viernes, mayo 25, 2012

Muerte en la pista de George


El viernes, a primera hora de la mañana, salgo de casa muy combinada con mi "modeli" padeliano de verano: piernas blancas como la leche, faldita negra, camiseta de tirantes blanca y visera, ¡cómo no!, blanca y negra. Dejo a los niños en el cole, me doy un chutazo de ventolín y corro con mi pala (¡blanca y negra!) a mi clase matutina.
Jorge (o mi George de la pista), me espera con su gran sonrisa. 
─Emma, ¿qué tal la semana?
─Todo bien.
─¿Ganaste en tu partido del domingo?
─Por supuesto.
No siempre es cierto pero no le quiero desilusionar o, más bien, temo que me machaque aún más.
─Vamos a empezar con una bola de derecha de pared, volea de revés, volea de derecha y rematamos con un globo.
Y allí estoy yo, sumisa a sus órdenes, corriendo de un lado a otro de la pista. El tono pálido de mi cara empieza a tornarse rojizo y termino "colorá" como un tomate, sudando, jadeando y a punto de desmayarme.
─Ahora, Emma, vamos a practicar el giro. 
Bailo como una peonza alrededor de la bola y siento que literalmente me estoy ahogando.
¡Mierda!, voy a morir por asfixia!
Sí, no os he confesado pero hace unos días me compré un sujetador deportivo, que más que deportivo lo que hace es aplastar el pecho al estilo paellera y elevar la masa de las tetas hacia el cuello provocando un ahogamiento lento y paulatino.
¡Mierda, voy a morir con las piernas blancas, la cara colorada como un tomate y ahogada por mis propias tetas!
Mi George sigue con sus órdenes y cumplo sus mandatos a pies juntillas como si fuera una relación de sumisión. ¡Quién me ha visto y quién me ve! ¡Pero si yo siempre he sido la mandona! Una hora acatando sus órdenes, una hora congestionada y asfixiada.
─Bueno, Emma, la semana que viene, más.
Asiento con la cabeza y le miro con cara de pena. 
Ay, George, si supieras que en unos minutos voy a morir por asfixia de mis tetas, congestión en la cara, palidez en las piernas, pitidos en los pulmones y un golpe de calor... 

PD: ¡La última vez que uso el sostén-paellera!



miércoles, mayo 16, 2012

El Kindle salió del armario

Mi kindle, mi amor, en su pedestal

La desaparición del Kindle, mi libro electrónico, me estaba volviendo más loca de lo habitual. Rebusqué por todas las esquinas de la casa y no apareció por ningún sitio ─ni siquiera en mis escondites habituales─. Mi mente detectivesca empezó a urdir distintas teorías para intentar resolver el misterio.

¿Lo dejaría sobre el montón de periódicos que se acumulan diariamente en casa y lo tiré inconscientemente al cubo de reciclaje de papel? 
Una teoría muy romántica: una batalla entre lo antiguo y lo moderno, el papel y la tecnología.
¿Habrá entrado alguien por la ventana del cuarto de los niños y me lo ha robado?
Teoría Manolo Escobar: mi kindle me lo robaron.
¿Lo habré escondido en algún lugar misterioso y mi memoria me está haciendo luz de gas?
Teoría "me conozco muy bien": esta técnica la utilizo con frecuencia con los artilugios electrónicos de los niños.

Demasiadas teorías para una certeza: ¡mi kindle no aparecía! Después de un mes, mis hombres insistían en regalarme uno nuevo, con pantalla táctil, pero me negaba. No lo puedo evitar, amo de verdad y solo quería mi Kindle. Sí, es la primera versión, es grande, no es táctil, pero hemos vivido tantas historias juntos... Con el paso del tiempo asumí la perdida y conté a todo el mundo mi teoría romántica.
Ayer, mientras bebía mi coca-cola light y admiraba la primera flor del calabacín, escuché un grito.
─¡Mamá, mira lo que ha encontrado papá entre las camisetas de su armario! ¡Tu kindle!
No tengo palabras para describir lo que sentí al tenerle de nuevo entre mis manos. Allí estaba él, sin batería, triste y apagado...
─No sufras, corazón, yo te cuidaré ─le susurré con ternura a su micro-chip.

Teorías sobre cómo acabó el kindle en el armario:
  • a) Álvaro, el pequeño ratón, lo escondió para que sintiera en mis carnes lo que a él le ocurre cuando le quito el Ipad.
  • b) Teoría Chema: entré en el armario a leer y antes de salir lo olvidé entre las camisetas ;-D
  • c) Alguien lo vio, lo colocó en la ropa planchada y...
En fin, demasiadas teorías y un final feliz: el kindle ha vuelto a mí.

La primera flor del calabacín de este año

lunes, mayo 07, 2012

Disparo al corazón


"Cuenta la leyenda que en el Monte Olimpo Hera y Zeus tuvieron una hija a la que llamaron Emma. Era poderosa, cariñosa y se enfadaba cuando sus hijos no estudiaban, pero era la mejor madre del mundo y los días con ella eran muy divertidos. Su negro pelo liso, sus ojos de esmeraldas y su simpatía la hacían ser la mejor.
Se casó con un mortal y tuvo dos hijos a los que quiere y regaña con los estudios. Cuenta la leyenda que algún día sus hijos tendrán el trono del Olimpo."

El corazón de cartón lo ha realizado Álvaro, el pequeño. La original leyenda griega, Diego. Mis dos tesoros. Mi otro gran tesoro, cuatro enormes maceteros y unos cascos para el ordenador (esos detalles tan raros que tanto me gustan y emocionan). Mil gracias de corazón