martes, agosto 12, 2008

viernes, agosto 08, 2008

Medallas y posible asesinato

La mañana parecía tranquila, aunque los nervios estaban en el estómago. A las once disputábamos la competición de natación. Alonso, mientras yo preparaba a los niños, aprovechó para pasear a Kaos, comprar el periódico y el pan. Volvió y rápidamente nos fuimos a la piscina. Tras un leve calentamiento, empezó la carrera de Álvaro. Con sus pequeñas brazadas alcanzó su meta y consiguió su merecida medalla entre los gritos de su familia (abuela, padres y hermano). Después Diego, raudo, con estilo atlético y a la velocidad del viento, llegó el tercero. ¡Segunda medalla!, vociferamos histéricos. Por último, la carrera de madres e hijos. Y allí me planté. Miré alrededor y observé el panorama. A mi derecha, un padre de dos metros, cuerpo de modelo, gafas ultramodernas de agua y bañador marca paquete; en la siguiente calle, madre esbelta con bañador de diseño... Decidí no analizar el resto de las calles. Me miré y observé mis lorcillas embutidas en mi bañador de flores. Mal empezamos, pensé. Otee a Diego en el otro extremo de la piscina y decidí que por lo menos lo iba a intentar, orgullo de madre. ¡Preparados!, gritó un monitor y pitido. Me tiré cual loca de cabeza (¡menos mal que no di un planchazo!) y empecé a mover mis brazos frenéticamente. Llegué al extremo contrario. ¡Jo, mamá has sido la última!, oí, entre sofoco y sofoco, decir a Diego al tomar el revelo. Intentó superar las insuficiencias de su madre, pero (¡oh, qué pena!) no logramos medalla. Mi derrota fue humillante: mis hijos lucían sus medallas y yo nada de nada.
Al entrar al periódico asumí mi derrota y me puse a trabajar. De pronto, un mensaje de Juan Fran: "Emma, esta mañana al ir a comprar el pan se me ha olvidado el perro". ¡¡¡Quéee!!!, grité en mitad de la redacción. Le llamé y oí sus lamentos:
-Pues no sé que me ha pasado. A la una he llegado a casa y Ana (la cuidadora de los niños) me ha dicho que no encontraba a Kaos, que estaba preocupada por si nos lo habían robado y que además se lo habían llevado con la cadena. De pronto me di cuenta. Salí escopetado y vi que el perro seguía atado en la papelera que está fuera de la panadería.
-¡Tres horas! Eres la leche... -bufé.
-Bueno, Emma, no te pongas así, a ti se te cayó en Semana Santa del maletero...
-Yo te mato.
-Vale, pero no se lo cuentes a nadie...
-Ni lo sueñes, con la paliza que me has dado con lo del maletero... Será mi venganza.
Después de trabajar mis horas reglamentarias volví a Guadarrama. La puerta no sonó al entrar, rodeé el jardín y decidí dar una sorpresa a mis niños. Al llegar a la cocina me paré y escuché la conversación de mi "amado" Alonso con sus hijos:
-¡Chicos, apagad la tele, que como os vea vuestra madre se me cae el pelo!
-Alonso, yo te mato- grité desde la cocina -primero el perro y ahora esto...

miércoles, agosto 06, 2008

"Clics" del crucero

El discreto hall del "Splendor"

El cielo del barco

Ay, ¡qué relax en el spa!



¡Dios mío, que el barco se hunde! Momento Titanic

Cine de verano


Luciendo mis carnes en el Beaterio de Amsterdam


Una noche en el casino del barco


Nuestro amor de ruta por Londres.