miércoles, octubre 26, 2011

Celos, cuernos y desamor

Los celos me matan


Los celos siempre me han parecido absurdos cuando una relación funciona, un sufrimiento sin motivo que solo conduce al auto-maltrato psicológico.  Esta teoría básica jamás debe confundirse con los celos con motivo, es decir, cuernos ─variación absoluta del término que destroza el corazón o, al contrario, permite visualizar una realidad por la que ya no merece la pena luchar─. Un punto y aparte de una historia de amor sin final feliz.
Pese a aplicar estos principios de libertad y confianza a mi vida, mis sentimientos  se han tambaleado este último mes. Una punzada de celos se ha agarrotado en mi estómago y no sé cómo superarlo. Me siento tan ínfima frente al nuevo amor de mi Alonso que ignoro cómo afrontar la batalla, qué hacer. Soy incapaz de alcanzar el estatus, glamour o la blanca "belleza" de su nuevo amor. Su amante lo tiene todo: dinero, poder, estilo, reconocimiento mundial... Además, le dedica todo su tiempo, de su boca solo salen palabras de elogio, de admiración. 
Pese a mi inmenso dolor y mis celos, mi espíritu positivo me impide hundirme y lleno mi tiempo de ocio con fantásticos planes.

 Visita a las bodegas Orusco 


Alonso me abandonó el día de fiesta para estar con su gran amor. Ni me inmuté. Tomé el coche y me dirigí a Valdilecha, a las bodegas Orusco. Todos los amigos (mejor dicho, todas las parejas salvo yo que era la única impar) paseamos entre barricas, descubrimos las distintas variedades de vino, comimos rodeados de risas infantiles, anduvimos por el pinar... Catamos la felicidad e intenté olvidar mi soledad.


Durante la visita, ejercí de fotógrafa oficial


 Toc-toc


El fin de semana, para mitigar mi dolor cardíaco, me escapé al teatro. Una huida hacia delante de varias mujeres en busca de grandes dosis de humor, unas copas nocturnas, unos cócteles de confidencias y secretos ocultos. 

 Pádel 
Y, cómo no, para desahogar las heridas sentimentales, mucho pádel. El viernes, clase por la mañana y partido femenino por la tarde. El sábado, partido matutino mientras los niños acudían a su curso de natación y mi Alonso, qué excusa más banal, a trabajar. El domingo le elegí de contrincante y le disparé varias bolas desde el campo contrario al estilo ametralladora para que entendiera que me había percatado de la situación.


 Final 
He perdido la batalla. Soy incapaz de luchar contra su obsesión, la fijación que le absorbe la mente, el tiempo... Sí, soy atlética de corazón y no sé qué hacer. Alonso está enfrascado en un  proyecto vinculado al periódico: el libro histórico del Real Madrid que le tiene encerrado entre las cuatro paredes de la redacción y las visitas al Santiago Bernabéu.
Mi Alonso me es infiel con el Real Madrid y eso para una atlética es muy duro. ¡Pero cómo voy a vencer con mis armas de seducción a su equipo del alma! Ay, que no tiene nombre que a una india colchonera le pongan los cuernos vikingos. 

martes, octubre 11, 2011

Directa a la perdición


Mi auténtica perdición
─¿Para qué vas a empezar la dieta el lunes si el miércoles es fiesta y te vas con varios amigos (niños incluidos y Alonso excluido por motivos laborales) a una cata de vino en las Bodegas Orusco y a comer manjares hipercalóricos? Además, el jueves tienes comida con una amiga y el viernes por la noche abandonas a tus  hombres para ir al teatro y después de parranda con unas cuantas locas. Con esta agenda tan comprometida es absurdo que comiences el régimen. Total, te lo vas a saltar sí o sí. ─Me susurraba mi conciencia mientras arrastraba mi carro tuerto de la compra, ¡siempre me toca el malo!, por los pasillos de Mercadona.
Salada tentación
─¡Para, para!, que una cosa es que no hagas dieta y otra que te concedas todos los caprichos calóricos que se te antojen. ¡Deja ahora mismo en el estante el pan de pipas! ¿Me has oído? ¡Pero no cojas la tarrina de tarta de queso! Emma, te estás echando a perder... ¡Dios mío, no mires a la zona de refrigerados, hay un producto nuevo que te va a enloquecer! Por favor, por favor, no mires...
Una luz iluminó el estante y observé las tarrinas blancas y rosas. Sí, habían traído unos sorbetes iguales que los "Dalkys de fresa", mi perdición. Mi conciencia se desgañitó con sus gritos.
─¡No los cojas, no los cojas! Pero, ¿tú no querías ceñirte estas Navidades en un traje de cuero al estilo Cat woman? A este paso serás Michelin woman.
Empecé a canturrear para no escucharla. Ay, que el día que la conciencia se pone pesada no hay quien la aguante.
─Tú verás, pero luego no te quejes... Que además de deporte tienes que hacer dieta. Que el deporte tonifica pero no adelgaza... Ay, no llegas a Cat woman ni de casualidad...
"Habla chucho, que no te escucho", empecé  a decir en voz alta hasta que percibí las miradas aterradas del resto de los "empujadores de carros buenos" que deambulaban al estilo paseo marítimo por Mercadona. Di unos pasos hacia atrás, me acerqué de nuevo a los refrigerados y... ¡¡¡cogí otros dalkys de fresa!!! ;-)


