martes, octubre 22, 2013

Una imperfecta superheroína


Una de las mayores dificultades que tiene cualquier superhéroe es mantener el anonimato y saber ocultarse en los actos cotidianos del día a día. Para mi transformación en Magneto-Emma debo acudir todos los días a mis sesiones de magnoterapia junto a un grupo de humanos con diversas molestias.
     Los primeros días, para pasar desapercibida, abría mi Kindle y me enfrascaba en la lectura del último libro de Vargas Llosa, "El héroe discreto". Mis intentos fueron infructuosos. El grupo de imperfectos me interrogaba con cariño sobre mi pie y mis dolencias. Después de mentirles para que no me tomaran por una loca de atar con aspiraciones de superheroína, me empezaron a contar sus vidas.
     Ramón, antiguo trabajador de una multinacional de carburantes, acude al centro por sus dolencias en la cadera tras una operación. Teresa sufrió un accidente en un autobús de la EMT e intenta recuperar la movilidad en su mano. María repite sus sesiones de ultrasonido porque aún siente dolores en las lumbares. Javier se esfuerza en que su rodilla vuelva a su ser para entrenar a sus equipos de fútbol... Cada humano tiene su historia y al final, para qué negarlo, nos saludamos con cariño cada mañana y relatamos nuestros avances. Incluso hay días que alguien lleva una bandeja de queso curado o mojama para animar a los dolientes y celebrar alguna onomástica.
      Entre tanto imperfecto hay dos perfectos: Álvaro y Miriam, los fisioterapeutas que miman a tanto deshecho.
      Álvaro, que está a punto de irse a vivir con su novia, logra relajar mi tensión masajeando mi pie izquierdo. Miriam acaba de celebrar su segundo aniversario con su novio. No lo sé por mis superpoderes sino porque el otro día recibió un enorme ramo con una docena de rosas rojas y un mensaje que no nos leyó por rubor.
     En fin, me parece que cuando me convierta en Magneto-Emma los echaré de menos.

viernes, octubre 11, 2013

Magneto Emma, la súper heroína

¡Magneto Emma al poder!

Estoy emocionada: ¡me quieren convertir en una súper heroína con poderes magnéticos! Durante quince días me van a dar sesiones de magnoterapia en mi pie izquierdo, el del tornillo, para activar mis poderes mentales y lograr atraer los metales con un simple chasqueo de dedos. ¡¡¡"Magneto Emma"!!!
Para no desvelar el secreto de conversión de una humana en una súper heroína, debo acudir a un centro de fisioterapia y ocultarme entre otros seres defectuosos. El proceso se inicia con una conexión de quince minutos a la máquina de magnoterapia, un aro circular que a través de sus campos magnéticos elimina la inflamación (aunque yo sé que realmente me están activando mis súper poderes). A continuación, Álvaro, mi fisioterapeuta y conversor de humanos en súper héroes, masajea mi pie para distribuir las fuerzas imantadas y reactiva mi tornillo con un gel por el que fluyen los iones supersónicos del ionizador.
Parece sencillo, pero ser una súper heroína requiere esfuerzo, dedicación y mucha constancia. Todas las noches realizo mi entrenamiento particular: abro la caja de herramientas e intento que el martillo o los clavos vuelen hacia mi mano por mi poder de imantación. Aún no lo he conseguido, pero tiempo al tiempo.  ¡¡¡"Magneto Emma" al poder!!!

Mi proceso para convertirme en una súper heroína

viernes, octubre 04, 2013

¿Quién me ha puesto la pierna encima?

En el día de la sonrisa hay que reírse de uno mismo

POR LA MAÑANA...
─No se ha movido el tornillo─ afirma la traumatóloga al mirar mi radiografía ─, pero tienes muy mal el pie.
─Bueno, no será para tanto─ exclamo con mi optimismo congénito y mi pie totalmente hinchado.
─Vas a tomar antiinflamotorios e irás al rehabilitador para ver si junto al fisioterapeuta logran mejorar la inflamación y después volvemos a diagnosticar. Además, por ahora no podrás jugar al pádel.
─¿¿¿Qué??? ¡Pero sí caminar! ¿no? Es que quiero hacer el Camino de Santiago y ahora recorro todos los días cinco kilómetros.
─Olvídate, como mucho un kilómetro y medio.
─¡Así que no podré hacer la San Silvestre con mi hermano Roberto! Por Dios, que íbamos a ser la pareja más cómica del circuito.
─Emma, tienes fatal el pie, así que olvídate, como mucho nadar y montar en bici.
─Uff, la bici, paso. Volveré a nadar, pero arreglar mi melena leonil es agotador...
─Y nada de tacón alto.
─¡Me estás hundiendo! Ni pádel, ni glamour, ni San Silvestre...
─E intenta no usar tanto el smartphone, la tendinitis del dedo gordo de la mano es por culpa del móvil, así que...
─Por ahí no paso... ¡soy una adicta!... Pero dime, ¿quién me ha puesto la pierna encima?

Y POR LA TARDE...
─Alonso, no te vas a creer.
─Emma, de ti ya sabes que me creo cualquier cosa. ¿Qué te ha ocurrido?
─Estaba en la peluquería con los niños. De pronto hemos oído un ruido, como si cerraran una persiana metálica. La peluquera ha salido a la calle a mirar y ha entrado descompuesta. "Está muerto, está muerto", gritaba desesperada. "Niños, ni se os ocurra salir", ordené. En la calle, un motorista había caído al asfalto tras colisionar un coche con su moto. He llamado al 112 para informar, pero el SAMUR ha tardado muchísimo en venir. El diagnóstico de la peluquera era erróneo, el accidentado movía los dedos y hablaba con una enfermera que se ha acercado a socorrerle. La calle se ha llenado de gente, la chica del coche lloraba desconsoladamente, dos mujeres han salido de la peluquería en bata y el pelo plagado de papel plata... Por fin ha llegado la policía y ha cortado el tráfico, los sanitarios se han llevado al herido y la vida ha vuelto a la normalidad. Eso sí, la próxima vez los llevas tú a cortar el pelo, que tantos acontecimientos me estresan y encima no puedo jugar al pádel para dar rienda suelta a mi ira semanal al estilo McEnroe.