¡Qué locura! En la mayoría de mis chats femeninos ha aumentado el erotismo y el humor: el baile del chino pelota, el marido que se cuela en calzoncillos en el salón mientras su mujer da clase a sus alumnos vía Skype, la chica que en plena conversación de Zoom se lleva el móvil al baño y todo el mundo la ve hacer pis o la recomendación sexual que le hace el hada madrina a Cenicienta. Siempre me he reído con los chistes absurdos (¡me trastornan!) y reconozco que con estos vídeos me desternillo.
En esta época de confinamiento y tristeza os voy a confesar un principio que rige mi vida. No es fácil hacerlo público pero ellas, mis amigas, saben que es cierto, un dogma inquebrantable aunque no sea ni fino ni estiloso. Ahí va: "Hagas lo que hagas, ponte bragas". Claro y conciso. Y ahora, por la situación que estamos viviendo, he creado el dogma 2: "Hagas lo que hagas, tíñete las canas". Sé que hay defensoras de lo natural y argumentan que la cana es bella. Y sí, estoy de acuerdo, los hombres con canas me encantan, pero no en las mujeres, salvo para aquellas que tienen todo el pelo níveo. Esta mañana al quitarme las legañas he contemplado las primeras alarmas blancas sobre mi cabeza, me he ido al supermercado y he deambulado como una loca entre los pasillos, no en busca de papel higiénico, lejía o latas de atún. No, he buscado desesperada un producto de primera necesidad... ¡El tinte del pelo para tapar mis canas!
Objetivo cumplido: pelo teñido y de paso un buen tajo a la melena.