Encima, y esto sí que no tiene perdón, me llevaban al cine y veía las películas del agente secreto 007. Sí, Bond, James Bond, que siempre pedía al barman un Martini mezclado, no agitado. Tal es la perversión de su lenguaje que ahora van a reeditar las novelas de Ian Fleming para eliminar los términos racistas ─los negros serán 'persona negra' u 'hombre negro', que tampoco percibo una gran diferencia, seré inculta─. Que sí, que no hay que fomentar el racismo, ni la homofobia, ni nada que denigre a cualquier ser humano, pero esos libros se escribieron hace muchos años, en otra época, con otras morales y lenguajes.
Incluso Disney ha censurado dos cuentos del Tío Gilito ─repito, ¡del Tío Gilito!─ por racistas. En fin, a este paso al pobre Gilito le van a prohibir bañarse en su tanque de monedas para no ofender a los más desfavorecidos.
Queridos, después de tantos sinsabores, creo que ha llegado el momento de que pida hora con mi terapeuta y mi psiquiatra, que lo mío no tiene solución.
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