martes, noviembre 02, 2021

Memoria gastronómica



Conozco gente que extrae de su cabeza, como si fuera la chistera de un mago que oculta una paloma blanca, jugadas futbolísticas de hace más de veinte años o te fecha con exactitud el día y año en que ocurrió cierto acontecimiento histórico o personal. Amigos que no dudan a la hora de citar la capital de un país remoto de Asia o que conocen la denominación latina de un simple gorrión.
       Cada mente posee ciertos dones que la diferencian del resto. En mi caso, puedo asegurar que la virtud de mi gran cabeza ─lo que me cuesta encontrar y que me quepa un sombrero─ es la memoria gastronómica. 
       Mi abuela nunca tuvo mano para la cocina, no le interesaba. Sin embargo, recuerdo sus filetes con patatas fritas y su tortilla de jamón serrano, y más a ella. Aún me perturba el fuerte olor a cilantro que inundaba las cocinas de los restaurantes de Ecuador, el crepitar de las brasas de las barbacoas con patatas y costillas de cordero de los veranos de mi infancia, el sabor de las paellas junto al mar Mediterráneo, las cebollas rellenas del norte de España o el olor a asado segoviano.
       Uno de los tesoros de la amistad y la familia es agasajar y sorprender a los invitados con los mejores platos culinarios: un mimo silencioso que deleita el paladar. Mi mente recuerda a la perfección ciertos manjares que me sorprendieron, esos bocados que me transportaron al paraíso. Son tantos los platos almacenados en mi memoria, tantos sabores, tantos amores, que no es posible enumerarlos: alcachofas pintadas de oro, bolas de chocolate que al derretirse mostraban un tesoro en su interior, crema con zamburiñas, manitas en salsa, salata de vinete... No siempre tienen que ser recetas complejas: ¡cómo olvidar aquellas fuentes de percebes, navajas, la tortilla de patatas o la ensalada de tomate rosa, mango y cebollino! Tantas delicias y un sueño que jamás se va a cumplir: volver a saborear el filete con patatas que preparaba mi abuela.

miércoles, junio 09, 2021

Kate y Emma son la leche


Gorda, estupenda, vieja, real... La batalla en las redes entre los detractores y defensores de la apariencia de Kate Winslet en la miniserie «Mate of Easttown» (HBO) ha sido cruenta. Kate ha asumido los cambios de su edad: su barriga, sus patas de gallo y arrugas expresivas, huellas de la vida. Ha defendido su cuerpo frente a los retoques de Photoshop y los estereotipos de belleza juvenil, de perfección estética que tanto amargan a muchas mujeres. Su fuerza reside en su aceptación. 

Hace años asumí que soy como la leche: desnatada, semidesnatada y entera. Mi sueño imposible es el estado desnatada, 0% materia grasa. Mi realidad, en cambio, oscila entre semidesnatada y entera, sobre todo después del confinamiento. Cien por cien materia grasa y otro tanto de felicidad. Kate es de las mías, la leche. Leche de vaca. No de soja, coco, quinoa o arroz... Vaquitas graciosas que se ríen sin complejos y con una certeza vital: el físico es importante, pero el carácter, la personalidad o el sentido del humor, más. Y los que nos aman con nuestras imperfecciones son los mejores.

miércoles, mayo 26, 2021

Perales, dime, ¿pero quién es él?



En los tórridos veranos turolenses de mi infancia, en un pequeño pueblo que no existe en el mapa pero que bebiendo vino lo conoce hasta el Papa, la música sonaba sin parar desde el radiocasete enchufado en una de las columnas blancas de gotelé que sostenían el tejadillo de la única zona de sombra del huerto ─allí no existían los chalets o las fincas, todo eran huertos─. Entre chapuzón y chapuzón en la piscina pintada de azul celeste con una escalera de hierro blanca, me estresé al no saber "quién es él, en qué lugar se enamoró de ti". Tampoco adiviné quién "se marchó, y a su barco le llamó Libertad". Perales sonaba en bucle desde el aperitivo hasta la cena. Luego llegó Rocío Jurado con esas olas arrebatadoras que primero enamoraban de fuego y de caricias, y al final "como una ola, se fue tu amor, como una ola". Una infancia muy sufrida entre el amor y el desamor. Por no hablar de Pimpinela y su "por eso vete, olvida mi nombre, mi cara, mi casa y pega la vuelta". 
          En la juventud abandoné el sufrimiento y deseé el clásico "tractor amarillo, que es lo que se lleva ahora", intentaba no arrimarme a la pared "que te vas a llenar de cal, de cal, de cal" y empecé a beber cervezas para entender el significado de esa "agüita amarilla, cálida y tibia". Por la mañana, al despertar,  miraba al cielo con la esperanza de adivinar esas "cien gaviotas, ¿dónde irán?". 
         José Luis Perales ha anunciando su última gira y así, sin quererlo ni desearlo, me ha entrado un golpe de nostalgia porque "¿qué pasará mañana cuándo te hayas ido?, ¿a quién podré contarle que te siento lejos?"

domingo, abril 04, 2021

Herido, mi primera novela

 

Después de mucho esfuerzo, y más ilusión, he publicado mi novela "Herido". Si quieres saber quién es Martín, conocer sus mujeres y sus deseos, el pasado que le acecha como una amenaza y qué hay detrás de la extraña muerte que lo complicará todo, no dudes en adquirir el libro en el siguiente enlace.


Además, si te gusta, espero que lo promociones como se merece. Gracias por todo.