miércoles, abril 15, 2020

Con estas manitas y mi tricotosa (Coronavirus 7)


Mascarillas
Bajo el pretexto "tú eres muy manitas", mi madre me endosó hace muchos años la vieja máquina de coser que nadie había vuelto a utilizar desde que falleció la modista. La olvidé en un hueco debajo de la escalera amasando polvo. Un trasto inútil. O no. 
     Durante este tedioso confinamiento, el orden ha invadido todas las casas. ¿Quién no se ha puesto al estilo Marie Coño a colocar armarios, estanterías o esos cajones sinfín que albergan secretos olvidados? Una tarde de escoba y gamuza descubrí, como la lámpara de Aladdin perdida entre tantos tesoros, la vieja máquina. La observé con intriga sin saber si funcionaría, retiré la carcasa que la protegía y me sentí una ignorante: ¿por dónde debía ir el hilo?, ¿para qué servían las palancas frontales? 
     Siempre me han gustado los retos, y más cuando internet está lleno de tutoriales. Primero descubrí que era una reliquia del siglo pasado, una Singer 237 de 1965. Después de mucho navegar, hallé tutoriales de gente encantadora que enseñaba cómo enhebrar la bobina de hilo, la funcionalidad de las palancas y un elemento misterioso y terrorífico: la canilla. ¡Qué pesadilla! Tras estudiar un máster en la Singer 237 y contener la tentación de tirar la máquina de coser por la ventana, conseguí con sudor y lágrimas que los dos hilos (canilla y aguja) aparecieran. Era el momento de empezar con el siguiente máster, "Cómo hacer una mascarilla con filtro". Después de licenciarme en protecciones faciales para el coronavirus, me lancé a coser y a sufrir taquicardias por la velocidad vertiginosa que tomaba la aguja cada vez que pisaba el pedal. Más de una hora en coser cada masacarilla, pero me han quedado divinas. O eso pienso yo.
   PD: Como filtro utilizo papel de horno, lo más. 
  



Emma Manostijeras
Después de cortar el pelo a mis hijos, llegó el momento de adecentar a Yoda, mi pequeña schnauzer. A ella, que es muy itdog y va cada mes a la peluquería, no le hizo mucha gracia, pero lo soportó.




Con las manos en la masa
La tristeza cada vez invade más mi ánimo. A mi alrededor han fallecido madres, padres y familiares que han roto el corazón de Nuria, Ángel, Marta, Montse, Fabiola, Luisa... Mucho dolor difícil de digerir. Tal vez por eso he tenido que abandonar grupos de whatsapp centrados en batallas políticas y fakes o he dejado de seguir a gente de Facebook. Creo que no es el momento, pero es mi opinión. Mientras, me entretengo cocinando y publicando alguna que otra receta en los grupos culinarios que sigo y que me distraen con sus preguntas y sugerencias. Sí, soy muy maruja. 


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