Pongamos que hablo de amor, de una pasión desatada que me hace colocar pegatinas de corazones verdes 💚💚💚 en la farola frente a mi casa.
Pongamos que mi vecino odia el amor y, como le revientan mis corazones, los arranca de las farolas.
Pongamos que insisto y coloco más corazones verdes 💚💚💚 y cuando pasa la patrulla de limpieza del Ayuntamiento en vez de quitarlos me sonríen porque ellos también están enamorados y la alcaldesa decide permitir mi ilegalidad.
Pongamos que mi vecino se levanta un día harto de mis verdosos corazones 💚💚💚, que ahora ocupan todas las farolas, contenedores y papeleras de la calle, y elimina con furia los corazones porque el mobiliario urbano que estoy utilizando también es suyo y la ley no me tendría que apoyar. Sin embargo, cuando la patrulla de limpieza ve su acción llama a la policía para que lo detengan por impedir que yo exprese cómo se siente mi corazón.
Pongamos que no quiero hablar de política, que me da igual la opinión de unos y otros, pero aplaudo a los ciudadanos que defienden la neutralidad de los espacios públicos. Y, por supuesto, si alguien desea mostrar su queja o reivindicación que alquile las vallas o lugares habilitados para ello.
Pongamos que mi amor es tan loco, animal, irracional y pasional que clavo estacas con corazones verdes 💚💚💚 para que todo el mundo sepa cómo late mi desatada "patata" en la playa, en el pinar, en la plaza del pueblo... Y, aunque molesten a las personas, que nadie ose quitarlos porque sólo yo tengo la razón.
Pongamos que no entiendo nada...
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