No me dan envidia esos amigos que disfrutan de unos días en el caribe, que me mandan fotos con caipiriñas en sus manos, que muestran sin pudor playas idílicas con arena blanca y agua cristalina mientras vivo el gélido frío del invierno madrileño y sueño con volver allí. No, no me dan envidia, pero cuando recibí por whatsapp el vídeo que mostraba esos placeres en movimiento mi parte loca y atolondrada no se puedo resistir. Mi chaladura de nacimiento floreció y decidí mostrarles mi caribe. ¡He aquí el resultado!
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