jueves, febrero 04, 2016

Cuestión de carácter


El frío amanece en Madrid. Por el parque Juan Carlos I me cruzo con un corredor y una señora mayor que pasea a su perro. "¡Lo que voy a disfrutar cuando Yoda pueda salir a la calle!", pienso sin sentir los dedos helados de mis manos. La música suena en el único casco que se cuela por mi oído derecho. Me gusta la soledad matutina. En mi mente surgen mil ideas, argumentos que quiero desarrollar, alguna que otra maldad... Por más que intento caminar por las zonas con sol mi cuerpo no entra en calor. Sin ningún tipo de pudor elevo la bufanda circular de mi cuello para cubrir mis orejas. Mis rizos se escapan por los laterales y mi imagen pierde todo su glamour. "Que no aparezca nadie conocido", suplico mientras acelero el paso con mis pintas y buen humor. 
Sonrío. Los retazos de recuerdos del pasado y el presente reafirman la fuerte personalidad de mis hijos. Diego, con tres años, me suplicaba cada mañana que le pintara en la frente con el lápiz de ojos el rayo de Harry Potter ─su gran ídolo de aquella época─ y se iba al colegio tan feliz con sus "súper poderes". Álvaro, al contrario que su hermano, odia Star Wars, pero es un fan absoluto de "Los mercenarios 2", interpretada por grandes estrellas como Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger. Los pósters del film presiden la pared imantada que le pinté este verano. 
A Diego le gusta la pizza, el sushi y la Coca-Cola (todo lo que odia su hermano). A Álvaro le gustan los espaguetis boloñesa, el jamón serrano y el Trinaranjus (todo lo que odia su hermano). Solo coinciden en una puñetera cosa: su pasión por el Real Madrid (el equipo que odia su madre atlética)

La pared imantada con los posters de "Los mercenarios 2"

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