jueves, julio 30, 2015

Menuda mala pata

Qué mala pata, pirata

Pasear por el pantano de La Jarosa (Guadarrama), trepar por las montañas con mi hijo Álvaro, reír... El día serrano se antoja perfecto hasta que de vuelta hacia el coche, con el sudor recorriendo mi frente, sueño con la cerveza que me voy a tomar en la terraza que está junto a la ermita. Imagino cómo se desliza el líquido amarillo por el grifo, cómo la espuma empieza a burbujear, cómo el frío calma mi calor... Me imagino..
–¡Ayyyyy!
–¡Mamá, qué haces en el suelo!
–¡Me he caído! 
–¿Te has hecho daño?
Siento el esguince vibrar en mi tobillo, el dolor, la rabia por una caída tan absurda al borde de la carretera.
–No es nada, tranquilo –miento para ocultar mi preocupación por llegar hasta el coche, conducir hasta casa e ir al ambulatorio.
Pese al dolor, lo logro y mi hermano Pepe me lleva a urgencias con mi pie izquierdo calzado con una zapatilla de deporte, una chancla en el derecho y mis mallas negras ceñidas a los muslos. Puro antiglamour.
El diagnóstico no tarda en llegar: esguince. Tratamiento: pierna vendada, antiinflamatorios, reposo absoluto, muletas y mucha mala leche.
Ay, las vacaciones, ese periodo estival que te hace descansar por mandato médico y soñar con la cerveza de grifo. ;-)

Embalse de La Jarosa, antes de la caída


martes, julio 28, 2015

En el nombre de EMMA



Confieso que cuando leo o escucho "Emmita" o "Emmurri" no puedo evitar sonreír. Solo me llaman así las personas que mucho me quieren o me conocen desde la infancia. Una forma de expresar su cariño con un diminutivo con poderes aumentativos.
Mi nombre es sencillo, corto y elegante, pero siempre ha creado confusiones en la gente a la hora de escribirlo: "Enma", "Ema", "Elma"... ¡Incluso " Enhma"! Juro que cada vez que veo alguno de estos horrores tipográficos sufro taquicardias y espasmos asmáticos.
A principios del siglo pasado, mi tatarabuelo, un ávido y gallego lector, se enamoró de Emma, la protagonista de "Madame Bovary", de Gustave Flaubert. Cuando nació una de sus hijas decidió llamarla Emma y, desde entonces, ese nombre ha pasado de generación en generación hasta llegar a mí y a mis rizos.
Emma, de origen germánico, no es diminutivo de Emmanuelle, Manuela o Inmaculada. Emma es un nombre de cuatro letras con personalidad propia y diminutivos aumentativos.
Para muchos siempre seré Emma, para un puñado selecto Emmurri, Emmita o Emmurrieta, pero siempre con dos emes, que conste.

sábado, julio 25, 2015

Dichas y desdichas de mi melena rizada


"Ay, qué suerte tienes, me encanta tu pelo rizado", me dicen las mujeres de pelo liso desde mi más tierna infancia. Sonrío. Sí es maravilloso pero...


Hay días que salgo de casa con el pelo aún mojado y de pronto noto que la gente del trabajo o en el supermercado me mira como si vieran a un extraterrestre. En ese momento sé que algunos de mis rizos se han escapado y se elevan sobre la cabeza como si fueran las antenas de un marciano.
Otras veces, mis rizos se emocionan y crean unos tirabuzones tan perfectos que me imagino a Luis XIV, el Rey Sol, hipnotizado por mi gracia, mis rizos, mi piel blanca y mis carnes convirtiéndome en la Reina Luna del firmamento. ¡Qué rabia haber nacido con varios siglos de retraso!


Las mujeres de pelo rizado ahorramos mucho en horquillas: ¡con un simple lápiz creamos un moño que aguanta hasta un tornado!
Las féminas de pelo liso creen que las melenas rizadas no se deforman. Falso. ¡Menuda pesadilla es despertarse de la siesta y descubrir que medio pelo ha perdido su volumen y sus flexibles rizos!


Eso sí, el día que me aliso el pelo todos los hombres me dicen que qué guapa estoy (¿acaso estoy fea con el pelo rizado?), pero la belleza dura un instante porque la naturaleza decide colocar una nube sobre mi cabeza y la lluvia (¡arggg!) devuelve la libertad a mis rizos.


Menos mal que ahora llega el verano, el sol, la playa... Sí, mi momento de lucir mi  salvaje pelo al estilo Boney M por la humedad del ambiente. Mientras, el resto de las mujeres presumirán de sus fantásticas melenas lisas que vuelan al viento de levante y yo rebuscaré entre mis rizos algún cangrejo que ha confundido mi pelo con el coral negro del caribe.

