jueves, octubre 26, 2017

Simpática selectiva

Yoda, mi bella flor. El retrovisor partío y los mensajes indirectos de mi pinar

Desde que ha empezado el otoño mi antropomorfismo va a más. Para no ser pedante, y como el saber no ocupa lugar, os recuerdo que el antropomorfismo es la manera fina de denominar a las chaladas de mi calibre que hablan con su perro como si fuera un humano. Y esa soy yo. Y más desde que ha llegado el otoño, me he subido a la "mardita báscula" y me han atacado los regordimientos, que se han multiplicado por mil cuando ayer el veterinario, y mira que me cae bien, va y me dice sin pelos en la lengua que la perra ha engordado. ¡¡¡¡NO!!!!, grité como una histérica en el coche de vuelta a casa (ya sé que el uso de más de una exclamación no es correcto, pero así os daréis cuenta de la potencia de mi neurótico alarido)
   ─Mira, Yoda ─argumenté desde el asiento del conductor a mi pequeña schnauzer mientras observaba el retrovisor que aún no he arreglado sujeto con cinta de pintor─ lo nuestro es una putada, así te lo digo, porque mira que caminamos más de una hora todas las mañanas, tú corres despavorida detrás de la pelota y yo subo y bajo las cuestas con mi respiración entrecortada. ¡Hasta leo los puñeteros carteles que aparecen misteriosamente en el pinar con tablas de ejercicios! No lo entiendo, la verdad... Ahora, que yo te veo divina y tú tienes suerte, que a ti no te han puesto a dieta, pero te voy a controlar, que te encanta comer... Mira, hoy no, que esta noche tengo cena y luego viene el fin de semana, pero el lunes vuelvo a retomar mi amistad con la jodida lechuga y el puto tomate... No me mires de esa manera, que sabes que les quiero mucho.
   En fin, la vida es así, no la he inventado yo... Menos mal que hoy twitter me ha descubierto una frase que me define a la perfección: "Simpática selectiva". ¡Me encanta!

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