martes, septiembre 25, 2018

¿A quién quieres más al dedo índice o al meñique?


Vivo sin vivir en mí. Las pesadillas me torturan, martirizan e histerizan. Observo el dedo índice de mi mano derecha y sufro. Sé que es una paranoia de las mías, pero soy incapaz de controlarla. Este año por mi cumpleaños me han regalado un móvil, no por ser  una friki de los nuevos gadgets sino porque mi último BQ se enamoró de mi oreja o mi oreja del BQ, nunca me quedó claro. Un idilio desquiciante. De pronto, la oreja activaba el altavoz, grababa las conversaciones o decidía dar una llamada por finalizada y colgaba sin previo aviso, así es ella. Asumí el romance, pero la gente con la que hablaba por teléfono no lo soportaba. 
      Al nuevo móvil aún no le he cogido cariño, al contrario, me estresa. Si sitúo el dedo índice en el círculo de la parte trasera del teléfono se desbloquea. Todo muy moderno, pero no dejo de imaginarme a algún delincuente amputando mi dedo índice para escarbar la información secreta y confidencial de mi móvil y, pensándolo bien, casi prefiero que me rebane el dedo meñique que, aunque lo quiera, tiene menos utilidad.
    Adiós meñique, adiós.

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