrataría el catering de El Bulli. Oye, ¿has pensado lo de las mesas?
-¿Qué mesas?
-Pues las de la comunión de tu hijo...
-No mentes el tema, no mentes el tema, a ver si me voy de viaje ese fin de semana...
-Vale, tú vete de viaje, pero no cuentes con volver, querido.
-Ay, qué poco sentido del humor tienes, querida.
-Sí, querido, si como le he dicho a una amiga: el 16 Diego hace la comunión y el 17 me separo.
-Te noto muy guasona.
-No lo sabes bien, amor.

sábado, abril 18, 2009

¿Rectangular o redonda?

Despierto dolorida por la tensión y la "paliza" que me dio Gregorio. Tengo mil cosas que hacer, pero mi cuerpo desestructurado se niega a seguir mis órdenes. De acuerdo, le digo un poco molesta, hoy descansaremos.
Ring, ring
Descuelgo.
-XXXXX
-¿Pero qué me quieres decir con XXXXX?
-Que el arreglo del coche nos va a costar XXXXX (no pongo la cifra porque mi abuela siempre me dijo que hablar de dinero era de mala educación, que conste).
-¡¡¡#@!!#)!!!, ¡así cómo me voy a relajar!, ¡y justo ahora que tenemos la comunión de Diego! Malditos coches...
-Bueno, relájate.
-Pues no sé cómo. Por cierto, tengo serias dudas sobre la decoración del jardín. Tú qué pondrías: ¿una mesa rectangular o varias mesas redondas? Claro, que como voy a alquilar más de veinte sillas no sé si la mesa grande se comería mucho espacio para que la gente pueda ir al buffet y...
-Emma...
-Y también tengo que decidir si contrato catering o hago yo toda la comida. Aunque ahora que me has dicho lo que nos va costar la reparación del puñetero coche casi que lo hago yo. No sé, porque...
-Emma...
-Ya, si sé que es un follón pero...
-Emma, déjate de rollos y nos vamos a un restaurante.
-No, no...
-Si ya sabes que a mí lo de la comunión...
-Ves, no se puede hablar contigo.
-Pero.
-Hijo, no me entiendes.
-Pero si como siempre vas a hacer lo que tú quieras.
-Ya, ya lo sé, ¿pero qué pongo una mesa rectangular o varias redondas?...
Seguí con mis dudas y contracturas todo el día. Diego, como todos los viernes, invitó a su amigo Alejandro.
-Chicos, portaros muy bien que yo estoy fatal. ¿De acuerdo?
Ambos asintieron y Álvaro se unió a su afirmación.
Ding, dong
Al estilo C3PO abrí la puerta y observé a Stéphan, Alba y Valentina.
-¿Podemos entrar para jugar con Diego y Álvaro? -preguntó el trío al unísono.
Crac, crac, sonaron mis músculos.
-Sí, pero como no os portéis bien... En serio, me encuentro muy mal.
-Tranquila, Emma, seremos buenos.
-Uf, lo dudo.
Pero me equivoqué. Los seis jugaron en el jardín y me dejaron llorar mi malestar. Por la noche el dolor era tan inhumano que me prohibió asistir a la fiesta sorpresa de Félix.
El sábado, con unas ojeras que no sé si algún día desaparecerán, acudí al fútbol y observé con estupefacción como mi hijo corría por el lateral con el balón a sus pies, como el contrario intentaba robársela, como mi hijo saltaba, le regateaba y pasaba a su compañero y: ¡¡¡goool!!!
Salté del banquillo, grité como una histérica y, como mínimo, me ahorré una sesión de fisioterapeuta. Algo es algo

miércoles, abril 15, 2009

Birriosa

Los pocos días de vacaciones se han esfumado. El retorno al trabajo traslada el dolor del hombro derecho al izquierdo. Siento como si una jauría de murciélagos desesperados clavara sus uñas en mis músculos para evitar precipitarse al vacío. Me retuerzo en la silla y elevo los brazos con movimientos estrambóticos para ver si recoloco mi cuerpo. Imposible. Desesperada, acudo al médico del periódico. Cada vez me parezco más al jorobado de Notre-Dame. Me siento y le relato mis males. La médico se levanta, palpa mis hombros y confirma el diagnóstico: "estás totalmente contraturada, se te ha acumulado la tensión en la espalda". "Pues es la primera vez que me ocurre, normalmente en situaciones complicadas me da por adelgazar o engordar, pero esto...", intenté justificarme.
Los murciélagos me atacaron con más fuerza por la noche, tanto que no me dejaron dormir. Desesperada y más neurótica de lo habitual, seguí el consejo de mi hermano: llamé al fisioterapeuta. Acudí a la consulta y dejé mi cuerpo en manos de Gregorio que masajeó con fuerza toda la tensión de mis músculos. "Estás fatal -comentó entre refriega y refriega- ¿estás viviendo alguna situación que te tense". Callé un segundo y de pronto oí como mi boca desembuchaba todos mis males. "Pues no sé, actualmente hay un Ere en mi empresa que afecta a muchos de mis amigos, la situación dentro de la redacción es horrorosa, mi suegro está ingresado porque le ha dado un ictus, celebro la comunión de mi hijo en casa y aún no he preparado nada, tengo una boda dentro de una semana y como no adelgace dos kilos no voy a entrar en el traje, no para de llover, mi hijo está fatal con la dermatitis... Sí, creo que estoy viviendo una situación tensa". Gregorio, mudo por mi relato, asintió e intentó remendar lo irreparable.
El martes le cederé de nuevo mi cuerpo. ¿Será capaz de solucionar mis males?

