¡Me encanta el 28 de diciembre! El día perfecto para arrancar risas y sonrisas, el día de las inocentadas. Este año todo comenzó con varios mensajes por Whatsapp:
─No te vas a creer lo que me ha sucedido...
─Cuenta, cuenta
─Álvaro ha invitado a un amigo a casa y ha traído la bola de bolera que le ha regalado Papá Noel... ¡Y se les ha caído por la escalera y me han roto dos peldaños! Me va a dar algo...
─¡Qué horror!
─Estoy atacada, acabo de llamar al seguro y va a venir el perito de urgencia, pero no creo que lo cubra, además cómo se lo explico...
Los mensajes han continuado. Mi madre, la mejor inocente, me ha llamado muy preocupada y mi interpretación telefónica ha sido tan buena que los niños no aguantaban el ataque de risa.
A mi prima, para meter más leña, le he dicho que no sabía si podría ir a Oliete en Nochevieja, que menudo panorama tenía en casa. Y mi prima se lo ha contado a su madre, y su madre a mi padre que me ha llamado aterrado.
De mis amigas, se salvan por malvadas las del FEM, las fifty-fifty y las padelianas, pero, ay, las del grupo de "madres de Álvaro" que me han hecho un análisis de los seguros de hogar.
Eso sí, mis hermanos los más listos.
Un día fantástico con grandes carcajadas, aunque creo que ya va siendo hora de desvelar a los más crédulos que todo ha sido una fantástica INOCENTADA.