Es inevitable que si se manda un mail titulado "¡Ataque de nervios!" con este texto: "En este preciso momento me encuentro en pleno ataque de nervios, porque ese día celebro la comunión de mi hijo y no sé si va a llover, si hará frío o calor, si tendré mi catering... Por favor, espero que esto sea una pesadilla y se pueda solucionar", la gente me tome por una neurótica. Lo asumo, lo soy, y más cuando en breve celebro en casa la fiesta de mi hijo. Por dios, que soy una voyeur compulsiva de las páginas del tiempo, que me quieren volver loca y un día me dicen que va a llover y al siguiente que el sol brillará. Que solo a mí se me ocurre meterme en este follón. Decoración del jardín, regalitos (¡un mes haciendo detallitos!), menús, invitados, tarta de chuches, recordatorios... ¡Y aún no sé en qué saco de patatas me voy a embutir!
Sí, estoy neurótica, insoportable y feliz, porque, queridos, yo he nacido para celebrar fiestas... ¡Me vuelven loca!
PD. Después del evento, muestro todo lo visible e invisible.
Sí, estoy neurótica, insoportable y feliz, porque, queridos, yo he nacido para celebrar fiestas... ¡Me vuelven loca!
PD. Después del evento, muestro todo lo visible e invisible.
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