¡¡¡Feliz año a todos y.... A bailar al ritmo de mi última stop motion!!! ¡Qué vicio!
jueves, diciembre 29, 2011
martes, diciembre 20, 2011
¡Felices fiestas! ¡Feliz stop motion!
Este año me he lanzado a hacer una pequeña animación-felicitación con algunos de los muñecos que he diseñado para decorar la casa. Con el tiempo espero mejorar. Por ahora, os dejo este vídeo plagado de cariño y dedicación. "Es para mí un orgullo y una satisfacción desearos unas felices Navidades"
jueves, diciembre 08, 2011
París me mata
Para visitar París sin imprevistos, la mejor opción es comprar una guía turística para conocer los enclaves más famosos y ceñirse a sus consejos. En cambio, si deseas una aventura para recordar y no olvidar, te sugiero mi propio decálogo: "Diez momentos para descubrir París y no morir en el intento".
1- Según se llega a la ciudad es necesario comprar la tarjeta "Paris Visite" para moverse libremente en metro y tren. Si de pronto el último día se te caen los billetes al suelo, en ese preciso momento se desencadena un vendaval que hace que vuelen y después de correr tras ellos pierdes uno, no hay que desesperar: es la hora de enseñar a los niños cómo colarse en el transporte público para que con un solo billete pasen dos. Estrategia imprescindible en un turista desastre.
2- Disneyland Paris es una cita obligada para cualquier familia que viaje con niños. Allí, además de sumergirse en un mundo de fantasía, disfrutar en estas fechas de la cabalgata de Navidad y admirar la decoración, hay que subir en las distintas atracciones. ¿Conocéis a alguien que se haya quedado colgado en la montaña rusa "Space Mountain" y lo hayan tenido que evacuar por la salida de emergencia? Sí, amigos, a Diego y a mí nos sucedió: siete minutos parados en una subida empinada con el corazón acelerado y el miedo a fallecer en cualquier instante. ¿Dónde terminaríamos: en el cielo, el infierno o crionizados como Walt Disney?
3- En el tren hacia Versalles hay que estar muy pendiente en la salida de París para ver la Estatua de la Libertad, cuya réplica fue regalada por el gobierno francés a Nueva York. Si se acude al palacio el lunes debéis saber que está cerrado (por supuesto fue lo que hicimos para comprobarlo), pero se puede pasear por sus impresionantes jardines.
4- París desde el cielo. Subir a los monumentos para ver la ciudad desde las alturas es una experiencia única. Los 284 escalones de L' Arc du Thriomphe nos trasladan hasta el "ático parisiense" desde el que se puede ver la avenida de Les Champs Élyssés, la noria y, en el otro extremo, L' Arc de la Défense (versión moderna del Arco del Triunfo). Al bajar no pierdas la oportunidad de pasear entre el bullicio parisiense, los escaparates y alimenta el cuerpo con un sabroso crèpe de algún puesto del mercadillo de Navidad. En la Place de la Concorde, sube a la noria, admira "Paris la nuit" y recuerda que cerca del obelisco (traído desde Luxor) fueron guillotinados Luis XVI y María Antonieta.
5- La Tour Eiffel, pese a las controversias que generó en sus inicios, es el monumento más emblemático de París. Para no olvidar sus jardines (Champs de Mars) o Trocadero, Álvaro se cayó y rompió la súper cámara fotográfica de Alonso y en lo alto de la torre, una dulce ancianita intentó sustraerme el monedero. Para mitigar estos pequeños caprichos del azar nada mejor que un paseo en "bateau mouche" por el Sena, un momento de calma, tranquilidad y frío.
6- Casi todos los turistas que acuden a la ciudad esperan una larga cola para visitar Notre Dame. En mi opinión, el templo más bonito se esconde a pocos metros: "La Sainte-Chapelle", una capilla decorada con unas impresionantes vidrieras que cortan la respiración. Después, un paseo por le marché aux fleurs, rincón de flores y pájaros; y por último, si el corazón late con fuerza, hay que colgar un candado en la baranda del Pont des Arts para sellar el amor de la pareja.
7- Antojos del corazón: perderse en el barrio de Saint Germain des Prés, comer en un pequeño bistrot, olvidar los minutos entre los objetos navideños y comidas típicas francesas de los mercadillos de La Défense o les Champs Élyssés; si tiene tiempo, ver la Gioconda en el Louvre (si lo permite la invasión de chinos que se aglomeran frente a ella para hacer una foto) y, cómo no, el maravilloso Musée D'Orsay.
8- En Montmartre, la colina está coronada por la basílica de Le Sacré-Coeur. A sus pies, varios grupos de trileros atraen a los turistas incautos para sustraerles con uno de los timos más antiguos su dinero.
9- Es el momento de volver, pero París nos tienta y sin darnos cuenta llegamos tres minutos tarde al aeropuerto Charles De Gaulle. La facturación está cerrada. Pasamos la maleta por el escáner y antes de entrar en el avión una negra con cara de bull-dog nos detiene.
─No podéis pasar con esa maleta─ nos escupe con muy malos modos.
─Disculpe, hemos llegado tarde...
─Me da igual.
─Bueno, pues dejamos la maleta aquí.
─¡No! Os quedáis en tierra... (estos puntos suspensivos resumen sus cientos de improperios)
Los niños lloran, el bull-dog es insensible y nos cierra la puerta en las narices, sin opción de reacción, con una ira en el cuerpo incontrolable...
10- Todo buen turista debe saber reaccionar ante los imprevistos e intentar solucionar los problemas con la mayor celeridad posible. Al final volvimos en tren: Paris-Poitiers en el TGV (¡igual que el de Tom Cruise en Misión Imposible!) y Poitiers-Madrid en el coche cama del Talgo. ¡Toda una aventura para los niños y no tan niños!
Cinco días en París, un decálogo de aventuras y una mochila cargada de recuerdos y anécdotas.
Al fondo, Notre Dame |
Mi histeria se desató en el parque |
Un paseo por los jardines de Versalles |
En Navidad, las luces y la decoración de París hipnotizan al turista |
La Tour Eiffel y mis amores |
Los candados del amor del Pont des Arts |
La gran pinacoteca del mundo, el Louvre |
Le Sacré-Coeur |
Menos mal que el humor nunca nos falla |
─No podéis pasar con esa maleta─ nos escupe con muy malos modos.
─Disculpe, hemos llegado tarde...
─Me da igual.
─Bueno, pues dejamos la maleta aquí.
─¡No! Os quedáis en tierra... (estos puntos suspensivos resumen sus cientos de improperios)
Los niños lloran, el bull-dog es insensible y nos cierra la puerta en las narices, sin opción de reacción, con una ira en el cuerpo incontrolable...
Cinco días en París, un decálogo de aventuras y una mochila cargada de recuerdos y anécdotas.
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