lunes, abril 13, 2009

C3PO

-¡Nos vamos a la nieve!, ¿te vienes? -gritaron mis hijos emocionados ante la Semana Santa más fría que yo recuerde.
-No, tengo que limpiar el jardín, id vosotros con papá- les contesté sin confesar que estoy "jarta" de nieve, que ya no la soporto, que necesito sol, buen tiempo...
Al cabo de dos horas me observé de arriba abajo: pelos de loca con leves toques florales (más bien pinchos de rosal), jersey gigantesco, pantalón de pintor, calcetines multicolores, zapatillas de deporte... Suspiré. ¡Menuda pinta!, le dije a la tortuga que contoneaba su caparazón por el jardín a la busca y captura de alguna hoja de lechuga... Como siempre no me contestó. De pronto, me acordé de la serie "Mujeres desesperadas" donde doña perfecta arregla sus flores con un delantal de diseño y en una cestita ideal transporta todas las herramientas. ¿Cómo lo hará?, me preguntaba mientras arrastraba por la calle un enorme cubo de basura repleto de hojas secas y rezaba a todos los santos para que no se cruzara en mi camino algún conocido.
El contenedor me recibió con un tufillo asqueroso, abrí la tapa superior e intenté volcar el contenido dentro. ¡Ay, no tengo fuerzas!, lloriqueé en mitad de la carretera. "Tú puedes, nena", me dije para sacar energías de algún sitio y, no sé cómo, lo logré. Tras vaciar más de quince cubos, retirar el pobre árbol que se heló este invierno, arrancar todas las hierbas salvajes, podar los rosales e intentar desatrancar el sumidero del jardín sentí como cada músculo de mi cuerpo gemía.
-¡Menuda paliza te has dado!, ¡estás loca! -Oí decir a toda mi familia.
Intenté mover la cabeza para asentir, pero no pude. Mi cuerpo se agarrotó y se sublevó contra mis órdenes.
Un hilillo de voz salió de mi boca.
-Alonso ponme una coca light, por favor, es mi último deseo antes de morir...
-Tú siempre tan exagerada -contestó con sonrisa picarona.
-¡¡Mamá!! -grité consciente de que ella me mimaría más- ¡No me puedo mover!
-Espera, hija, que te voy a dar un paracetamol de un gramo.
Han pasado dos días donde cada uno de mis movimientos era como los de C3PO, ¡pero oxidado! Y si a mis agujetas le unimos el estrés acumulado durante el último mes "EREtico", la ansiedad de irme con cien niños a una gimkana en el pinar de Carabaña y mi vuelo en tirolina, el resultado es un desastre de mujer... ¡Divinas vacaciones!

lunes, abril 06, 2009

Corazón "partío"


El lunes negro ha comenzado. Los jefes deben informar a los afectados. Incrédula, compruebo que no estoy en la lista del ERE. Tampoco está Alonso. Debería estar contenta, sonreír porque el futuro de mis hijos está garantizado durante un breve plazo de tiempo, porque podré pagar la hipoteca... Pero no es así. La tristeza me invade. Muchos de mis amigos están "nominados": Sandra, Cristina, Ricardo, José Juan, Charo, José Manuel, Marta, Miguel... Tanta, tanta gente con la que he compartido risas y trabajo... Me siento muy mal, muy triste... Y la redacción se percibe rota, repleta de cuerpos desarticulados. Hay que rendir, sacar el trabajo adelante, pero ¿quién tiene fuerzas?

