─Me gusta ─digo en voz alta mientras las aspas giran y mueven el aire levantino.
─¿El qué? ─pregunta mi Alonso que nunca sabe a qué me refiero cuando hablo sola.
─El ventilador de techo. Creo que voy a poner uno en nuestra habitación de Madrid.
─No sé, seguro que alguna vez ha caído un ventilador y ha matado a alguien...
Le miro emocionada, estiro el brazo hasta la mesilla, cojo el móvil, abro Google y busco "muerte por ventilador". El buscador localiza 180.000 resultados. Mi sueño desaparece y empiezo a navegar por la red como una loca y descubro la historia del "ventilador asesino".
Cuenta la leyenda que en Corea del Sur creen que si un ventilador está enchufado en una habitación cerrada causa una muerte instantánea. Es tal la creencia coreana que hasta los médicos recomiendan abrir una ventana o una puerta mientras giran las aspas del ventilador eléctrico como medida preventiva para evitar náuseas, asfixia, parálisis facial y, en último extremo, la muerte.
No sé si será verdad, pero desde que me he enterado cada noche que duermo con el ventilador encendido soy incapaz de cerrar el ojo si la ventana no está abierta porque, seamos realistas, más vale prevenir que enterrar.
Otras muertes que me causan inquietud:
Desajuste mortal
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