Además de los genes, debo reconocer que mi carácter histérico lo marcó Federico García-Lorca y su obra "La casa de Bernarda Alba", que representé en el primer colegio al que acudí. Aún recuerdo cómo al describir a los personajes para ver quién podía interpretarlos hablaron de la madre de Bernarda Alba, María Josefa, una mujer catalogada de "loca" que su hija intenta recluir. La elección fue mayoritaria: Emma daría vida a María Josefa, la única mujer que vestía de blanco frente al luto y la negrura del resto de sus hijas.
Decidido: voy a realizar un cambio de personalidad para convertirme en una mujer callada, de esas que aparecen en las películas, que mantienen las formas, el tono de voz adecuado y unos movimientos gráciles que seducen a la cámara.
La misión es compleja: ¿podré regular mi elevado tono de voz, mi risa escandalosa y mis excesos histéricos? Lo dudo, demasiado para mí, tal vez me asumo como una mujer al borde de un ataque de nervios o una "mamma" típica italiana, que va más con mi carácter.
Ay, Federico, qué me has hecho.
Emma, ¡qué buena foto!
ResponderEliminarEsa Bernarda Alba, estaba totalmente fantástica. Y tú genial.
¡Qué tiempos aquellos!