lunes, marzo 07, 2011

Ridículo, victoria y humor

Si al salir de la ducha de la piscina con el rollizo cuerpo envuelto en una toalla de rizo y el pelo oculto bajo una toalla de microfibra escuchas: "Perdona, ¿tú eres Emma?". Sientes un golpe de vergüenza. "Sí, soy yo" afirmo entrecerrando los ojos para ver si de esa forma identifico al ser que me habla en algún contexto. Las neuronas tras los 1.250 metros y el spa no rigen a la velocidad adecuada. Me esfuerzo pero...
─¿No me reconoces? ─pregunta mi interlocutora con una amplia sonrisa.
Tierra, trágame.
─Ay, es que voy sin gafas y...
─Del colegio.
─Uf, es que soy tan despistada...
Tierra, devórame.
─Soy Carmen.
─Ay, sí, sí... ¡Claro!, ¡cómo  no me iba a acordar de ti!
Disimuladamente logro quitar la toalla que envuelve mi pelo.  Hablamos un poco de nuestras vidas a lo largo de los últimos veinte años. En cinco minutos condensamos algunos recuerdos.
─Bueno, a ver si nos vemos otro día. 
─Eso espero.
Aunque la próxima vez espero estar vestida, pensé pero callé.
─Emma, me has dejado fatal...
─¿Por qué?
─¡No me has reconocido!
─Que sí te he reconocido, pero me ha costado porque iba sin gafas... 
Tierra, aniquílame.

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Desde primera hora de la mañana del sábado, Diego nos estresa con sus nervios.
─Mamá, el partido de hoy es importantísimo, jugamos contra los primeros. Es nuestra oportunidad de ganar la liga...
En el campo, el aforo de la afición estaba al completo. El sonido del silbato indicó el inicio del partido. Los nuestros salieron como los mihuras, directos al corazón. Un pase, un regate... Fuera. Sacan de córner, Diego chuta la pelota y.... ¡¡¡Goooooool!!!
Las gradas vibran entre tanto grito. El baile de la pelota desconcentra al contrario. El juego del equipo nos tiene hipnotizados. Gol de Jaime. Más gritos, más histeria.
El árbitro (ojito, súper comprado), indica dos faltas en nuestra contra. La indignación invade a la afición. 
¡Píiiii! Fin de la primera parte. Empate 2 a 2.
Los nervios se agarran con más fuerza al estómago. Es el mejor partido de la temporada y en la segunda parte despliegan todo su arte. Con estilo y glamour Pedro marca el tercer gol. Gritos y abrazos. De pronto, ¿qué ocurre?, ¿por qué van a lanzar los contrarios una falta tan cerca de nuestra portería?... El árbitro ha pitado falta a Enrique, el portero, por tardar más de cinco segundos en lanzar, grita alguien desesperado. Contengo mis ganar de lanzarme al cuello del árbitro. 
¡Píii!, lanzan la falta y gol. 3-3. La tensión se masca. 
Mi corazón sufre más que en la final de España en el Mundial. Diego corre como un torbellino por el campo, Antonio reúne toda su fuerza en sus botas, Rubén no para de defender, Alejandro, David, Jaime... El equipo al completo se marca un fin: ¡ganar! 
Y Óscar coge el balón y ¡¡¡Goooooooooooooolllllllllll!!!
¡Qué partido, qué partido! Pasará a la historia (por lo menos a la mía)


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Por la noche, después de tanta tensión, reímos en compañía de "Faemino y Cansado", unos auténticos cracs del humor, junto a toda la familia. Risas a borbotones.
Y el domingo gané el título de "pringada" al chocar mi cráneo contra la puerta del maletero y estampar mi cuerpo contra el suelo de cemento al intentar jugar al fútbol (pisé la pelota y rodó). Pero, esta vez, prefiero omitir los detalles para no aburrir a mi estimado público.

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