Querida abuela:
Te imagino en el cielo revolucionando con tu alegría a los ángeles, leyendo la prensa local y enterándote de todas las actividades culturales que tienen programadas. Mientras, aquí, tus hijos huérfanos de ti sueñan con tus besos, lloran tu ausencia y anhelan tus abrazos. Tus nietos y biznietos suspiramos por tu cariño, por tus risas, por tus coplas... Sabías que te queríamos, aunque no sé si eras consciente de toda la ternura que nos diste. Te has ido y gran parte de nuestro corazón se ha quedado vacío pero rebosante de tu amor.
No hay espacio para describir tu carácter alegre, cariñoso, optimista... Y no sé cómo despedirme de ti. Tal vez, como diría un tango: “Adiós, abuela, compañera de mi vida”
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