¡Viva el pelo rizado!

viernes, julio 17, 2015

Cómo hacer una pared imantada

Una pared magnética, puro glamour

Quince días sola, sin niños. Podría tumbarme a la bartola, darme un baño en la piscina, disfrutar del paso del tiempo, del crecimiento de las petunias, pero... ¡no puedo! Mi mente empieza a tener ideas, les da forma y los nervios me hacen saltar de la hamaca.
─¡Voy a pintar el cuarto de Álvaro! ─grito a la salamanquesa que toma el sol sobre el ardiente suelo y que huye ante mi alarido.
Azul, blanco, amarillo... Me imagino el cuarto con distintos colores hasta que me decido por un gris arena. Subo a la habitación y los dinosaurios que decoran las paredes me suplican que no los eche, que quieren seguir allí. 
─Lo siento, no puede ser ─musito con pena─, Álvaro ya tiene once años y necesita un ambiente más juvenil.  Además, le voy a dar una sorpresa...

Paso 1: preparar la habitación
Igualar paredes y proteger las distintas partes para que no se manchen

Preparativos

Paso 2: sorprender
Una tarde en una tienda de Loewe, Gucci o Roberto Verino no me atrae lo más mínimo, pero una tarde en Leroy Merlin o una gran ferretería me vuelve loca y eso es lo que me pasó: me volví majara ante un nuevo invento que han sacado, una pintura magnética que imanta la pared. Después de muchas dudas decidí ponerlo en práctica y pinté una pared de negro. Pero no una capa, ni dos, ni tres... ¡5 capas! ¡Y cada una en distinto sentido para potenciar la imantación! ¡Me convertí en la karate kid de la pintura! Arriba, abajo, izquierda, derecha...

La loca de la brocha

Negro sobre negro
Paso 3: Cubrir la pared negra
Después de dejar secar la pintura imantada, es el momento de cubrirlo con el color deseado ─en este caso, gris arena─ y disfrutar de la creación: una pared con efecto magnético que permite colocar todos los posters o imágenes que se desee con imanes. La forma perfecta par no destrozar las paredes con chichetas o clavos. La locura de cualquier niño o mayor (¡creo que voy a imantar toda mi casa!)


Resultado final

jueves, julio 09, 2015

Envidia cochina

¿Pintura negra?

Pero qué envidia me dan mis hijos. Diego, en Malta, despendolado y disfrutando como un loco. Amigos daneses, franceses, italianos... Fiestas, excursiones, playa. Tres semanas de desenfreno y, espero, algo de inglés. Álvaro, el pequeño, en un campamento multiaventura en Cazorla: tirolinas, rocódromo, piraguas, pádel surf... Y mientras, la madre de las criaturas currando y pintando el cuarto del pequeño en mis ratos libres. Una auténtica sufridora. 
Eso sí, cuando se duerme el sol nos lanzamos a disfrutar de Madrid la nuit.

P.D: En breve os desvelaré por qué he pintado la pared de negro. Lo más de lo más. Y ahora, unas fotitos de Malta que me manda mi hijo para ponerme los dientes largos... Ay, menos mal que los adoro




viernes, julio 03, 2015

Rick Astley nunca me abandonará

¡Emma y Rick Astley!

Recorro las calles de Madrid en mi sauna particular. El aire acondicionado me ha abandonado y no hay forma de respirar aire fresco. Abro las ventanas del coche y el tórrido calor se cuela sin compasión. En la radio suena "Thriller", de Michael Jackson. Mi primer recuerdo me traslada a la Nochevieja de 1982 en casa de mi abuela Mary. Como marcaba la tradición todos íbamos vestidos de gala (¡aquellos dorados eran un poema sin rima!). Primos, tíos, padres... Todos arremolinados alrededor de la televisión para admirar la gran obra de arte: el videoclip de "Thriller". Lo más de lo más del momento. 
La música sigue sonando. Regreso al presente y por mi mente bailan Álvaro y sus amigos disfrazados de zombis con camisetas hechas jirones y caras terroríficas. "Ahora, la banda sonora de Piratas del Caribe", dice la locutora. Retiró la gota de sudor que resbala por mi frente, miro la radio y pienso que padezco alucinaciones. Todo lo que escucho me hace sentir la ausencia de mis hijos. Uno en Malta, otro en Cazorla. El mayor me tiene olvidada, el pequeño me añora como yo le añoro a él. C'est la vie
Por fin, una canción española, de las que a mí me gustan, de las que me hacen sentir, llorar o reír. Canto para espantar el calor, sonrío, sudo y repaso mis planes para los próximos quince días: cenas, noches locas, pintar un cuarto, piscina, relax... 
Aparco el coche-sauna en el parking, entro en el periódico y de pronto el día se ilumina, ¡Rick Astley en la redacción! Por Dios, la de bailes que me he marcado al son de "Never gonna give You up" o  "Whenever You need somebody". Presa del ritmo me levanto, me acerco hasta él, me agarra con su brazo y ¡foto para el recuerdo!

Never gonna give you up
Never gonna make you cry
Never gonna say goodbye
Never gonna tell a lie and hurt you
Never gonna let you down
Never gonna run around and desert you

Los mejores zombis de "Thriller", de Michael Jackson

El más pirata de los piratas del Caribe