miércoles, mayo 16, 2012

El Kindle salió del armario

Mi kindle, mi amor, en su pedestal

La desaparición del Kindle, mi libro electrónico, me estaba volviendo más loca de lo habitual. Rebusqué por todas las esquinas de la casa y no apareció por ningún sitio ─ni siquiera en mis escondites habituales─. Mi mente detectivesca empezó a urdir distintas teorías para intentar resolver el misterio.

¿Lo dejaría sobre el montón de periódicos que se acumulan diariamente en casa y lo tiré inconscientemente al cubo de reciclaje de papel? 
Una teoría muy romántica: una batalla entre lo antiguo y lo moderno, el papel y la tecnología.
¿Habrá entrado alguien por la ventana del cuarto de los niños y me lo ha robado?
Teoría Manolo Escobar: mi kindle me lo robaron.
¿Lo habré escondido en algún lugar misterioso y mi memoria me está haciendo luz de gas?
Teoría "me conozco muy bien": esta técnica la utilizo con frecuencia con los artilugios electrónicos de los niños.

Demasiadas teorías para una certeza: ¡mi kindle no aparecía! Después de un mes, mis hombres insistían en regalarme uno nuevo, con pantalla táctil, pero me negaba. No lo puedo evitar, amo de verdad y solo quería mi Kindle. Sí, es la primera versión, es grande, no es táctil, pero hemos vivido tantas historias juntos... Con el paso del tiempo asumí la perdida y conté a todo el mundo mi teoría romántica.
Ayer, mientras bebía mi coca-cola light y admiraba la primera flor del calabacín, escuché un grito.
─¡Mamá, mira lo que ha encontrado papá entre las camisetas de su armario! ¡Tu kindle!
No tengo palabras para describir lo que sentí al tenerle de nuevo entre mis manos. Allí estaba él, sin batería, triste y apagado...
─No sufras, corazón, yo te cuidaré ─le susurré con ternura a su micro-chip.

Teorías sobre cómo acabó el kindle en el armario:
  • a) Álvaro, el pequeño ratón, lo escondió para que sintiera en mis carnes lo que a él le ocurre cuando le quito el Ipad.
  • b) Teoría Chema: entré en el armario a leer y antes de salir lo olvidé entre las camisetas ;-D
  • c) Alguien lo vio, lo colocó en la ropa planchada y...
En fin, demasiadas teorías y un final feliz: el kindle ha vuelto a mí.

La primera flor del calabacín de este año

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