lunes, agosto 31, 2015

Por el placer de leerte


El vicio de la lectura es como el amor, inexplicable, pero ambos me hacen sentir, reír, suspirar, llorar... En estos últimos meses he temblado de miedo, amado, sufrido y me he llevado alguna que otra decepción literaria. 
  • "El amante japonés", de Isabel Allende.
    Amores y desamores en la ciudad de San Francisco, cartas del pasado que reviven los deseos de juventud, amantes secretos que mantienen la pasión a lo largo de su vida, dolor que te hace huir... Como siempre, Isabel Allende es una apuesta segura.
    "Todos tenemos demonios en los rincones oscuros del alma, pero si los sacamos a la luz los demonios se achican, se debilitan, se callan y al final nos dejan en paz"
  • "No está solo", de Sandrone Dazieri.
    Un auténtico thriller repleto de golpes de efecto. Una historia con sufrimiento y tensión que te atrapa desde la primera página. Altamente recomendable.
  • "Música para feos", de Lorenzo Silva.
    Silva abandona a Chamorro y Bevilacqua para adentrarse en una historia de amor entre un hombre maduro y una mujer joven. Dos desconocidos que se topan una noche y nace una relación con un secreto que planea sobre ellos. Una novela con mucha sensibilidad.
    "Cuando nadie te quiere, siempre te queda la opción de quererte un poco tú" 
  • "El mal camino", de Mikel Santiago.
    Intriga y suspense en la Provenza. Un escritor de éxito, una estrella del rock en declive, nuevas amistades y muertes muy, pero que muy sospechosas. Gran tensión.
    "Déjame que te cuente algo del insomnio: es solitario. La ciudad entera duerme y tú eres como un búho con los ojos abiertos"
  • "La chica del tren", de Paula Hawkings.
    La novela del verano: el paisaje desde el tren, Rachel ─alcohólica con una gran imaginación, en paro y abandonada─, una mujer que desaparece, un matrimonio repleto de secretos, un mentiroso compulsivo... Lo mejor, leerlo.
    "No puedo arriesgarme a mirar atrás. Eso es siempre una mala idea."
  • "Las sirenas del invierno", de B. J. Zitwer.
    Hacía tiempo que no leía el típico novelón rosa, pero al final lo terminé. Lo mejor, descubrir los parajes donde vivió J. M. Barrie, el autor de "Peter Pan". 
    "Me gusta cocinar, pero solo para la gente que me cae bien"
  • "Setecientos millones de rinocerontes", de Manuel Vilas. Novela original compuesta por distintas historias. Un libro extraño que me ha gustado, aunque no me atrevo a recomendar a todo el mundo. Me ha aportado un nuevo conocimiento: la abada es la rinoceronte hembra.
Ahora, entre mis manos y mi Kindle, me tiene atrapada "La luz que no puedes ver", de Anthony Doerr. 


Libros que mejor olvidar
  • "La templanza", de María Dueñas.
    Los libros te tienen que enganchar y en este caso me ha costado, me ha parecido una historia lenta y pesada. Después de leer tres libros suyos se acabó nuestra relación.
  • "El peso del corazón", de Rosa Montero.
    Como articulista me encanta y su libro anterior me encandiló. Empecé a leer su nueva novela emocionada hasta que descubrí que era ciencia ficción, un género que no despierta mi interés y abandoné la lectura.

miércoles, agosto 26, 2015

El ventilador asesino


─Me gusta ─digo en voz alta mientras las aspas giran y mueven el aire levantino.
─¿El qué? ─pregunta mi Alonso que nunca sabe a qué me refiero cuando hablo sola.
─El ventilador de techo. Creo que voy a poner uno en nuestra habitación de Madrid.
─No sé, seguro que alguna vez ha caído un ventilador y ha matado a alguien...
Le miro emocionada, estiro el brazo hasta la mesilla, cojo el móvil, abro Google y busco "muerte por ventilador". El buscador localiza 180.000 resultados. Mi sueño desaparece y empiezo a navegar por la red como una loca y descubro la historia del "ventilador asesino".
Cuenta la leyenda que en Corea del Sur creen que si un ventilador está enchufado en una habitación cerrada causa una muerte instantánea. Es tal la creencia coreana que hasta los médicos recomiendan abrir una ventana o una puerta mientras giran las aspas del ventilador eléctrico como medida preventiva para evitar náuseas, asfixia, parálisis facial y, en último extremo, la muerte.
No sé si será verdad, pero desde que me he enterado cada noche que duermo con el ventilador encendido soy incapaz de cerrar el ojo si la ventana no está abierta porque, seamos realistas, más vale prevenir que enterrar. 

Otras muertes que me causan inquietud:
Desajuste mortal 

miércoles, agosto 05, 2015

Mal de amor

Hay amores que empiezan con mal pie (literal) y el nuestro fue así desde el principio. Nunca surgió el desamor porque nunca hubo amor entre nosotros: solo una compleja relación para mantener el equilibrio y pisar con garbo.
Cuando era joven me ruborizaba de vergüenza si alguien veía mis horrorosos pinreles que, por obra y gracia de la genética, heredaron los antiestéticos juanetes de mi abuela. Hiciera frío o calor, los ocultaba dentro de calcetines multicolores para que nadie contemplara su fealdad.
Con poco más de veinte años me operé del pie izquierdo y me convertí en el sueño erótico de los filibusteros del mar del Norte por la enorme cicatriz que rasga mi piel desde el tobillo hasta los dedos. En el interior, un tornillo sujeta mi hueso, pero es tan aburrido que ni siquiera pita cuando paso por los arcos de seguridad en los aeropuertos. Una desilusión.
Las técnicas de cirugía mejoraron y la operación del pie derecho no dejó ninguna marca sobre mi piel. Una desilusión para los piratas.
Una mañana noté la pena de mis pies. Se sentían solos, odiados, sin amor. Los miré con ternura, les pinté las uñas y asumí que eran míos, que los tenía que cuidar, enseñar y amar.
Este verano el pie derecho y su esguince se han convertido en los protagonistas de mis vacaciones y, aunque lo sufra, no paramos de conocer fisioterapeutas, darnos baños en el agua, pasear por la playa y beber tintos de verano. Mis pies y yo, un auténtico amor, aunque duela.

La juerga del verano: mi pie, mi esguince y yo

sábado, agosto 01, 2015

Nunca seré una espía

Momentos de recuperación I
¿Cómo es posible que después de una persecución, tropecientas caídas, puñetazos y disparos el protagonista de cualquier película de acción esté al día siguiente fresco como una lechuga? Es imposible, un mero recurso cinematográfico... ¡Por Dios, que yo he sufrido un absurda caída y me siento como una mierdecilla con rizos! ¡Una auténtica birria! (no birra, que sería un placer).
Vamos, que además de estar convaleciente por mi esguince tengo que asumir que jamás podré ser la súper agente 008 con licencia para matar. Con la ilusión que me hacía. En fin, me consolaré con ser la agente 008 con licencia para amasar y rematar bizcochos a 200°. Qué pena, penita, pena, Peña.

PD: Mil gracias a los que me están mimando para acelerar mi recuperación. Y en especial a la "mia mamma" por ser el "o sole mío".

Momentos de recuperación II