-Emma, ni se te ocurra hacerme un foto que me muero de la vergüenza... -suplicó Esther mientras arrastraba el carrito de la compra- ¡Qué imagen estoy dando!, ¡cómo me encuentre con alguien conocido!...
Mis risas se escuchaban por toda la piscina. Los niños saltaban en bomba, nadaban y disfrutaban del cumpleaños de Rubén y Antonio. Las madres portaban la intendencia en carritos de la compra que arrastraban por todo el césped. Desde las toallas, la gente observaba el espectáculo.
-¡Quieres dejar de hacer fotos!, ¡como publiques una en tu blog dejo de ser tu amiga!... ¡Qué escándalo!
-Venga, Esther, no sufras tanto... Si te parece quedamos mañana a ver el partido de España, que eso sí que es sufrir...
-Vale, no me parece mala idea. ¡Pero deja de sacar fotos!
-Te juro que solo saldrá el protagonista: el carrito.
-Mira que eres graciosilla...
El viernes brinqué de la cama para reservar mesa en un restaurante con pantalla gigante.
-Ay, será mejor que llame a la hora de la comida, que no sé si se pueden hacer ahora reservas -me dijo un empleado con cara y cuerpo de pocas luces.
Por la tarde saltaron las alarmas: ¡ya estaba todo reservado, no tenían sitio en el local!
-Alonso, no me voy a estresar, vamos a ver todos el partido en casa. Voy a llamar a Ángeles, Yolanda, Esther... y les informo.
-Pero...
-Sí, ya lo sé, no tenemos de nada, pero en cuanto salga del periódico lo apaño.
-Pero...
-Ya, ya, nos falta el cable de antena para sacar la tele al jardín... Tú tranquilo, que voy yo a la ferretería. ¿Te parece buen plan?-Bueno, pero...
-Sí, luego hablamos, que no me da tiempo.
18:30 (dos horas antes)
Salgo del periódico como Speedy Gonzales rumbo a la ferretería.
-Hola, necesito un cable de antena para la televisión.
-¿De cuántos metros? El máximo que tengo es de dos y medio.
-Huy, pues yo necesito veinte metros, que es para sacar la tele al jardín, que en breve va a venir todo el mundo a casa y no tengo nada...
-Puedes adquirir el cable y las clavijas y montarlo.
-Vale -es el momento de actuar o me pilla el toro, pensé con maldad femenina mientras mi amable ferretero contaba los veinte metros de cable-. Ay, perdona, como voy tan mal de tiempo no te importaría ayudarme a poner las clavijas... Es que soy tan manazas y el partido empieza en breve...
-Bueno, nunca lo hago, pero como no hay más clientela, te lo montaré yo...
Antes de decir que seguro que iba a ganar España y que todo sería gracias a él, el cable de antena ya estaba "finiquitado".
19:00 (hora y media antes)
Feliz corrí con mi bolsa al coche, arranqué y antes de llegar a casa pegué un frenazo, metí la marcha atrás, paré y observé una mesa que acababan de dejar en la acera.
"Nena, esa mesa es la perfecta para poner la tele en el jardín", me dije a mí misma.
"Sí, es perfecta", me contesté con educación.
Freno de mano, apertura de maletero y como las gitanas arramplé con la mesa.
De pronto mi casa se convirtió en "El camarote de los hermanos Marx": la mesa no cabía por la puerta del jardín, desmontamos las ventanas de la cocina, sacamos la mesa, montamos las ventanas, bajamos a por la tele de 28 pulgadas y la subimos a pulso entre Liset y yo, los niños decoraron la mesa con banderas de España, conectamos el cable de antena a la toma del cuarto de estar y lo sacamos por la pequeña ventana del lavadero, ubicamos quince sillas en el jardín simulando un cine de verano, descendimos las mesas para la comida y la bebida; antes de que llegara Alonso preparé una ensalada de pimientos, otra de garbanzos, arroz y alitas de pollo barbacoa para los niños...
19:35 (cincuenta y cinco minutos antes)
Llega Alonso y parto a Supercor a comprar tortillas, empanada, cervezas, patatas, ganchitos... Cargo el maletero, salgo del parking y siento como una taquicardia me aprisiona el corazón. ¡¡¡Llueve!!!, ¡¡¡diluvia!!!... Ay, mi tele, mis sillas, ¡¡¡mis invitados!!!
20:15 (quince minutos antes)
De nuevo mi casa es "El camarote de los hermanos Marx". Alonso ha salvado la tele, Diego sube las sillas, Álvaro las seca... Sin saber cómo colocamos todo en la terraza protegida por el toldo. Suena la puerta, entran los invitados. De fondo, llueve. Nos acoplamos. El árbitro pita. Empieza el partido, la histeria, España-Chile. Villa, maravilla con sus dos goles. España gana, la emoción se desata. La comida vuela. La bebida (vino, cervezas y copas) se evapora. Los gritos de los niños se multiplican. La noche se alarga hasta las dos de la mañana entre risas, bailes infantiles y mucho hablar... Y al día siguiente, a trabajar.
PD. Podría escudarme en el dicho "rectificar es de sabios". Pero si algo sé es que no soy sabia y que la filosofía zen no va con mi carácter. Así que aquí estoy para dar la lata con mis neurosis e historias... Por si alguien le interesan.
Mil gracias por los ánimos (¡nunca vienen mal!) a Luis, Cristina Q. y Cristina A.
Por ahora, continuo...