El nuevo placer para mis carnes




lunes, octubre 03, 2011

Flechas directas al corazón

Soy rara o más bien rarita. Nunca anhelé diamantes, joyas caras,  bolsos de marca o relojes súper-mega-fashion. No, no va con mi carácter. En cambio, me vuelve loca un buen libro, un viaje, una cena, un ramo de margaritas o una bella planta. Mi corazón se conquista con pequeños detalles, con esos guiños imperceptibles para muchos que me hacen botar de alegría y me trasladan a mis momentos zen de felicidad. 
Los que me conocen bien (ellos saben quiénes son) entienden mis "absurdos" sufrimientos y me sorprenden con sus detalles. Esta semana dos flechazos me han dado de lleno en el corazón.


Flecha 1: Ángeles.
El domingo quedamos para batirnos en duelo contra los hombres, esos seres miserables que nos vencieron en el último partido de pádel. Los bandos estaban muy bien definidos. Nosotras contra ellos. Una lucha cruenta. Las armas, las palas de pádel. La munición, las pelotas amarillas. Al final la batalla quedó en tablas y nuestro orgullo intacto.
Al abandonar la pista, observé sobre el banco donde descansaban todos los útiles "padelianos" una bolsa morada de la tienda "Lumbre y barro"  .
─Es para ti ─sonrió Ángeles─, tu regalo de cumpleaños.  Espero que te guste.
Abrí con cuidado y encontré un tesoro: un árbol mágico que me sonreía y escondía una planta en su interior. Intenté articular palabra, pero la emoción me lo impidió.


Mi árbol mágico, obra de la hermana de Ángeles. En lumbreybarro.com


─¿Te gusta?
─Me encanta, Ángeles... No sé cómo agradecértelo. Eres un cielo, me has emocionado. ¡Qué maravilla!
Volví a casa embriagada por los encantos de mi mágico árbol y por la amistad de Ángeles, un diamante en bruto.


Flecha 2: Luis e Icíar.

La vuelta al trabajo después de un fin de semana siempre se me hace cuesta arriba y cada vez la noto más empinada. Mis pies me arrastran al interior de la redacción mientras mi mente navega por su mundo de fantasía. Abro los ojos, cierro los ojos, repito la operación un par de veces hasta que compruebo que lo que hay sobre mi mesa no es una de mis alucinaciones, no es un sueño. Me acerco y me quedo hipnotizada ante las bolitas rojas. ¡Qué belleza! ¡La perfecta combinación cromática! El verde salpicado por motas rojas. 
─Luis ─susurró para mí misma─ ha sido Luis.
Mi mano roza las hojas puntiagudas y se estremece. Mis compañeros observan mi reacción. Quiero gritar, me contengo, aunque no puedo evitar musitar su nombre.
─Un acebo.
Sí, Luis me había regalado un acebo plagado de bayas rojas y de amistad, había devuelto la Navidad a mi casa. "Luichi" (Luis+Ichi), el acebo, está ahora en mi jardín, pero detrás, oculto de las miradas de los malechores, acoplándose a su nuevo hogar, conociendo al resto de las plantas.
"Luichi", mi acebo, mi alegría. ¡Mil gracias Luis e Icíar! He palpitado de emoción.
(¡Ay, cuando se enteré Fifí se va a poner súper celosa!)


"Luichi", mi nuevo acebo


Otras flechas al corazón


En estos últimos y tristes días las personas que nos quieren lo han demostrado a través de grandes y pequeños detalles. Con su presencia, con una simple llamada o un mensaje nos han arropado el corazón. Mi memoria prodigiosa (siento mi falta de modestia, pero es una de las pocas virtudes de las que puedo presumir) recuerda cada abrazo, cada llamada o cada mensaje. Mil gracias a todos los que habéis estado ahí.