viernes, abril 03, 2009

Desesperados

Jueves 2 de marzo. Empieza la huelga. Me levanto sin dormir, con el estómago cerrado, con los nervios aprisionados en el corazón, con la certeza de que hay que luchar contra la injusticia, con el alma tranquila por defender la dignidad, la honradez, con un deseo incombustible de ser solidaria con mis compañeros, con sus familias...
Dejo a los niños en el cole sin que se percaten del dolor que me está invadiendo. Me reúno con Sandra. Las ojeras muestran nuestra tristeza. Un sonido estrepitoso de pitos nos indica el punto de reunión, la entrada exterior del periódico. Las pancartas invaden la acera y las personas con corazón se animan y solidarizan para intentar evitar nuestro negro futuro. Casi toda la redacción, los buenos, está allí. Sonrío al comprobar que hay gente con valores. Nunca jamás los redactores nos habíamos sumado a una huelga, jamás. Pero ahora todos nos arropamos. Redactores de renombre que valen su peso en oro y con una valía demostrada a lo largo de muchos lustros sujetan las parcartas. Mi alma se encoge al percibir sus lágrimas, su desazón. También veo desfilar a los cobardes, a los que entran refugiados en sus coches o parapetados en un taxi, a la minoría egoísta que respira tranquila porque cree que se va a salvar... Ay, qué ilusos, qué tontos... Vaya, veo entrar con cara avergonzada a una que consideraba amiga... Y a una loca, huy, pero si también se cuela la que lloró el otro día sobre mi hombro.... Pobriña, ella sí que está en la lista... Incluso observo gente que nunca pisa la redacción y hoy hace acto de presencia. Pero son una minoría, una ridícula minoría.
Fuera. Siete horas de pie junto a mis compañeros, siete horas minando mi corazón. Me arrastro rota hasta casa, rota en todos los aspectos, mis lágrimas se deslizan sin consuelo, mi ira enciende la rabia, la decepción me aniquila, la cobardía de algunos... Es el fin.

miércoles, abril 01, 2009

Atroz

Lunes. 4 de la mañana. Llegó sin dormir al polideportivo para apuntar a Diego en la piscina. Puesto 14, se me han adelantado 13. Aún faltan cuatro horas, mucho tiempo. Me meto en el coche con mi abrigo de invierno, mi gorro y mis guantes. Hace frío. Enciendo la calefacción, saco mi coca-cola light y empiezo a leer "Eclipse". No me concentro. Demasiadas cosas que pensar, demasiadas situaciones que analizar. Mi mente me recuerda el primer día que entré en el periódico, un catorce de septiembre de 1992, mi pelo lucía una trencita de colores que me hicieron en París y mi cuerpo transmitía una ilusión desbordante. Poco a poco me hice mi hueco y empecé a conocer gente maravillosa. Una época de muchísimo trabajo, diversión y risas. Tras las prácticas, llegó la colaboración y después de muchas peleas, el contrato fijo. El amor surgió entre esas cuatro paredes, conocí a mi Alonso y en un suspiro nos casamos y creamos nuestra familia. Entre medias, vimos pasar a muchos jefes, unos buenos y otros malos, compañeros, nacimientos y defunciones de suplementos y productos periodísticos... También, con gran dolor, fallecieron amigos. Ha pasado mucho desde entonces y siento como mi ilusión se ha esfumado por el camino. La especie humana hay veces que descuartiza el alma.
6 de la mañana. Noto que el sueño me ataca. Salgo del coche, enciendo un cigarro y paseo por la calle. Dos personas en la cola trabajan con su portátil, otros toman café caliente de su termo. A las ocho y diez consigo la plaza para Diego en el horario que quería.
Somnolienta llego a casa a ver a mis peques antes de que partan hacia al cole. Intento descansar. No puedo. Aparco el coche en el parking del periódico y subo por la escalera que tantos años he pisado con mi ánimo arrastrándose tras de mí. Las noticias turban más mi mente. Todos me hablan y no encuentro fuerzas para contestar. Siento que la paredes de la redacción se estrechan y los nervios aprisionan mi estómago.

Martes. Acudo con Álvaro al hospital para ver qué tal han ido las pruebas de alergia. Cada vez peor: alérgico a todos los frutos secos y a cientos de plantas (arizónicas, plátanos, chopos...). Miró a mi "ratón" y siento haberle transmitido mis genes defectuosos. En ABC sigue la convocatoria de huelga, las conversaciones entre el comité y la empresa son continuas, nuestros representantes cada vez están más agotados, las opiniones son divergentes, los de taller se revolucionan, los que se creen empresa intentan contaminar... Un panorama desolador.

Miércoles. Hoy he dormido. Me levanto nerviosa, mi estado natural últimamente, y opto por arreglarme. "Al mal tiempo, buena cara", pienso al alisarme el pelo y pintarme la raya del ojo. Antes de salir me conecto al correo del trabajo. Me recibe un e-mail de la Dirección, hacen su última propuesta antes de la presentación del ERE. Con desánimo, repto hasta el periódico. Hoy va ser un día duro. Mañana comienza la huelga. Los directivos se reúnen y transmiten su presión, en la calle se concentra la redacción... De pronto, veo a un personajillo, el típico que ha subido como la espuma por ser un pelota (ay, qué fina soy), sonríe, sabe que él está a salvo, que puede respirar tranquilo. Y no lo entiendo. No comprendo cómo se puede sonreír, ¿no se da cuenta del drama que se va a producir?, ¿no es capaz de entender el sufrimiento personal que va a vivir muchísima gente?... Todo pinta negro. Si te echan porque estás en el paro, y si no, porque sabes que va a afectar a gente a la que quieres....