La nieve se desliza por el cielo de la sierra de Guadarrama. Después de una semana es hora de volver a la rutina. O más bien retomar la calma perdida. Pocos coches recorren la carretera. Entro en la redacción apresurada, con mis zapatillas deportivas, los rizos alocados y la nariz colorada por los rayos de sol que me broncearon en el rebosante Embalse de la Jarosa.
Antes de encender el ordenador, llega la pregunta de rigor.
─Emma, ¿qué tal tus vacaciones?
Sonrío y contesto con una mentirijilla inofensiva, sin maldad, sin rencor.
─Fenomenal ─mi engaño dura unos segundos, nunca me ha gustado mentir─. Fatal, ha sido una semana horribilis. Me ha abducido un agujero negro de percances.
─Anda, no seas exagerada.
─Bueno, solo te diré que el martes Yoda, mi adorada perrita, empezó a devolver sangre, que a las tres de la mañana nos tuvimos que ir al veterinario de urgencia; que después de mil pruebas y radiografías le pusieron un tratamiento para detener su hemorragia sangrante; que a las diez de la mañana volvimos porque no mejoraba y que, cinco días después, aún sigue enferma... Pobriña.
─Vaya...
─Y eso que no te he contado que el jueves al volver de un paseo por el pinar, pasé por delante de mi coche perfectamente aparcado y me lo encontré sin retrovisor y una rueda reventada.
─¿En serio?
─Lo que oyes. Menos mal que la policía local me dejó una nota en el limpiaparabrisas para que me pasara por la comisaría y me dieran la información del conductor del coche que colisionó contra el mío. Y allí que me fui. Verás, resulta que Jacobo, el piloto del Mini Cooper, se despistó al mirar el móvil o subir el volumen de la radio y, ay, qué mala suerte, se estampó contra mi Focus. Me lo imagino superpijo, pero no me cae mal porque facilitó todos sus datos, que mi coche está a terceros y tiene más de quince años. Además sucedieron otras pequeñas historias, y grandes momentos, y vinos y risas. Pero cuéntame, ¿qué tal tu Semana Santa?
─Pues un poco más tranquila que la tuya. ¿Y tus lesiones?
–Fatal, ahí sigo con mi esguince de rodilla, mi trocanteritis, mi fisio... Lo que te decía, horribilis.
─Pues un poco más tranquila que la tuya. ¿Y tus lesiones?
–Fatal, ahí sigo con mi esguince de rodilla, mi trocanteritis, mi fisio... Lo que te decía, horribilis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario