viernes, mayo 22, 2015

¿Por qué no me llevo bien con los mecánicos?


─Buenas tardes, le llamo porque he pinchado dos ruedas de mi coche y quería saber si la grúa podría acercar mi vehículo a su taller para cambiarlas hoy.
─¿Ha pinchado dos?─ pregunta con intriga el técnico del taller.
─Sí, una delantera y otra trasera. Había un hierro en la carretera, he pasado por encima de él y ha destrozado mi coche. Una auténtica atracción férrea.
─¿Qué ruedas lleva su coche?
─Pues no lo sé, redondas.
─Pero necesito el modelo.
─¿Y eso dónde lo miro?
─En la ficha técnica.
Rebuscó en la cartulina verde hasta que descubro unos extraños números.
─¡Ya lo he encontrado! 185/65 R14 86H.
─¿Ese es el modelo de rueda que lleva actualmente su coche?
La mala leche me empieza a bullir.
─Pues me imagino que sí.
─Sería mejor que mirase si los números de las llantas coinciden con los que aparecen en la ficha técnica. 
Mi compañero Emilio al verme en pleno ataque de nervios me acompaña al parking para fotografiar las ruedas y comprobar los "numeritos". Malhumorada por tanto paseíto, vuelvo a llamar.
─Espere un momento─ me dice el mecánico del taller─ voy a ver si tengo ese modelo de rueda. Por cierto, ¿la llanta es de aluminio o de aleación?
Siento unas ganas imperiosas de insultarle por hacerme ese tipo de preguntas pero me callo porque me tiene "cogida por las ruedas".
Por fin llega la grúa y nos traslada (a mi coche y a mí) al taller.
El mecánico me mira con sonrisa picarona y leo su pensamiento: "Ay, mujer tenías que ser. Mira que no saber qué tipo de rueda ni de llanta usa tu coche".
Mientras rellena mi ficha de datos y las características técnicas del vehículo, me acribilla.
─¿Las ruedas tienen tornillo de seguridad?
─Ni idea, solo sé que si muevo el volante se bloquea... ─le contesto con cara de mujer tonta.
En realidad le diría que tiene el coche frente a sus narices, que él sabrá si tiene ese puñetero tornillo o no, que yo solo lo conduzco y no sé ni la potencia ni los caballos ni la fecha exacta de cuando lo compré. Eso sí, usa gasolina de 95. 
El mecánico me mira con cara de "mujer tenías que ser", sonríe y me remata:
─Si quieres vete de compras y en hora y media tendrás tu coche con las cuatro ruedas nuevas y nivelado.
Antes de irme, no puede contener simular aún más mi papel de "mujer tonta"...
─¿Hace falta que le deje las llaves del coche?─ le pregunté con cara de duda filosófica.
El mecánico abrió los ojos estupefacto y exclamó: "¡por supuesto!" Y la felicidad le invadió por estar ante la típica mujer que no tiene ni idea de automóviles. Ay, si supiera cuántas ruedas cambié a mi adorado "Calabaza", mi Seat 1450.
Qué manera más fácil de hacer feliz a un hombre.

Aclaración:
Hay gente que adora los coches, que los mima como si fueran sus mascotas, los limpian con esmero y conocen sus características técnicas a la perfección. Lo confieso: yo no soy así. Mi coche me transporta, es analógico, no pita si no me pongo el cinturón, no sufro si me doy un pequeño golpe ni sé cuántos roces tiene. El maletero está repleto de cachivaches que almaceno desordenadamente; en el interior descansan varios botes de coca-cola light, bolsas de chucherías y tiquets de compra. Sí, soy un desastre pero le tengo mucho cariño y espero que me dure muchos años. ¡Y más ahora que tengo cuatro ruedas redondas nuevas!

Aclaración 2:
Tanta ira contenida produjo una afonía total en mi dulce voz que me sumió en el silencio más de cinco días. Ahora, no paro de rajar. ;-)

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