lunes, febrero 20, 2017

Una carta para ti


En una vieja caja de fieltro rojo escondida en un altillo de casa se almacenan cientos de cartas de mi juventud. De aquella época en la que escribía las historias de verano o los mensajes de amor con bolígrafo sobre una cuartilla que guardaba en un sobre en el que pegaba el sello que había comprado en el estanco. Ese sello que al chupar dejaba un desagradable sabor en la lengua. Deprisa, corría hasta  alguno de los buzones amarillos que decoraban las aceras de la ciudad ─ahora, en proceso de extinción─, y lanzaba la carta por la abertura metálica con la ilusión y la esperanza de que no se perdiera entre el maremágnum de postales y envíos que cada día recibían en Correos. 
   Abrir el buzón de casa y encontrar que alguien me había enviado una carta era una emoción indescriptible que con el paso de los años ha pasado al olvido por la inmediatez de los emails y los whatsapps. Sin embargo, el nerviosismo retorna a mi vida todas las Navidades. Desde hace muchos años, Juan Carlos y Montse envían su felicitación "analógica": un bello christmas de Navidad que al abrir desvela un tierno mensaje escrito de su puño y letra. Emocionada, ubico la felicitación en el salón, una muestra del mundo pasado. Al cabo de los días, llega el christmas de mi tía Nati Cañada, que siempre lo ilustra con la foto de alguno de sus fantásticos cuadros; el de la óptica de mi amiga Mercedes y el clásico de El Corte Inglés. 
   De pronto este año llegó otra felicitación. Palpé el sobre y lo abrí con sumo cuidado, con la intriga apretujando mi estómago y la inquietud por saber quién se había molestado en mandar esa carta. La ternura me golpeó: mi hermano Pepe y Mariona nos felicitaban con un precioso dibujo desde las bodegas de Clos de l'Obac, en Tarragona.
    Esta mañana, mientras paseaba por el pinar, con la escarcha aún agarrada a los pinos y el frío colándose por mis manos he decidido que las próximas Navidades enviaré felicitaciones al estilo vintage: escritas a mano, guardadas en un sobre con un sello pegado en la esquina superior derecha y las mandaré desde algún buzón amarillo en vías de extinción. Decidido, volveré al pasado por un día y esperaré con nerviosismo alguna respuesta.

Si alguien desea que le escriba que me mande su dirección por mensaje privado. Prometo cumplir mi palabra. Mi mail: emmaptojo@gmail.com

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