martes, febrero 28, 2023

Terror: ¡Tío Gilito, James Bond y Roald Dahl!



Ahora que la sociedad se ha convertido en una meapilas, que todo se analiza con lupa, que los "ofendiditos" aparecen al girar por cualquier esquina, he comprendido mi carácter. No me ha hecho falta asistir a terapia o tumbarme en el diván de un psiquiatra. Sé quiénes son los culpables de mi fuerte carácter, de mi sentido del humor, de mi poca vergüenza o falta de timidez. Desde aquí quiero denunciar, y denuncio, a mis progenitores, a mis profesores y a todos aquellos que me permitieron en mi infancia ser feliz y disfrutar de los libros de Roald Dahl. Adentrarme con Charlie en la fábrica de chocolate, ver cómo trabajaban los upalumpas; imaginar el olor del jugoso y gigante melocotón de James; descubrir la poesía con los 'Cuentos en verso para niños perversos' y, cómo no, 'Matilda'. Aquella época indecorosa en la que el gordo era gordo, no 'enorme'. Y la fea, fea, no 'bestial'.
    Encima, y esto sí que no tiene perdón, me llevaban al cine y veía las películas del agente secreto 007. Sí, Bond, James Bond, que siempre pedía al barman un Martini mezclado, no agitado. Tal es la perversión de su lenguaje que ahora van a reeditar las novelas de Ian Fleming para eliminar los términos racistas ─los negros serán 'persona negra' u 'hombre negro', que tampoco percibo una gran diferencia, seré inculta─. Que sí, que no hay que fomentar el racismo, ni la homofobia, ni nada que denigre a cualquier ser humano, pero esos libros se escribieron hace muchos años, en otra época, con otras morales y lenguajes.
    Incluso Disney ha censurado dos cuentos del Tío Gilito ─repito, ¡del Tío Gilito!─ por racistas. En fin, a este paso al pobre Gilito le van a prohibir bañarse en su tanque de monedas para no ofender a los más desfavorecidos.
    Queridos, después de tantos sinsabores, creo que ha llegado el momento de que pida hora con mi terapeuta y mi psiquiatra, que lo mío no tiene solución. 

lunes, febrero 06, 2023

Más que compañeros, amigos


Ring.
A Alexis lo conocí en 1992, el día que entré en la redacción del antiguo suplemento "Blanco y Negro" (ABC) con mi trencita parisina de tela multicolor entre mis rizos negros. "Que sepas que yo soy mitad español, mitad cubano. De cintura para arriba, español. Y de cintura para abajo, cubano", me dijo entre risas. Y así es él, el hombre vitamina de la redacción, el más artista a la hora de poner motes a la gente y arrancar las carcajadas en cualquier momento. Los viernes, en los interminables cierres del suplemento "Nuevo Trabajo", cenábamos en el VIPS y volvíamos a las dos o tres de la madrugada a la redacción para ver los ferros y rematar el trabajo con buen humor y sabor a sándwich Vips Club. Y así año tras año, en los suplementos o en el diario, con su picante humor y su arte para animar a los compañeros. Toda una vida.

Ring. Fede, nuestro Fede, el experto en ajedrez, cine, televisión y, sobre todo, sus chicas, sus dos hijas. "Venid a mi sección, que me han mandado piruletas con forma de corazón por el día de San Valentín", comenta entre las mesas de la redacción. Fuera, en la vida, coincidimos en los bares de nuestra zona, la Feria del Libro… Un tío espléndido y gran amigo de sus amigos. Jaque, pero no mate.

Ring. Siempre con una sonrisa. Así es Mariajo, positiva, risueña, alegre y muy currante. "Que sepas que eres mi bruja favorita", me dice entre risas cada vez que nos cruzamos por la redacción. Los últimos años apostó por lo fundamental, su familia. Una persona maravillosa.

Ring. "¿Te gusta cómo me ha quedado el corte de pelo? Ay, ya quisiera Alexis tener mi cabellera", pregunta y se responde a sí mismo Isaac. Nacido en Benidorm, "con mucho orgullo", vino de la delegación de Valencia a Madrid. En la "barra" de la redacción, el lugar donde improvisamos el cóctel de los sábados o fiestas navideñas, nos cuenta con detalle su vida, sus aventuras y desventuras, su pasión por su hija Marina... Qué grande.

Ring. Las primas, Gema y Marisol, la alegría de la sección de Opinión. Cuántas confidencias entre agenda y agenda. Esas noches que se alargan con sentido del humor, esa sidra para celebrar su nueva ubicación. El amor que despiertan en todos los colaboradores y compañeros. El tándem perfecto.

Ring. Carlos, un sol de chaval: atento, educado y supertrabajador. Desde la sección de Economía recorre el pasillo hasta Maquetación. "Perdón, no quiero molestar, pero necesito un adelanto…", dice con una tímida sonrisa. Él nunca molesta, al contrario, alegra la vida. 

Ring. Mapi, la elegancia personificada sobre sus tacones. La única capaz de encontrar la foto más recóndita del archivo de ABC y de explicarnos, mil veces si hace falta, cómo funciona el Quay para localizar cualquier imagen. Pura simpatía.

Ring. Laura es una todoterreno. Siempre con la maleta preparada para partir a cualquier destino: Ucrania, Jerusalén, Kazajistán… Entre su carácter y el mío a veces han saltado las chispas, pero por motivos laborales que se olvidan al cabo de los días o las horas.  

Ring. Con Armando nunca me he relacionado. La fractura entre las nuevas tecnologías (SEO, Internet…) y la redacción de papel es inevitable. Ahora, después de leer su fantástico mail de despedida, me arrepiento de haber perdido esa oportunidad.

El teléfono deja de sonar, paran los despidos y llegan la tristeza, los llantos, la rabia. Sí, todos ellos son unos auténticos profesionales, pero el dolor lo marca el corazón al ver cómo se van esos grandes amigos con los que has compartido tantos años, tantas vivencias, tanto cariño. Nos veremos fuera de esta casa y seguro que el futuro os traerá lo que os merecéis, lo mejor. Mucha suerte, amigos.