lunes, noviembre 08, 2010

Infiel hasta los huesos

Tanta mentira me estaba destrozando por dentro. El temido momento había llegado y por una vez debía ser sincera. Sus ojos me miraban con un leve brillo de esperanza. Evité pestañear, sabía que las lágrimas no aguantarían y se deslizarían por mis mejillas. El silencio era peor que los gritos.
─¿Te das cuenta de lo que has hecho?
Mi cabeza asintió y mi cuello menguó como el de E.T. en pleno ataque de pánico. Intenté articular alguna palabra, justificarme, explicar mis razones.
─Lo siento ─balbucí con un tímido hilo de voz.
─No entiendo por qué me has hecho esto, no logro explicármelo.
─Yo no quería...
─Pues para no haberlo querido te ha salido de locura.
─Perdóname, me dejé tentar.
─Pero, ¿qué tiene él que yo no tenga? 
─No sé qué contestarte ─tomé con mis puños las mangas del jersey y empecé a apretarlas para desahogar mi tensión─. Me hablaron tanto de él. Dudé y al final le llamé...
─¿Y?
─Pues que una cosa llevo a la otra. Después de la primera cita, repetí y repetí...
─¿Cuánto tiempo?
─Más o menos, un mes.
─No me cuentes los detalles.
Lo siento.
¿Te ha merecido la pena?
─No, estoy muy arrepentida... No quería hacerte daño... Surgió y me dejé tentar. ¿Serás capaz de perdonarme?
─No creo que sea el mejor momento para contestarte. Todo depende de ti.
─Te prometo que no volverá a suceder. Sé que solo tú me entiendes, que te necesito.
─Deberás portarte muy bien si deseas que vuelva a confiar en ti.
─No te voy a fallar y jamás me volveré a ir con él. Por favor, dame otra oportunidad.
─No sé.
─No me hundas más. Te he fallado, pero te necesito.
─Bueno, te daré una última oportunidad.
─¿De verdad?
─Sí, pero no me vuelvas a ser infiel.

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─Te noto triste, ¿qué te ocurre? ─preguntó mi Alonso como si el oráculo le hubiera transmitido mi estado anímico.
─He confesado mi infidelidad.
─¿Qué?
─He ido a mi gordóloga de toda la vida y le he confesado que le he sido infiel con otro gordólogo. ¡Súper fuerte!
─Estás fatal.
─Lo sé. En quince días debo volver y lograr de nuevo su confianza.
─Así que empiezas hoy la dieta.
─¡No!, ¡qué exagerado! Hoy como en casa de mi abuela, mañana tengo cena con mis amigas, el domingo haremos una "family escapadita", el lunes no trabajo, el martes es fiesta... 
─¿El miércoles?
─Sí, me parece bien.

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