domingo, octubre 18, 2009

Tengo el cuerpo fatal...

Felipe y Natalia, los novios

Domingo, 12 de la noche, mi mente inconsciente tararea una canción de Alaska: "Tengo el cuerpo fatal, pero una gran vida social". Mi cabeza asiente y mis pies me martirizan un poco más. Sí, tienen razón, pero ¡que me quiten lo "bailao"! Que para bailes los que me marqué el viernes en la boda de Felipe y Natalia a altas horas de la madrugada... Pero antes del baile, tomamos el cóctel entre anécdotas de todos los "femianos" (alumnos del colegio FEM) que recordaban que cuando eran jóvenes jugaban al fútbol en ese mismo terreno y que donde íbamos a cenar estaba la piscina del Club Las Lomas.
La nostalgia desapareció cuando llegaron los novios, guapísimos y divinos. La cena nos entonó con los ricos manjares y los vinos que volaban por nuestras gargantas inauguraron la sesión de risas ("Emma, baja el volumen, que se te escucha mucho", se quejaba mi jaquecoso Alonso). Después del vals de los recién casados, atracamos la barra para tomarnos unas copitas. La música de fondo nos tentó, miré a mi santo con ojos de suplicio y acudió al coche a por mis zapatos de repuesto (ay, que es un sol). Ya no tenía excusa: ¡a bailar! Todos danzamos como locos, cantamos, gritamos y reímos una barbaridad.
A las cuatro de la mañana saciamos el hambre con una fondue de chocolate con frutas (¡menos mal que mi vestido era suelto, si me llegó a poner el del corpiño estallan los corchetes!). Y entre fresas, copas y risas volvimos a casa a altas horas de la madrugada. ¡Viva los novios!
A las diez de la mañana del sábado se me abrieron los ojos, me arrastré hasta el baño, una ducha rápida y al ver mi cara en el espejo casi me pongo a llorar. Con el maquillaje y el rímel hice maravillas. Llegué a trabajar como si hubiera dormido plácidamente ocho horas y al salir se me pinchó una rueda, vino el operario del seguro, la arregló y por la noche: cenita en el Matsuri con mi prima y Víctor, Roberto y Virginia y los seis niños... De madrugada, para seguir la juerga, Diego con fiebre... Como diría Alaska: tengo el cuerpo fatal, pero una gran vida social.




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