Una grúa en el párking me impide acceder a la zona de aparcamiento, retrocedo marcha atrás con mi gran bólido mientras canturreo alguna de las canciones macarras con las que me machaca mi hijo desde que ha vuelto del campamento. De pronto...
─¡Emma!, ¡Emma!
─¡Para, para!
¡Crass, crass!
Paro en seco mi coche y observo como dos vigilantes de seguridad hacen aspavientos con sus brazos y gritan mi nombre desesperadamente. Con la tranquilidad que me confiere mi habilidad para que me sucedan extraños sucesos, bajo la ventanilla, les sonrío y pregunto con intriga.
─¿Qué ha pasado?, ¿contra qué me he chocado?
─Contra la barrera de seguridad.
─¿La he roto?
─No, parece que no.
Me despido de ellos con mi risa nerviosa y un "perdón", aparco con calma, subo al periódico, me siento frente a mi ordenador y...
─¡Buenos días!
Elevo la vista y allí estaba el hombre que más me ha hecho gritar de emoción, que me ha generado mayor entusiasmo... Por él he organizado grandes festines en casa, he bebido, brindado... Por él me he pintado la cara, he salido como una loca a la calle con mis banderas, mis vuvuzelas... Sí, allí, frente a mí, estaba Vicente del Bosque.
─¡Buenos días! ─contesto con educación y los nervios aprisionados en el estómago.
De pronto siento que voy a fallar a mis principios. Durante veinte años en la redacción he visto pasar a cientos de artistas, miembros de la Familia Real, famosos, famosillos de pelo y medio, grandes personalidades. He saludado al Príncipe de Asturias, a cantantes... ¡Pero jamás he pedido un autógrafo! Sentí la tentación cuando vino Diego el Cigala, pero al final apacigüe mis ganas.
Pero, ¡cómo no le voy a pedir un autógrafo a Vicente del Bosque! Si se enteran mis hijos me matan... Al final, el míster firmó y dedicó a mis peques la foto, pero debo destacar su simpatía, su paciencia por aguantar a toda la redacción... Todo un señor de los que quedan muy pocos.
La visita de Del Bosque despertó mi instinto deportivo y por la tarde embutí mis carnes en mi culotte negra de ciclista y una camiseta blanca de tirantes. Partí con mis hijos y mis pintas-adefesio al estilo "Verano azul". El inicio, fantástico: todo cuesta abajo. Ay, la vuelta fue terrorífica: todo cuesta arriba. Llegué a casa con mi tono "rojo-tomate" en la cara, mi culo dolorido y el sudor empapando la camiseta. ¡Cuánto cuesta ser una deportista de élite que trabaja todas las disciplinas: pádel, bici, natación...!
PD. Os preguntaréis que cómo siendo una deportita de élite no voy a los Juegos Olímpicos. Estaba convocada, pero al ver los uniformes tan feos y faltos de glamour decidí no acudir. ¡Que soy una deportista con estilo! (estilo pazguato, pero eso es un secreto)
─¡Emma!, ¡Emma!
─¡Para, para!
¡Crass, crass!
Paro en seco mi coche y observo como dos vigilantes de seguridad hacen aspavientos con sus brazos y gritan mi nombre desesperadamente. Con la tranquilidad que me confiere mi habilidad para que me sucedan extraños sucesos, bajo la ventanilla, les sonrío y pregunto con intriga.
─¿Qué ha pasado?, ¿contra qué me he chocado?
─Contra la barrera de seguridad.
─¿La he roto?
─No, parece que no.
Me despido de ellos con mi risa nerviosa y un "perdón", aparco con calma, subo al periódico, me siento frente a mi ordenador y...
─¡Buenos días!
Elevo la vista y allí estaba el hombre que más me ha hecho gritar de emoción, que me ha generado mayor entusiasmo... Por él he organizado grandes festines en casa, he bebido, brindado... Por él me he pintado la cara, he salido como una loca a la calle con mis banderas, mis vuvuzelas... Sí, allí, frente a mí, estaba Vicente del Bosque.
─¡Buenos días! ─contesto con educación y los nervios aprisionados en el estómago.
De pronto siento que voy a fallar a mis principios. Durante veinte años en la redacción he visto pasar a cientos de artistas, miembros de la Familia Real, famosos, famosillos de pelo y medio, grandes personalidades. He saludado al Príncipe de Asturias, a cantantes... ¡Pero jamás he pedido un autógrafo! Sentí la tentación cuando vino Diego el Cigala, pero al final apacigüe mis ganas.
Pero, ¡cómo no le voy a pedir un autógrafo a Vicente del Bosque! Si se enteran mis hijos me matan... Al final, el míster firmó y dedicó a mis peques la foto, pero debo destacar su simpatía, su paciencia por aguantar a toda la redacción... Todo un señor de los que quedan muy pocos.
La visita de Del Bosque despertó mi instinto deportivo y por la tarde embutí mis carnes en mi culotte negra de ciclista y una camiseta blanca de tirantes. Partí con mis hijos y mis pintas-adefesio al estilo "Verano azul". El inicio, fantástico: todo cuesta abajo. Ay, la vuelta fue terrorífica: todo cuesta arriba. Llegué a casa con mi tono "rojo-tomate" en la cara, mi culo dolorido y el sudor empapando la camiseta. ¡Cuánto cuesta ser una deportista de élite que trabaja todas las disciplinas: pádel, bici, natación...!
PD. Os preguntaréis que cómo siendo una deportita de élite no voy a los Juegos Olímpicos. Estaba convocada, pero al ver los uniformes tan feos y faltos de glamour decidí no acudir. ¡Que soy una deportista con estilo! (estilo pazguato, pero eso es un secreto)
"Para Diego y Álvaro. Con afecto. Vicente del Bosque" |